Valeria Gastaldi: “Yo voy a tener el bebé, vos si querés después podés participar”

Dividida entre Miami y Buenos Aires y atravesada por un largo duelo, la cantante apuesta a una etapa luminosa: vuelve con nueva música, enfrenta las tormentas internas de Bandana y revisa una de las decisiones más importantes de su vida: iniciar sola el camino de la maternidad, el primer paso de la gran familia que hoy construye junto al padre de sus hijos

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Valeria Gastaldi: “Yo voy a tener el bebé, vos si querés después podés participar”

Está a mitad de camino. Entre la Miami que eligió para vivir y la Buenos Aires que la reconquista cada vez que vuelve. Entre el dolor que no supera pero aprendió a cargar, y la felicidad que supo construir. Entre la alegría por su etapa como cantante solista y la frustración por las tormentas -como las definirá- que pusieron en duda la celebración por los 25 años de Bandana. Así se encuentra Valeria Gastaldi, en varios dilemas. Pero con una sonrisa. Y dispuesta a superar cualquier contratiempo. Ya lo hizo antes en su vida. Varias veces.

Acaba de lanzar “Inoportuno”, una canción pop que marca su regreso, o más bien su “renovación”, como la define. “Estuve triste y apagada los últimos años -confiesa-. Y quiero compartir con la gente canciones más alegres. Eso soy yo también. No soy solo nostalgia y tristeza”.

—¿Estás más alegre?

—Sí. “Inoportuno” es pum para arriba, es para bailar. Tiene un poco de nostalgia porque yo soy nostálgica: soy argentina al 100%. Pero también tiene alegría, frescura.

—La vas a presentar el 18 de diciembre, en Café Berlín.

—Me llegan mensajes muy lindos de la gente: “Quiero escucharte cantar”. Y siempre me dicen que vuelva Bandana, pero que también vuelvan mis shows. Te digo la verdad: fue un poco vertiginoso estar en la vuelta de Bandana y en la vuelta de Valeria Gastaldi. Pero a veces las cosas hay que hacerlas al mismo tiempo.

Cuando a principios de los 2000 participó de Popstars, el reality en el que terminó formando el grupo Bandana junto a Lourdes Fernández, Virginia da Cunha, Lissa Vera e Ivonne Guzmán, Valeria tenía apenas 17 años, casi la misma edad del mayor de sus tres hijos.

“Uno va cambiando”, dice, todavía sorprendida por el paso del tiempo. También por todo lo que pasó en este cuarto de siglo: el furor de la fama, la muerte de su papá, Marcos Gastaldi, la maternidad, la mudanza a los Estados Undios. Y todavía más asombrada por lo que ocurrió en estas semanas, con el reencuentro de Bandana y el anuncio de una gira, con el drama personal de Lourdes, con la intempestiva renuncia de Lissa que puso en jaque los planes. Y de nuevo a mitad de camino, esta vez entre la expectativa y la realidad.

Valeria Gastaldi celebra su regreso
Valeria Gastaldi celebra su regreso a la música con el lanzamiento de 'Inoportuno', una canción pop que marca su renovación artística.

—¿Cómo te sentiste con el reencuentro de Bandana en el escenario?

—Fue muy lindo. Arriba del escenario siempre sucede la magia: todo fluyó como si nunca hubiese pasado ningún conflicto. El sello que tiene Bandana es tan fuerte que se banca cualquier tipo de tormenta. Eso no quiere decir que a uno le agraden esas tormentas, porque no debería ser así, en un reencuentro que es todo felicidad. Pero hay cosas que superan las individualidades y hay que adaptarse a los conflictos y los problemas de otros. Nunca hubiese elegido, en los días previos a un show, estar en problemáticas inexistentes cuando todo estaba planificado para que no existieran. Pero cuando no es solo la energía de uno la que lleva a cabo las cosas, pueden pasar este tipo de desencuentros.

—¿Cuál es el plan ahora?

—Seguir con el plan original. Lissa no está con ganas de hacer la celebración de los 25 años, pero estamos reformulando todo y vamos a festejar igual. Pronto habrá novedades, con invitadas especiales que van a sorprender mucho. Y para nosotros, el Rex es volver a casa. Para la gente va a ser muy emotivo recordar la primera vez que vieron a Bandana ahí. Así que seguimos con el mismo nivel de expectativa. Y por ahí más, por lo que se demoró.

—¿Qué pasó con Lissa?

—Nunca pudimos entender bien lo que pasó. Los primeros días ella estaba muy mal, pero nunca nos dio explicaciones. El último día entró al ensayo y nos dijo: “Cuando pase el show del domingo voy a hablar con ustedes y les voy a contar bien”. Pero nunca supimos cuál fue el problema que tuvo para no poder asistir a los compromisos que ya estaban pactados desde hace mucho tiempo. Nunca recibimos esa explicación. Algún día lo sabremos.

