Verano y cuidados en el agua: cómo prevenir ahogamientos y problemas de oído en los niños

Cada año, unas 300.000 personas mueren por ahogamiento, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Entre las víctimas más vulnerables están los niños menores de 5 años, quienes representan una cuarta parte de estas tragedias.

“Cuando hablamos de ahogamientos nos referimos a las dificultades para respirar causadas por la sumersión o inmersión en un líquido”, explicó a Infobae la médica pediatra María Cecilia Rizzuti (MN 82.871), pro secretaria del Comité Nacional de Prevención de Lesiones de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP).

Además, la exposición al agua en verano incrementa el riesgo de dolencias comunes, como infecciones del oído. En ese sentido, el médico otorrinolaringólogo Santiago Monsalve (MN 160.591), del Hospital de Clínicas José de San Martín advirtió sobre la importancia de identificar y prevenir problemas como la otitis externa, una dolencia muy común en verano.

La médica otorrinolaringóloga Stella Maris Cuevas (MN 81701) explicó en Infobae que “los niños suelen ser los más afectados por las otitis externas, ya que permanecen largos períodos con la cabeza sumergida en el agua y no suelen secar adecuadamente la zona”.

En este punto, Rizzuti comenzó por aclarar que “un niño no necesita estar en el mar o en una piscina para ahogarse”. Un simple balde con agua o incluso el inodoro pueden convertirse en trampas mortales para un niño pequeño.

De allí que la supervisión constante es esencial, y requiere de adultos atentos al 100% y a una distancia suficiente para reaccionar de inmediato.

En hogares con piscinas, la pediatra recomendó instalar cercas de al menos 1,20 metros de altura con barrotes verticales para que los niños no puedan escalar, y un cierre que el niño no puede abrir fácilmente. Asimismo, Rizzuti aconsejó “no dejar sillas, bancos o elementos sobre los que se pueda trepar y saltar la valla, y mantener la piscina libre de objetos llamativos que los puedan atraer”.

“Tampoco es aconsejable confiar en los inflables y dejar al pequeño solo dentro de la pileta porque los inflables no son un elemento salvavidas sino simplemente un elemento para el juego”, remarcó.

Estas medidas de prevención, en opinión de la experta, se complementan con la educación de los niños, recordándoles que jamás deben nadar sin medidas de vigilancia.

Cuando se visita una casa ajena, Rizzuti aconsejó inspeccionar posibles peligros, como charcos, canales o acequias. “Estos lugares pueden ser peligrosos para personas de cualquier edad. El problema es que muchos subestiman los riesgos, especialmente si tienen experiencias en el agua sin incidentes previos”, advirtió.

Aprender a nadar no solo es una habilidad valiosa, sino una medida de seguridad crucial. La OMS resalta que enseñar habilidades básicas de natación y rescate seguro podría evitar hasta 774.000 muertes por ahogamiento de aquí a 2050. “Es importante aprender natación lo antes posible, adaptándonos a la edad y las capacidades de cada persona”, subrayó Rizzuti.

Además, insistió en la importancia de respetar las normas de seguridad acuática, sobre todo en las vacaciones. Esto es, bañarse en áreas habilitadas, respetar señales como banderas rojas y evitar zonas de peligro, como canteras o ríos estancados. Asimismo, “es necesario estar muy atentos a las señales de las crecidas de los ríos o las corrientes de retorno, que son zonas en el mar donde el agua tiene una gran potencia hacia adentro”.

Estas precauciones también deben ir acompañadas de educación sobre primeros auxilios, como reanimación cardiopulmonar (RCP), para actuar de manera segura en caso de emergencia.

En la temporada estival, las consultas por dolor de oído o disminución auditiva aumentan significativamente. Monsalve señaló que la otitis externa, conocida como la “otitis del nadador”, es particularmente frecuente. Se produce por la inflamación del oído externo tras la exposición al agua, especialmente en piscinas mal cloradas o aguas estancadas.

En ese sentido, Cuevas explicó en Infobae que “el conducto auditivo externo, compuesto por hueso y cartílago recubiertos de piel con un pH ácido, cumple una función protectora”. Según la experta, este conducto actúa como una extensión del pabellón auricular, con forma de tubo, que conecta la oreja con la membrana timpánica. “La otitis se origina cuando ocurre una alteración en la barrera natural de la piel que recubre esta área, lo que puede comprometer su capacidad de defensa, y el síntoma más común es el dolor intenso de oído”.

Para prevenir molestias en el oído, el especialista del Hospital de Clínicas recomendó evitar el uso de objetos que puedan dañar el conducto auditivo, como hisopos, y no sumergirse en agua si se sospecha de una perforación timpánica. “El ingreso de agua al oído medio puede desencadenar infecciones dolorosas y complicaciones que a veces requieren cirugía”, explicó. En caso de perforación, el uso de tapones de silicona, gorros de natación y vinchas de neoprene puede marcar la diferencia.

“Por lo general las piletas correctamente cloradas presentan una carga de microbios menor a las que no tienen cloro -señaló el otorrinolaringólogo-. Dentro de lo que son formaciones naturales de agua como mar y río, estos últimos poseen mayor incidencia de infecciones por tratarse de aguas más estancadas con respecto al mar”.

Otro problema común es el ingreso de arena al conducto auditivo. Al respecto, Monsalve enfatizó que no se debe intentar removerla con objetos caseros, ya que esto puede empeorar la situación. En su lugar, debe acudir a un especialista para una extracción segura.

Como suele decirse, la prevención salva vidas, y los expertos coinciden en que el cambio comienza con la educación y la responsabilidad. Desde la instalación de medidas de seguridad en el hogar hasta la enseñanza de natación y primeros auxilios, cada paso cuenta.

“Los ahogamientos son evitables. Las causas son diferentes, pero cuando se trata de niños, en general es como consecuencia de errores de los adultos a cargo”, enfatizó Rizzuti, para quien “respetar las normas, educarse sobre los riesgos y actuar con precaución puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte”.