Si algo adoran los niños de las vacaciones de verano son las largas jornadas al aire libre. En la playa, la montaña, la pileta del club o la colonia de vacaciones, lo cierto es que los más chicos pasan muchas horas del día al sol, y si no reciben los cuidados adecuados, eso puede traducirse en lesiones en la piel, actuales o futuras.
Bien sabido es que los efectos del sol son acumulativos, y que pueden prevenirse mediante prácticas sencillas y el uso correcto de protectores solares.
Los niños requieren un cuidado especial debido a la inmadurez de su piel, lo que los hace más vulnerables a los efectos dañinos de los rayos ultravioleta (UV).
Los riesgos de la exposición solar
Los rayos UV, responsables de los daños en la piel, se dividen en tres tipos: UVA, UVB y UVC. Andrés Politi es médico dermatólogo de la Sociedad Argentina de Dermatología (SAD) y explicó a Infobae que la radiación UVC, aunque es la más peligrosa, no llega a la superficie terrestre gracias a la atmósfera. Sin embargo, las radiaciones UVA y UVB sí lo hacen, con consecuencias significativas:
- UVA: penetra profundamente en la piel, favoreciendo el envejecimiento prematuro y el desarrollo de cáncer.
- UVB: afecta las capas superficiales, provocando quemaduras y también asociado al cáncer.
“Los rayos del sol se acumulan año tras año en nuestra piel y producen manchas solares, arrugas, alergias, golpes de calor y pigmentación de cicatrices”, señaló el especialista.
Si bien estos daños son una preocupación para todos, Politi subrayó que los niños tienen una mayor vulnerabilidad debido a la proporción entre su superficie corporal y peso, lo que amplifica la absorción de productos y la exposición a sustancias químicas.
Protección en la infancia: por qué el cuidado debe ser extremo
“La piel de los niños menores de seis meses es muy vulnerable a los rayos del sol, por eso no deben exponerse, ni siquiera un poquito”, alertó a este medio el médico pediatra Lucas Navarro (MP 4133), integrante de la Subcomisión de Medios de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP).
Según explicó, su piel se quema con facilidad, incluso tras una breve caminata bajo el sol. Para este grupo, se recomienda mantenerlos siempre en sombra y evitar el uso de protectores solares, que pueden ser nocivos para su metabolismo inmaduro.
En niños mayores de seis meses, Navarro y Politi coincidieron en aconsejar el uso de protectores físicos, que contienen óxido de zinc o dióxido de titanio. Estos productos no se absorben en la piel, sino que “rebotan la radiación solar”, aclaró Politi. La aplicación debe ser generosa, cubriendo todas las áreas expuestas, incluidas las orejas, el cuello y los pies, al menos 30 minutos antes de salir al sol.
A partir de los dos años, los niños pueden usar los protectores solares de amplio espectro que también utilizan los adultos. “Es importante evitar los productos con mayor complejidad química, porque pueden provocar reacciones alérgicas más significativas en los más pequeños”, añadió Politi.
Buenas prácticas para la protección solar
Como se vio, el uso adecuado del protector solar es esencial. Politi resaltó que debe aplicarse abundantemente y reaplicarse cada dos horas, o después de nadar o sudar intensamente. Además, el dermatólogo explicó que el factor de protección solar (FPS) no es lineal: “Un protector FPS 30 bloquea el 97% de los rayos UV, mientras que un FPS 50 alcanza el 99%. Por encima de 30, la diferencia es mínima”.
Tanto para niños como adultos, se recomienda evitar los horarios de mayor radiación solar (de 10 a 16 horas), buscar sombra y complementar la protección con ropa adecuada. “Sombreros de ala ancha, gafas oscuras y ropa de manga larga son aliados indispensables para quienes trabajan al aire libre”, señaló la médica pediatra Ángela Nakab (MN 68.722), secretaria de la Subcomisión de Medios y Comunicación de la SAP y jefa del Hospital de Día Polivalente del Hospital Elizalde.
Politi hizo hincapié en la cantidad de producto usado. “El protector solar no es maquillaje; hay que poner mucho, gastarlo y volver a aplicarlo”, recalcó.
Recomendaciones generales para adultos y niños
Nakab resumió los cuidados esenciales:
- Evitar el sol entre las 10 y las 16 horas.
- Usar protectores de amplio espectro con FPS superior a 30, incluso en días nublados.
- Buscar sombra y usar sombreros que cubran las orejas.
- Reaplicar el protector tras salir del agua.
Los especialistas coincidieron en que protegerse del sol no debe limitarse al verano ni a los días soleados. “La radiación UV es una amenaza constante, pero con las medidas adecuadas podemos minimizar los riesgos y cuidar nuestra piel a largo plazo”, concluyó Politi.
Protegerse del sol es una medida de salud pública que puede prevenir enfermedades graves como el cáncer de piel. Tanto en adultos como en niños, el protector solar es una herramienta poderosa, pero no la única. “La clave está en combinar las estrategias: sombra, ropa adecuada y un uso consciente del protector”, coincidieron los expertos.