
El sarro dental, también conocido como cálculo o tártaro, es un problema común que afecta a muchas personas, pero que puede evitarse con una adecuada higiene oral. Su formación es consecuencia del endurecimiento de la placa bacteriana.
Este proceso puede ser perjudicial no solo para la estética dental, sino también para la salud bucal en general, provocando una serie de afecciones si no se controla a tiempo.
Según el Consejo General de Dentistas de España, el sarro no solo es un indicio de una higiene deficiente, sino que también puede dar lugar a complicaciones más graves como caries y enfermedades de las encías.
Cuál es la diferencia entre placa y sarro

Según MedlinePlus, la placa bacteriana es una capa delgada y pegajosa que se forma constantemente sobre los dientes. Esta está compuesta principalmente por bacterias, restos de alimentos, saliva y células muertas.
Aunque la placa se forma a lo largo del día y puede eliminarse con un adecuado cepillado, si no se retira adecuadamente, se va mineralizando y se convierte en sarro. Este proceso ocurre principalmente después de 24 a 72 horas de haber formado la placa.
El sarro es la versión endurecida de la placa y, a diferencia de esta, no puede ser removido con el simple cepillado, sino que requiere intervención profesional para su eliminación.

Además, el sarro tiene una apariencia más sólida, a menudo de color blanquecino o amarillento, y se adhiere firmemente a los dientes, creando una superficie rugosa que facilita aún más la acumulación de placa.
Cómo evitar que se genere sarro en los dientes
La prevención del sarro está directamente relacionada con una correcta higiene bucal. El primer paso es el cepillado regular de los dientes, preferentemente después de cada comida y, en particular, antes de ir a dormir, cuando la producción de saliva disminuye.
Usar un cepillo adecuado con cerdas suaves y un dentífrico con flúor también es fundamental, ya que el flúor ayuda a fortalecer los dientes y prevenir caries. Además, es recomendable el uso de hilo dental o cepillos interproximales para limpiar las áreas entre los dientes, donde la placa puede acumularse fácilmente.

En algunos casos, también se puede emplear un irrigador bucal para eliminar restos de comida en áreas difíciles de alcanzar. Complementariamente, es importante reducir el consumo de alimentos ricos en azúcares, que alimentan a las bacterias orales responsables de la formación de placa y, posteriormente, sarro.
Por último, visitas regulares al dentista para una limpieza profesional son esenciales para eliminar cualquier acumulación de sarro que no pueda ser removida en casa.
Cómo afecta el sarro a mi salud bucal
La acumulación de sarro en los dientes no es solo una preocupación estética, sino también una amenaza para la salud bucal. El sarro actúa como un reservorio de bacterias, lo que facilita la proliferación de microorganismos dañinos.

Estos pueden provocar gingivitis, una inflamación de las encías que se caracteriza por enrojecimiento, hinchazón y sangrado. Si la gingivitis no se trata a tiempo, puede progresar a una periodontitis, que afecta los tejidos que sostienen los dientes, e incluso puede llegar a provocar la pérdida de dientes.
Además, el sarro contribuye al desarrollo de caries, ya que las bacterias presentes en la placa metabolizan los azúcares de los alimentos y producen ácidos que atacan el esmalte dental. De este modo, la presencia de sarro pone en riesgo no solo la integridad de los dientes, sino también la salud de las encías y los huesos que los sustentan.
Qué consecuencias trae la presencia de sarro en los dientes
Las consecuencias de la presencia de sarro en los dientes son variadas y van más allá de los problemas estéticos. Además de mal aliento (halitosis), debido a la descomposición de los alimentos y la proliferación bacteriana, el sarro puede aumentar la sensibilidad dental, especialmente frente a alimentos fríos o calientes.

Esto ocurre porque el sarro puede afectar las encías y hacer que se retraigan, exponiendo las superficies de los dientes que no están cubiertas por esmalte. En casos más graves, el sarro puede originar infecciones que afecten las encías y los huesos que sostienen los dientes, lo que podría derivar en la pérdida de dientes si no se trata a tiempo.
La periodontitis avanzada, por ejemplo, puede destruir la estructura ósea que sostiene los dientes, provocando su movilidad y eventual pérdida. Por lo tanto, la eliminación del sarro no solo es fundamental para mantener una sonrisa estética, sino también para evitar complicaciones de salud bucal a largo plazo.
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