—¿Cómo está hoy el vínculo entre las cuatro?

—Los días de ensayo, dos días de rueda de prensa, algunas comidas y cenas que hicimos para conectar, para reír, para tener conversaciones de qué estaba pasando y hacernos el aguante: todo eso fue lo que hicimos con Virginia y Lourdes en la semana de trabajo, con momentos muy especiales, muy lindos. Lamentablemente, Lissa no participó. Pero más allá de los conflictos y las tormentas que había alrededor, nosotras (con Virginia y Lourdes) supimos aprovechar el encuentro. Tuvimos charlas muy lindas y una sensación de equipo muy fuerte.

—¿Cómo sigue Lourdes?

—Todo lo que le sucedió tuvo una escala mediática que a Lourdes la afectó muchísimo. Pero tuvo mucho valor y la fortaleza para cumplir con todo lo pactado: estar ahí temprano, maquillada, peinada, sonriente, bailando, aprovechando el momento de reencontrarse con sus compañeras. Le puso mucha garra naturalmente, como es ella.

—¿Lo de Lissa tuvo que ver con el vínculo con Lourdes o fue algo general con la banda?

—(Lissa) dijo que estaba muy estresada por todo lo que fue el caso de Lourdes. Nos dijo que iba a hablar después del show y nunca lo hizo. Creo que todos los planes que empezaron a surgir con Bandana le generaban más agobio que alegría, parece que esa es la clave de todo.

—Pero lo que viene, ¿se va a hacer esté Lissa o no?

—Tenemos un compromiso con la gente y las que estamos vamos a cumplir con los shows, como ya lo teníamos planeado. Las otras cosas, no sé. Más que una celebración de los 25 años, parece la despedida definitiva. Íbamos a anunciar los shows de marzo y Lissa dijo: “No quiero hacer los shows”. Estuvimos en shock, hasta que nos recompusimos y dijimos: “¿Por qué detenernos, si la gente los estaba esperando? Hagámoslo”. Entonces, los vamos a hacer igual.

Valeria Gastaldi se presenta el
Valeria Gastaldi se presenta el 18 de Diciembre en Cafe Berlín.

—La última vez que nosotras hablamos vivías en Argentina y en estos años también debiste enfrentar la muerte de tu papá.

—Sí. Mirá, se me viene ya la emoción... El haber cambiado de ciudad no te hace alejarte del duelo para nada: el duelo te persigue para todos lados. Pero no estás todo el tiempo recorriendo los lugares que te hacen acordar a esa persona, entonces, fue como más leve. Y me di cuenta de que el duelo de un padre es mucho más largo de lo que uno piensa.

—Aparte, un padre con una enfermedad muy difícil y muy triste.

—Muy difícil, muy triste. Todos lo sufrimos mucho.

—¿Te pudiste despedir?

—No. O sea, me pasé tres años despidiéndome, pero me sale esa contestación. El otro día, en el programa de Mirtha (Legrand), Mariana Arias contaba que ella no pudo despedir a la mamá (por la pandemia). “Ay, y yo a mi papá”, (pensé). Por eso me sale esa respuesta. Eso me marcó. Vas cuidando a tu ser querido, que está transitando un momento tan duro, y no agarrarle la mano la última semana de su vida fue insólito.

—¿Le pudiste decir antes todo lo que querías decirle?

—Sí. Varios años. Lo cuidé un montón. Todos en la familia lo cuidamos un montón. Pero decís: “Ay, estaba solo”. Uno piensa esas cosas.

—¿Y hoy, lo sentís?

—Sí, sí, lo siento muy cerca.

—¿Dónde lo encontrás?

—Le pedía muchas señales en todo lo que fue la mudanza a Estados Unidos con un bebé de seis meses. Pero yo estaba tan triste por su pérdida que no aparecía tanto. Cuando empecé a estar mejor, empecé a sentir su presencia. Empecé a soñar con él feliz. Y cuando le pido señales, aparece.

—¿Cómo aparecen esas señales?

—Pido: “Mandame una señal”, y aparece una de esas canciones que él ponía en casa a todo lo que da, desde que yo era chiquita. O a veces aparece un pajarito, que es siempre el mismo: “¿Será?”, digo. No sé, me imagino yo.

—¿Por qué fue la mudanza a otro país?

—Fue un poco esto que hablamos de la pandemia: el dolor de ver ciertas cosas, esto de los privilegios de pocos, que a muchos nos dolió mucho. Para los que perdimos familiares, la fiesta de Olivos fue muy dolorosa. Y me empezó a dar como un enojo. Nos quedamos todos en casa y no sé qué, pero esta cosa de unos sí y otros no...

—¿Te enojaste con el país o con quienes nos gobernaban?

