
Este 3 de diciembre es el Día Internacional de las Personas con Discapacidad.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) subraya la importancia de la inclusión en todos los ámbitos de la vida social, económica, cultural y política, como condición indispensable para el desarrollo social sostenible.
Las cifras en América Latina y el Caribe
En el contexto de América Latina y el Caribe, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) estima que cerca del 12% de la población —aproximadamente 66 millones de personas— vive con al menos una discapacidad.
La OPS señala que estas personas enfrentan desigualdades significativas en materia de salud en comparación con quienes no tienen discapacidad. Por ello, la organización trabaja para mejorar la equidad sanitaria y la inclusión en los sistemas de salud, en consonancia con los principales marcos regionales y mundiales de derechos humanos.

La definición de persona con discapacidad, según la OPS, abarca a quienes presentan deficiencias físicas, mentales, intelectuales o sensoriales a largo plazo que, en interacción con diversas barreras, pueden limitar su participación plena y efectiva en la sociedad en igualdad de condiciones con los demás. El Informe Mundial sobre la Discapacidad indica que alrededor del 15% de la población mundial vive con algún tipo de discapacidad, y que las mujeres y las personas mayores tienen una mayor probabilidad de experimentar discapacidad que los hombres y los jóvenes, respectivamente.
La realidad cotidiana de las personas con discapacidad y sus familias, según la ONU, está marcada por desafíos persistentes en todas las regiones del mundo. Entre los obstáculos más significativos se encuentran las mayores probabilidades de vivir en situación de pobreza, la discriminación en el ámbito laboral —que se traduce en salarios más bajos y una presencia predominante en el sector informal de la economía— y la insuficiencia de los sistemas de protección social.
Estos sistemas, además de ofrecer una cobertura desigual, suelen resultar inadecuados frente a los costes adicionales asociados a la discapacidad y, con frecuencia, excluyen a quienes trabajan en el sector informal. A esto se suma la experiencia de muchas personas con discapacidad que, en los sistemas de atención y apoyo, ven negados de manera continua su dignidad, autonomía y capacidad de acción.
La ONU destaca que los tres pilares del desarrollo social —la erradicación de la pobreza, la promoción del empleo pleno y productivo y el trabajo decente para todos, y la integración social— están profundamente interrelacionados y requieren un entorno propicio para alcanzarse de manera simultánea. En este sentido, la inclusión de las personas con discapacidad como agentes y beneficiarios del desarrollo social resulta imprescindible. La organización enfatiza que la integración de la discapacidad en todos los aspectos de la vida es una exigencia ineludible para lograr sociedades justas y equitativas.

El lema elegido para el Día Internacional de las Personas con Discapacidad en 2025, “Fomentar sociedades inclusivas para impulsar el progreso social”, refleja el compromiso renovado de los líderes mundiales reunidos en la Segunda Cumbre Mundial para el Desarrollo Social. Este compromiso se orienta a la construcción de un mundo más justo, inclusivo, equitativo y sostenible, reconociendo que el avance del desarrollo social depende, y de hecho exige, la inclusión de todos los segmentos de la sociedad.
En los últimos años, la comprensión de la discapacidad ha evolucionado desde una perspectiva centrada en lo físico o médico hacia un enfoque que considera el contexto físico, social y político de la persona. Actualmente, se reconoce que la discapacidad surge de la interacción entre el estado de salud o la deficiencia de una persona y los múltiples factores que configuran su entorno. Aunque se han logrado avances importantes para hacer el mundo más accesible, la OPS advierte que aún queda mucho por hacer para responder adecuadamente a las necesidades de las personas con discapacidad.
Desde la perspectiva de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC), la inclusión de personas con discapacidad implica integrarlas en las actividades cotidianas y fomentar que asuman roles similares a los de sus pares sin discapacidad. Este proceso requiere más que motivación individual: demanda la existencia de políticas y prácticas adecuadas en las comunidades y organizaciones. La inclusión debe traducirse en una mayor participación en roles y actividades socialmente previstos, como ser estudiante, trabajador, amigo, miembro de la comunidad, paciente, esposo, pareja o padre.
Las actividades socialmente previstas también comprenden la participación en eventos sociales, el uso de recursos públicos como el transporte y las bibliotecas, la movilidad dentro de las comunidades, el acceso a una atención médica adecuada, la interacción social y la posibilidad de disfrutar de otras actividades cotidianas.
Según los CDC, la inclusión permite que las personas con discapacidad se beneficien de las mismas actividades de prevención y promoción de la salud que el resto de la población.

Entre estas actividades se incluyen programas de educación y consejería para promover la actividad física, mejorar la nutrición o reducir el consumo de tabaco, alcohol o drogas, así como mediciones de la presión arterial y del colesterol durante exámenes médicos anuales y pruebas de detección de enfermedades como las cardiacas, el cáncer y la diabetes.
El inicio de la inclusión en estas actividades pasa por identificar y eliminar los obstáculos que dificultan la participación de las personas con discapacidad.
Aunque la discapacidad puede estar relacionada con afecciones como la artritis o trastornos mentales y emocionales, o con eventos como lesiones, el funcionamiento, la salud, la independencia y la participación social de las personas con discapacidad varían en función de diversos factores: la gravedad de la deficiencia subyacente, las influencias y expectativas sociales, políticas y culturales, las características de los entornos naturales y construidos, la disponibilidad de tecnología y dispositivos de asistencia, y el apoyo y la participación de la familia y la comunidad.
Para los CDC, la inclusión de personas con discapacidad implica comprender la relación entre el funcionamiento individual y la participación social, así como garantizar que todas las personas tengan las mismas oportunidades de participar en todos los aspectos de la vida, de acuerdo con sus capacidades y deseos.
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