Se sabe que el arte produce emociones positivas y contribuye a un buen estado de ánimo. Pero ahora una investigación lo comprobó científicamente: consumir cultura es bueno para la salud y el bienestar, produce mejoras en la calidad de vida de las personas y una mayor productividad.
Esta es la conclusión de una revisión encargada por el gobierno del Reino Unido que cuantificó el impacto que las artes y el patrimonio pueden tener en la salud física y mental de las personas y el valor monetario de estos beneficios.
El informe incluyó a 13 grupos diferentes de personas, desde jóvenes hasta mayores, cuya salud y bienestar mejoraron cuando participaron en actividades artísticas.
De acuerdo con el estudio, concurrir a un evento artístico, como un concierto o ballet, o participar en una actividad cultural, incluso de forma ocasional, como cada pocos meses, brinda una serie de beneficios “significativos” que pueden incluir el alivio del dolor y de la fragilidad, la depresión y una menor dependencia de medicamentos.
En línea con estos descubrimientos, recientemente otro estudio, publicado en Frontiers in Human Neuroscience, comprobó que tener experiencias como meditación, observación del arte y la conexión con la naturaleza podrían tener efectos terapéuticos relevantes, especialmente en el contexto de afecciones relacionadas con el estrés.
El nuevo estudio inglés fue realizado para el Departamento de Cultura, Medios de Comunicación y Deportes (DCMS), en una colaboración entre Frontier y el Centro Colaborador para las Artes y la Salud de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que tiene su sede en el University College de Londres.
Matthew Bell de Frontier Economics, coautor de la investigación, afirmó: “La participación en artes escénicas como obras de teatro, musicales y ballet, y en particular la participación en música, está vinculada a reducciones en la depresión y el dolor y a una mejor calidad de vida”.
Y añadió: “Podemos valorar esos impactos en términos de menores costos para el Servicio Nacional de Salud, mayor productividad en el trabajo y mejor calidad de vida”. Incluso puede ayudar a posponer la aparición de la demencia, según la Organización Mundial de la Salud.
Los hallazgos se hacen eco de un informe de la OMS que concluyó que las artes pueden ayudar a las personas que padecen enfermedades mentales; pueden apoyar la atención de quienes tienen afecciones agudas, con trastornos neurológicos y de desarrollo neurológico; contribuir en el manejo de enfermedades no transmisibles y apoyar la atención al final de la vida.
La profesora Daisy Fancourt, directora del centro de la OMS y también coautora de la investigación, señaló que había comprobado que “la participación en las artes tiene efectos diversos y tangibles en la salud, desde apoyar el desarrollo cognitivo y proteger contra el deterioro cognitivo, hasta reducir los síntomas de las enfermedades mentales y mejorar el bienestar, reduciendo el dolor y el estrés, a través de las mismas vías neurológicas y fisiológicas activadas por la medicación; reduce la soledad y mantiene el funcionamiento físico, disminuyendo así la fragilidad y el deterioro físico relacionado con la edad”.
Y completó: “La participación en las artes puede ayudar a bajar la presión innecesaria sobre los servicios de salud, al ayudar a las personas a gestionar su propia salud de manera más proactiva, por ejemplo, al mantenerse físicamente activas y socialmente comprometidas, reduciendo así la necesidad de internaciones en hospitales y residencias de ancianos”.
“Visitar museos y galerías, participar en coros y ver obras de teatro, enriquece nuestras vidas de innumerables maneras”, escribió Gus O’Donnell, jefe de Frontiers Economics en el prólogo del informe.
Por ejemplo, los mayores de 65 años que tomaron clases de dibujo todas las semanas durante tres meses en su museo local, en una iniciativa llamada “Jueves en el museo”, generaron un dividendo financiero de una media de 1.310 libras cada uno por ir menos a ver a su médico de cabecera y sentirse mejor con su vida.
De manera semejante, un estudio realizado con 3.333 jóvenes adultos de entre 18 y 28 años descubrió que quienes participaban en actividades artísticas, musicales o teatrales organizadas se sentían más felices y que, como resultado, sus vidas tenían más significado y valor.
La mayor parte (£7 mil millones) de los £8 mil millones de beneficios para la sociedad que Frontier calculó que aportan la cultura y el patrimonio provienen de una mejor calidad de vida de las personas y la otra parte proviene de una mayor productividad en el trabajo.
“El estudio destaca cómo la participación cultural puede beneficiar la salud general de los adultos, cómo las actividades artísticas pueden mejorar la autoestima de los niños y cómo cantar en coros puede mejorar la salud de los adultos mayores”. manifestó O’Donnell.
Y concluyó: “Comprender el valor monetario de los efectos de la cultura y el patrimonio en la salud y el bienestar mejora la capacidad de los gobiernos para tomar decisiones informadas sobre la asignación de recursos en todas las partes del ámbito público”.
Los hallazgos “sugieren que no solo una mayor inversión en las artes podría ser valiosa para los individuos y el servicio de salud como parte de una agenda de salud preventiva, sino también que cualquier recorte a la financiación o provisión de artes debe considerarse un riesgo para la salud pública con ramificaciones económicas individuales y sociales”, agregó Fancourt, quien también dirige el grupo de investigación bioconductual social de la UCL.