—Con quienes nos gobernaban. Amo al país, vengo bastante. Miro las calles, los bares, los restaurantes, y lo amo.

—Estás instalada en Miami. ¿Ustedes ya tenían un lugar?

—No. Armamos todo de cero. Mi marido tiene una empresa que produce shows en Argentina, en México y en Estados Unidos, pero su base es acá. Así que nos movimos para allá; su socio y su mujer también se movieron. El año pasado dije: “Bueno, vuelvo”, y empecé a desarrollar mi carrera solista de nuevo en México. Fue muy lindo.

—Te tomaste un par de años.

—Varios años, un poco por esto: el duelo, el bebé, que me trajo mucha alegría. Pero extrañaba mucho volver a trabajar acá.

—¿Extrañabas cantar?

—Sí. Y cantar contenta. Porque durante mucho tiempo canté triste.

—¿Por qué?

—Por el duelo que estaba viviendo. O estoy: siento que sigo en eso, pero llevándolo mejor. Me gusta estar entera para mí, para los chicos: quiero que vean que mamá puede estar triste, pero no estar tirada, vencida en una cama. No me gusta eso.

—¿Viste con tus hijos Popstars?

—No, ¿sabés que no? Hay muchas cosas de mí que ellos no han visto.

Valeria junto a Santino, Manuel
Valeria junto a Santino, Manuel y Lorenzo.

—¿No saben cómo surgió Bandana? ¿Saben lo que fue, lo que es? ¿No saben ese reality, casting, que fue un furor absoluto?

—No, no, me causa gracia porque es espectacular la pregunta. No se los mostré.

—¿Cuántos años tienen tus hijos?

—Santino va a cumplir 16. Manuel 10 y Lorenzo, cuatro.

—¿Te imaginabas en algún momento esta mamá que sos hoy?

—La verdad que no.

—¿Soñabas una familia?

—Tampoco. De chica yo también era muy Susanita, y de un día para el otro fue: “No, esto no es para mí”. Me fui a estudiar comedia musical a Nueva York, volví. Fui al casting de Bandana con el recorte del diario en la mano, que me había dado mi prima Justina. Así era en ese momento: (el anuncio del casting) lo vi en el diario, estaba en la tele. Fui a Ferro. Y empezó todo ese proceso que fue largo, nos metimos como en una burbuja: perdés noción de la realidad porque estás metido ahí. Arranqué a trabajar y no paré nunca. Entonces, el sueño de Susanita estaba lejos, lejos, lejos...

—¿Te ayudó alguien a quedar en ese casting?

—No. De hecho, me lo hicieron más difícil. En un momento éramos 15 y me viene a visitar un día mi papá con Marcela (Tinayre). Para todo el mundo fue una revolución: “Es Marcela Tinayre”, decía la gente. Con Juana (Viale) de chicas primero jugábamos y después, empezamos con nuestras primeras salidas, nuestras aventuras, éramos amigas-hermanas. Mi contacto más cercano a la tele en mi vida eran ellos, pero en ese momento fue: “Ah, es de la tele...”. Así que no, fue duro. Ese día entró Gustavo Yankelevich y dijo, enojado: “Adonde yo estoy, estas cosas no existen. No hay acomodos, no hay arreglos, no hay nada”. Ahí me sentí muy bien, súper respaldada. Yo lloraba, era chiquita. Me decían que yo estaba acomodada porque era de la tele, y yo no era de la tele.

—¿Quiénes decía eso? ¿Tus compañeras?

—Sí. Mi papá era del mundo financiero y mi mamá, del marketing. Nada que ver. Y era gracioso porque Lourdes y Lissa me defendían y todavía no me conocían.

—¿Tuviste otros momentos en los que hayas tenido que justificar, explicar o que haya pesado en algo ser hija de tu papá?

—No, no. Pasó cosas duras. Él fue como la carnada de momentos políticos porque era el que venía bien en ese momento. Ahora, como adulta, veo que van rotando otros y digo: “Ay, a papá le pasó esto”. Sigue pasando hoy, que van cambiando los de turno, que sirven para tapar otras cosas.

—¿Estás hablando del tema del banco?

—Sí, el tema del banco.

—¿Cómo lo viviste vos? ¿Qué edad tenías?

—Creo que 14. Ahora entiendo todo el contexto político, pero desde muy chiquita lo veía salir a trabajar, trabajar y trabajar. Arrancó de cero, siendo cadete, y con su inteligencia fue progresando. Como hija, no veía toda la parte oscura de cuando eligieron qué bancos sí, qué bancos no. Yo lo veía como que a mi papá se le había derrumbado el trabajo y la construcción de muchos años. Fue duro.

—Y estaba siendo absolutamente cuestionado y con el enojo de muchísima gente.

—Sí.

—¿Lo hablaste con él?

