“El autismo es una pandemia”, advirtió un reconocido psiquiatra especializado en neurodesarrollo

El diagnóstico aumentó casi un 6000% en los últimos 30 años, según el psiquiatra Christian Plebst. En diálogo con Infobae, en la previa del Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo, describió los factores que explican este fenómeno y el rol de las pantallas

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El psiquiatra Christian Plebst alertó
El psiquiatra Christian Plebst alertó sobre un aumento del 6000% en los diagnósticos de autismo en las últimas tres décadas (Imagen Ilustrativa Infobae)

En vísperas del Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo, que se conmemora a nivel global este miércoles 2 de abril, las cifras actuales de estos trastornos llevan a los especialistas a considerar al autismo como una pandemia. Y como tal, es urgente atender todas las aristas que el tema implica.

Según sostuvo en diálogo con Infobae el médico psiquiatra infanto juvenil Christian Plebst (MN 81.138), quien es consultor en desarrollo infantil, educación, inclusión, convivencia y auto-conocimiento, “el autismo puede ser considerado una pandemia”.

Los diagnósticos de este trastorno aumentaron casi un 6000% en los últimos 30 años, una cifra que, lejos de explicarse solamente por la mejora en las herramientas de detección, en su mirada, “refleja un fenómeno social y biológico de mayor profundidad y alcance”.

“En los años ‘90 se consideraba que había uno niño con autismo por cada 2500. Hoy los números que se están manejando es de uno en 36. Eso no puede explicarse únicamente por una mayor conciencia o mejores diagnósticos. Algo está sucediendo”, afirmó Plebst.

Un aumento que interpela a la sociedad entera

El autismo debe entenderse como
El autismo debe entenderse como un síndrome conductual dinámico y no como una condición fija, sostiene Plebst (Freepik)

Para el especialista, el autismo debe dejar de ser comprendido como un síndrome con causa única y origen meramente biológico. “Lo que hoy llamamos autismo es un síndrome conductual. Es un punto de llegada al que se puede arribar por múltiples caminos: causas biológicas, genéticas, congénitas, ambientales y sociales”, explicó.

El niño con diagnóstico de autismo —aseguró— “no está fallado”, sino que está manifestando de forma visible las dificultades que está teniendo en organizar sus experiencias sensoriales y aprendizajes.

En esta lógica, el autismo aparece como el resultado de un niño que no logra integrar, procesar y modular experiencias clave en los primeros años de vida. “El bebé aprende todo a través de los sentidos, y esos sentidos necesitan un entorno que los acompañe al ritmo adecuado. Si por algún motivo ese entorno falla —aunque sea sin intención— o el cerebro del niño tiene algún tipo de vulnerabilidad, el desarrollo puede descarrilar”, sintetizó el experto.

Para Plebst, el autismo no es un estado fijo ni una condición única, sino una respuesta del sistema nervioso ante un entorno que el cerebro no logra procesar. “Cuando el cerebro no puede autorregularse, integrar, procesar y modular en simultáneo para aprender, entra un default”, explicó. En ese estado, señaló, el bebé comienza a manifestar conductas de autorregulación que dependen más del estímulo sensorial que del vínculo afectivo o la atención sostenida.

“Ese default que hoy llamamos autismo en realidad es lo que el cerebro está intentando hacer con ese desborde”, continuó el experto y describió cómo aparecen las clásicas conductas repetitivas —hamacarse, girar, alinear objetos, mirar fijamente— como una forma de auto-calma ante la imposibilidad de organizar las experiencias del mundo.

Pantallas, placer sin cuerpo y el riesgo silencioso

El uso excesivo de pantallas
El uso excesivo de pantallas desde edades tempranas es un factor de riesgo clave en el desarrollo infantil, advierte el experto (Imagen Ilustrativa Infobae)

Entre los múltiples factores que Plebst identifica como obstaculizadores del desarrollo temprano, uno adquiere especial protagonismo: las pantallas. El uso temprano de dispositivos electrónicos por parte de bebés y niños pequeños constituye, según el especialista, un riesgo grave pero subestimado.

La tecnología aporta un placer sin hacer. Y el bebé necesita aprender a través de la experiencia corporal, no del estímulo visual pasivo. Las pantallas ofrecen dopamina sin sentido, como un kilo de azúcar al sistema límbico”, explicó el psiquiatra.

El niño, según él, necesita observar adultos realizando actividades con sentido, en entornos naturales, con contacto físico y juego simbólico. “Antes, los bebés veían a sus padres cocinar, limpiar, construir. Hoy, muchos están entretenidos pero no están aprendiendo procesos”.

