Un nuevo estudio relaciona el trabajo sedentario con un riesgo 37% mayor de sufrir insomnio

Los patrones de sueño irregulares y los turnos nocturnos agravan el riesgo de enfermedades crónicas vinculadas a la organización laboral, afectando a millones de trabajadores globalmente

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El 80% de la fuerza
El 80% de la fuerza laboral estadounidense trabaja de forma sedentaria, aumentando el riesgo de problemas de sueño (Imagen Ilustrativa Infobae)

En un mundo donde las jornadas laborales frente a una computadora son la norma para millones de personas, una reciente investigación pone en foco una alarmante consecuencia de esta tendencia: los trabajos sedentarios incrementan significativamente el riesgo de desarrollar problemas de sueño, especialmente insomnio. Según un estudio publicado en el Journal of Occupational Health Psychology, quienes tienen empleos mayormente sedentarios enfrentan hasta un 37% más de probabilidad de experimentar síntomas similares al insomnio.

“Sabemos que el sueño es crucial para la productividad y el bienestar de los empleados. Sin embargo, la forma en que se diseñan los trabajos actualmente está comprometiendo gravemente la salud del sueño”, aseguró la doctora Claire Smith, autora principal del estudio y profesora asistente de psicología en la Universidad del Sur de Florida. Estas conclusiones subrayan una realidad preocupante, especialmente considerando que un 80% de la fuerza laboral en Estados Unidos se clasifica como sedentaria.

La investigación analizó datos de más de mil trabajadores estadounidenses durante una década. Esta mirada de largo plazo no solo permitió identificar patrones persistentes de sueño, sino que también destacó cómo el diseño del trabajo—particularmente en términos de actividad física y horarios laborales—impacta la calidad del descanso nocturno.

¿Cómo afecta el diseño laboral al sueño?

Un nuevo estudio detalla cómo
Un nuevo estudio detalla cómo el diseño laboral afecta la salud del sueño durante décadas (Imagen ilustrativa Infobae)

El estudio evaluó factores como el uso de tecnología, los niveles de actividad física y los horarios laborales, elementos que conforman lo que los expertos denominan “diseño laboral”. Los participantes informaron sobre sus hábitos de sueño en dos periodos distintos: entre 2004 y 2006, y una década después, entre 2013 y 2017. Los datos recogidos se analizaron bajo seis indicadores de salud del sueño: duración, regularidad, síntomas de insomnio, siestas, fatiga diurna y tiempo necesario para conciliar el sueño.

De este análisis surgieron tres categorías de patrones de sueño:

  1. Buenos durmientes: Personas con ciclos de sueño regulares y baja fatiga durante el día.
  2. Durmientes con insomnio: Quienes presentan ciclos de sueño cortos y altos niveles de cansancio diurno.
  3. Durmientes de recuperación: Personas que recurren a siestas o largas horas de descanso los fines de semana para compensar un sueño irregular.
Los trabajadores nocturnos tienen un
Los trabajadores nocturnos tienen un 66% más de probabilidad de caer en la categoría de durmientes de recuperación (Imagen Ilustrativa Infobae)

Según el estudio, los trabajadores que realizan turnos nocturnos tienen un 66% más de probabilidad de caer en la categoría de durmientes de recuperación. Este grupo también incluyó a un número significativo de trabajadores manuales y de campo, quienes enfrentan horarios irregulares y demandas físicas intensas.

Consecuencias a largo plazo de un sueño deficiente

Los efectos de los patrones de sueño irregulares van más allá del cansancio momentáneo. La investigación liderada por Smith reveló que el 90% de quienes desarrollan síntomas de insomnio debido al diseño de sus trabajos mantienen estos problemas durante al menos una década. Esto eleva significativamente el riesgo de desarrollar enfermedades crónicas como enfermedades cardiovasculares, diabetes, depresión y fragilidad.

Otro hallazgo preocupante del estudio es el impacto desigual entre los distintos tipos de empleo. Mientras los trabajadores de oficina, generalmente clasificados como trabajadores de “cuello blanco”, tendían a caer en las categorías de buenos durmientes o durmientes con insomnio, los trabajadores manuales, o de “cuello azul”, enfrentaban mayores dificultades para mantener un sueño saludable debido a sus horarios y condiciones laborales.

Pausas activas y horarios flexibles
Pausas activas y horarios flexibles son cambios sugeridos para mejorar la calidad del sueño en oficinas (Imagen Ilustrativa Infobae)

El doctor Luis Buenaver, experto en medicina del sueño en la Universidad Johns Hopkins, elogió el enfoque del estudio. Según él, “este tipo de análisis, que se extiende por años, es crucial para entender cómo los hábitos laborales afectan no solo el sueño, sino también la salud general”.

Cambios prácticos para mejorar el sueño

Aunque cambiar de trabajo para ajustarse a las necesidades del sueño puede ser inviable para muchas personas, existen pequeñas modificaciones que pueden marcar una diferencia. Smith sugirió practicar el “job crafting”, o ajustar aspectos del trabajo diario para que se alineen mejor con las necesidades personales.

Para los empleados sedentarios, tomar pausas activas durante la jornada, como caminar por la oficina o usar las escaleras en lugar del ascensor, puede ser una estrategia efectiva. Esto no solo mejora el bienestar físico, sino que también ayuda a conciliar mejor el sueño al final del día. Buenaver también recomendó establecer recordatorios en el teléfono para garantizar que estas pausas se realicen regularmente.

La tecnología y los horarios
La tecnología y los horarios irregulares afectan el ritmo circadiano y dificultan el buen descanso nocturno (Imagen ilustrativa Infobae)

Asimismo, reducir la exposición a dispositivos electrónicos antes de dormir es fundamental. La luz azul emitida por los teléfonos y las computadoras puede alterar el ritmo circadiano y dificultar el sueño. Los expertos aconsejan desconectarse de estos dispositivos al menos dos horas antes de acostarse, o bien utilizar filtros de luz azul si no es posible evitarlos.

La investigación plantea un desafío importante para empleadores y responsables del diseño laboral: considerar cómo las condiciones de trabajo influyen en la salud del sueño de los empleados. “Incluso pequeños cambios en los hábitos laborales y en la rutina diaria pueden generar un impacto positivo”, aseguró Buenaver. Por ejemplo, implementar horarios más flexibles o fomentar una cultura organizacional que priorice la salud integral de los empleados podría marcar la diferencia en la calidad del descanso de millones de trabajadores.

Al mismo tiempo, los hallazgos refuerzan la necesidad de seguir explorando el vínculo entre el trabajo y el sueño. Según Smith, “el sueño no es solo un pilar de la salud, sino también un componente clave para la productividad y el bienestar a largo plazo”. Y para quienes enfrentan problemas crónicos de sueño, la persistencia en cambios pequeños, como los mencionados, puede ser la clave para recuperar el equilibrio.

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