Las cajas que partieron desde el Alto Valle hacia Uruguay llevaban un envío pequeño en tamaño, pero enorme en significado. Por primera vez, biocontroladores producidos íntegramente en Patagonia Norte salieron del país para incorporarse al manejo sanitario de frutales en el exterior.
Fue un paso que sintetiza años de trabajo en el Cemubio, donde la producción de organismos benéficos se transformó en una herramienta concreta para sistemas más equilibrados.
En el corazón del embarque viajó Goniozus legneri, una avispa parasitoide utilizada con eficacia en la región para controlar grafolita y carpocapsa, plagas de alto impacto en frutales de pepita. En Uruguay será evaluada principalmente en montes de manzanos, donde técnicos locales medirán su desempeño y adaptación a nuevas condiciones de campo.
Un avance alineado con la nueva fruticultura
La exportación se inscribe en un contexto donde crece la demanda por modelos de producción responsables y con menor dependencia de insumos de síntesis. En ese escenario, los bioinsumos ocupan un lugar cada vez más relevante, y el INTA destaca su aporte para construir planes sanitarios eficientes y consistentes con los estándares ambientales internacionales.
El envío forma parte de un proyecto del Procisur que promueve la validación cruzada de bioinsumos entre instituciones de Argentina, Chile, Brasil, Paraguay y Uruguay. Dentro de esa iniciativa, Goniozus legneri fue el único biocontrolador argentino seleccionado para ensayos en territorio uruguayo, un reconocimiento al nivel de desarrollo alcanzado por el centro patagónico y a la transferencia productiva lograda en los sistemas frutícolas del Alto Valle.
Regulaciones, acuerdos y un equipo que sostiene el proceso
Concretar la exportación implicó un recorrido técnico y normativo exigente. La articulación entre el INTA, SENASA, la Subsecretaría de Ambiente de la Nación y la Secretaría de Ambiente y Cambio Climático de Río Negro permitió cumplir todos los requisitos necesarios para autorizar el movimiento internacional del material biológico.
El primer embarque llegó a Uruguay el 3 de diciembre y estuvo compuesto por 4.950 hembras de Goniozus legneri. Para esta campaña están previstos seis envíos más, que totalizarán 34.650 individuos destinados a ensayos en frutales de pepita.
Investigadoras del INTA viajaron para acompañar la recepción del material y trabajar junto al INIA Uruguay en la definición de estrategias de evaluación y manejo integrado, claves para medir la implantación del biocontrolador en campo.
Ciencia que se expande desde la Patagonia
Con este avance, la Patagonia Norte afianza su posición como referente regional en bioinsumos y demuestra que el conocimiento desarrollado en el territorio puede proyectarse más allá de sus fronteras.
Los organismos enviados representan tanto una herramienta sanitaria como un ejemplo de cómo la ciencia, la articulación institucional y la gestión ambiental pueden converger en soluciones que fortalecen la producción frutícola de la región.
Fuente: Inta
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