Los bebés necesitan libertad de
Los bebés necesitan libertad de movimiento para desarrollar conexiones neuronales fundamentales durante los primeros años (Imagen Ilustrativa Infobae)

En ese sentido, Plebst advirtió que uno de los factores más invisibles pero determinantes en el desarrollo infantil actual es la pérdida de movimiento libre y el predominio de entornos sobre estimulantes desde la primera infancia. “Hemos perdido esa libertad del movimiento. Los niños no solo están recibiendo pantallas en edad temprana, sino ha disminuido la exposición en la naturaleza”, afirmó.

Y describió una escena cotidiana que, a su juicio, refleja esta transformación: bebés trasladados en carritos mirando hacia adelante, mientras sus padres, estresados, observan sus propios dispositivos. “El niño está en un bebesit, en un huevito transportado... está muy cómodo, sí, pero está cargando el sistema visual con demasiada información”.

Diagnósticos que encasillan: una crítica al modelo automático

El diagnóstico automático basado en
El diagnóstico automático basado en cuestionarios puede reforzar el estrés en lugar de aliviarlo (Freepik)

Plebst señaló también sobre las herramientas diagnósticas simplificadas y los tratamientos generalizados que se aplican sin comprender la individualidad de cada caso.

“Muchos niños están siendo diagnosticados a partir de cuestionarios simples y enviados a tratamientos automáticos —observó—. Pero no se puede tratar una conducta sin antes entender por qué está ahí. No se trata de ´tratar´ el autismo, sino de acompañar al niño a aprender a su ritmo”.

E insistió en la idea de que cada niño con diagnóstico de autismo aprende, pero lo hace de una manera diversa, que exige otro ritmo, otra forma de acompañamiento. “Lo que hacemos muchas veces con estos tratamientos estándar es reforzar el estrés del niño, volverlo más rígido, más ansioso”.

Comprender al niño más allá
Comprender al niño más allá del diagnóstico es el primer paso para garantizar su bienestar y desarrollo (Freepik)

Según Plebst, todo niño con diagnóstico de autismo tiene capacidad de aprendizaje, pero ese proceso depende en gran medida del entorno que lo rodea. “Ese niño aprende y no tiene un límite de aprendizaje, pero tenemos que aprender a cómo adaptar el entorno —sensorial, afectivo, motriz, social y cognitivo— a ese niño”, sostuvo. Para el especialista, el error del enfoque tradicional fue pretender que el niño se adapte a un modelo rígido de conducta esperada, en lugar de construir un entorno que respete su modo singular de desarrollo.

“En vez de exigir que ese niño se adapte y se normalice adquiriendo conductas ‘normales’, que era el modelo anterior”, para él, es necesario comprender que cada trayectoria de aprendizaje es única y requiere acompañamiento personalizado.

El rol fundamental del vínculo, la comunidad y el entorno

El entorno debe adaptarse al
El entorno debe adaptarse al niño, no el niño al entorno, destaca Plebst como principio central del acompañamiento (Imagen Ilustrativa Infobae)

Plebst sostuvo que la crianza en comunidad y el acompañamiento respetuoso son el tratamiento troncal para este tipo de trastornos. “Los niños aprenden cuando están en entornos comprensivos. El consultorio no es el centro del tratamiento, sino la vida cotidiana en familia, en la escuela, en el barrio”, aseguró.

En este punto, alertó también sobre la sobrecarga que enfrentan madres y padres al criar sin red de apoyo: “Una madre sola no puede sostener esto. La comunidad es indispensable”. Y señala que las escuelas deben recuperar su rol central: “Cada aula es un ecosistema. Si no estamos todos, no es educación. Es segregación”.

La inclusión escolar no es
La inclusión escolar no es solo un derecho, es también una herramienta terapéutica efectiva, afirma Plebst (Freepik)

El experto subrayó la importancia de recuperar una crianza colectiva y entornos compartidos como condición para el aprendizaje genuino de los niños con diagnóstico de autismo. “La crianza es en comunidad, ha sido así durante millones de años y en la actualidad se está diluyendo”, advirtió, al tiempo que insistió que los niños necesitan aprender todos juntos. “Necesitamos que los niños con procesos diversos de aprendizaje aprendan con todos los demás, siempre con los ajustes necesarios a su particular perfil de aprendizaje y sensibilidad sensorial, afectiva y motriz”.

Para el especialista, la inclusión educativa no es un ideal, sino una necesidad concreta: “Hoy estamos entendiendo que la inclusión es el mejor tratamiento, porque es tratar de recrear el mejor lugar, los mejores tiempos, los mejores entornos para que ese niño aprenda todo el día”.

Señales de alerta para mirar con atención

Los mojones madurativos permiten detectar
Los mojones madurativos permiten detectar tempranamente si un bebé necesita más acompañamiento (Imagen Ilustrativa Infobae)

Sobre el diagnóstico temprano, Plebst pidió cautela y profundidad. “Es importante identificar señales sin generar alerta ni miedo. No se trata de etiquetar, sino de acompañar con sensibilidad”.

Entre los hitos madurativos mencionó algunas señales que los niños dan a lo largo de su desarrollo y que deben ser tenidas en cuenta por padres y pediatras:

0 a 3 meses

  • Reacciona a los sonidos (voz de la madre, ruidos del entorno)
  • Establece contacto visual, aunque sea por períodos cortos

4 a 6 meses

  • Sonríe en respuesta a la interacción social (sonrisa social)
  • Imita gestos simples (como mover la mano)
  • Reacciona a juegos sencillos (como el “cucú” o el “¡hola!”)

7 a 9 meses

  • Imita sonidos simples (balbuceos, vocalizaciones)
  • Usa gestos para comunicarse (como señalar)
  • Reacciona a objetos (alcanza, toca, explora)

10 a 12 meses

  • Emite palabras simples para comunicarse
  • Imita acciones simples (como beber de un vaso)
  • Responde a su nombre cuando se lo llama

13 a 18 meses

  • Usa frases simples para comunicarse
  • Imita juegos simples (como jugar al escondite)
  • Reacciona a objetos y personas de forma apropiada

Además, el especialista destacó otras señales de alerta fuera del rango madurativo estándar:

  • Falta de balbuceo o movimientos con la mano entre los 6 y 12 meses
  • Ausencia de señalamiento (con la mano o la mirada) hacia los 12 meses
  • Uso de frases copiadas o robotizadas en lugar de lenguaje coloquial
  • Pérdida de habilidades previamente adquiridas antes de los 18 meses
  • Exposición excesiva a pantallas antes de los 2 años

Un cambio de mirada que también es evolutivo

Comprender al niño más allá
Comprender al niño más allá del diagnóstico es el primer paso para garantizar su bienestar y desarrollo (Imagen Ilustrativa Infobae)

Plebst propuso una transformación de fondo: pasar de un enfoque médico lineal a una comprensión sistémica. “Lo que llamamos autismo hoy es la punta del iceberg. Es el resultado de una acumulación de factores de riesgo y de la dilución de elementos fundamentales en nuestra evolución como especie”.

En su mirada, la desconexión con la naturaleza, la sobrecarga visual, la pérdida del juego simbólico, la crianza sin comunidad y la obsesión con el rendimiento estarían afectando no solo a los niños diagnosticados, sino a toda una generación.

El cerebro de un niño no viene para adaptarse a nuestra agenda. Viene a decirnos qué necesita. Y si no lo escuchamos, va a dejar de aprender. Va a desconectarse. Va a manifestar conductas que malinterpretamos como ‘trastornos’, cuando en realidad son intentos desesperados por autorregularse”, subrayó el experto.

Palcos, estadios y conciencia: algunas experiencias para reconectar

El fútbol, por su masividad,
El fútbol, por su masividad, es una herramienta estratégica para visibilizar el autismo en la sociedad (Imagen Ilustrativa Infobae)

Además de su rol clínico, Plebst impulsa iniciativas sociales con impacto. Como cofundador de Respirar Comunidad y de Beff Blue Elephant Foundation, participa en iniciativas como la creación de palcos en estadios de fútbol diseñados para niños con sensibilidades sensoriales. Ya se inauguraron espacios por ejemplo en Córdoba y este fin de semana en el estadio de Independiente de Avellaneda, en el marco de la Semana Azul.

“El objetivo final no es que estén en un palco aislado, sino generar conciencia para que eventualmente puedan compartir los mismos espacios con todos. El fútbol, por su impacto global, es un puente para esa transformación”, opinó.

Para él, el deporte —y en particular el fútbol— representa una plataforma única para generar conciencia sobre el autismo y sus múltiples dimensiones. “Es un poco ´utilizar´ en el buen sentido quizás el deporte más poderoso, más popular justamente para que sea plataforma de dar a conocer todo esto”, afirmó. Su objetivo no es solo crear espacios accesibles, sino también comunicar el conocimiento acumulado para evitar que, por desconocimiento o inercia, se sigan reforzando prácticas que agravan el problema.

Un mensaje para el 2 de abril... y todos los días

Cada niño con autismo tiene
Cada niño con autismo tiene un perfil único de aprendizaje que requiere un acompañamiento individualizado (Freepik)

A pocos días del Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo, Plebst dejó una advertencia y una propuesta. “Esto es un fenómeno social complejo, que nos interpela a todos. No podemos seguir mirando el autismo como un diagnóstico médico aislado”.

Su propuesta es clara: menos etiquetas, más comprensión. Menos tratamientos mecánicos, más acompañamiento respetuoso. Y sobre todo, más comunidad.

“El diagnóstico de autismo no es un punto final. Es el inicio de una conversación profunda sobre cómo criamos, cómo aprendemos y cómo nos vinculamos”, concluyó.

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