—Sí, mil veces. Pobre, le marcó la vida. Creo que ese fue uno de los grandes motivos de su enfermedad. Él era un tipo de muy buenos valores y eso, le pesó: el no recuperarse. Hay gente que puede transitar ciertas cosas y pararse y seguir, pero él, no. Aunque después lo vimos feliz en muchos momentos, él se apagó de recibir reclamos. Doy fe de que con su propio patrimonio fue saldando deudas, porque nosotros no continuamos con la misma vida.

—A la vez, fue todo muy público. ¿Qué te preservó en ese momento, qué te cuidó a vos?

—Mi mamá, muchísimo. Nos protegió a todos. Cuando todo se vino abajo, ella fue de fierro. Y yo lo aprendí eso. Y mi papá se esforzó mucho por tratar de darnos lo mismo que siempre nos había dado a nivel económico, y nosotros lo único que queríamos no era lo económico sino verlo bien a él.

—Es fuerte lo que decís: ¿pensás que todo esto fue el motivo de la enfermedad de tu papá?

—Estoy segura.

—¿Lo hablaste con él alguna vez?

—Sí, porque él mismo lo repetía. Estaba como en este loop: “Porque me cagaron, porque no sé qué, porque di todo...”. Dio todo, hasta su patrimonio, no le quedaba más para dar, pero después te siguen juzgando. Nadie dice: “Ah sí, vendió su casa de tal lado para devolverle a tal”.

—¿Con Marcela lo hablaste?

—Sí, un montón. Al día de hoy tratamos de no recordar eso. Estamos siempre en momentos muy lindos: ella me viene a visitar muchísimo y nos encontramos en planes muy lindos, en los que brindamos por él.

—¿Es abuela de tus hijos Marcela?

—Es una abuela increíble de los hijos de Juana. Siempre se lo pondero. Es muy cariñosa. No le diría abuela porque ella tiene sus nietos y mis hijos tienen a mi mamá, que es muy presente. Pero a Marcela la tienen muy incorporada en sus vidas. Si bien ellos saben que no es la abuela, le dicen Mima, de corazón. Y ella es muy amorosa con ellos y no trata de ocupar el lugar de la abuela pero sí de un familiar para los chicos.

—En un momento guardaste a Susanita y dijiste: “Esto no”. ¿Pero en ningún momento estaba la “yo no voy a tener hijos”?

—Nunca lo dije, pero me pasó que cuando llegó Santino a mi vida fue mágico, pero no fue de la manera “1 +1 es 2”.

—¿A qué te referís?

—Yo no estaba en pareja con Facundo, el papá de Santino, que es el papá de mis otros hijos también, y claro, los dos dijimos: “No nos conocemos”.

—¿Ustedes no estaban juntos?

—No. Nos conocimos y fue como una cosa así, muy fuerte.

—¿Cómo se conocieron?

—Por unos amigos nuestros: ella es muy amiga mía y él, es muy amigo de él. Y ella me pidió si yo podía cantar en su casamiento y a él le pidieron si podía tocar. Ahí nos conocimos.

—¿Y al cuánto tiempo de eso te enteraste que estabas embarazada?

—Al toque. Fue todo muy vertiginoso.

—¿Dudaste en algún momento continuar con el embarazo?

—No. Siempre supe que Santino había llegado a mi vida y que lo iba a tener. Él nunca me dijo “no continúes”, pero fue: “¿Y esto?”. Ahí le dije: “Estemos en contacto pero no somos pareja, no nada. Yo voy a tener el bebé, vos si querés después podés participar. Si no querés participar, no”. Y por varios meses cada uno tomó su camino.

—¿Y vos le ibas contando?

—Al principio, sí. Después dejamos de hablar y nos volvimos a ver cuando yo tenía una panza así, de siete meses.

—¿Cómo fue contarle a tu mamá y a tu papá?

—Fue terrible. Primero le conté a mi papá y tuvo muchos días de shock, pero estaba contento con que iba a tener su primer nieto. Cuando le dije a mi mamá, fue: “¿Qué?”. Me miraba. “¿Y quién es?”. Le digo: “Tal”. “Pero no lo conocemos”, me dice ella. “Y yo tampoco”, le decía (risas).

—Pero no dudaste nunca.

—No. Dije: “Me lo voy a quedar, es mi bebé”. Lo sentí. Además, un día soñé que se llamaba Santino. Aunque es feo decirlo para Facundo, viví todo el embarazo sola. Yo no estaba con él, pero estuve muy acompañada de gente muy querida.

—El parto, el posparto, ¿todo estuvo bien? Porque es muy difícil.

—Un familiar mío es obstetra y todos tenemos nuestros hijos con él, pero yo me sentía un sapo de otro pozo. Elegí otro médico y yo me atendía en otro lado, lejos de la familia, porque me sentía juzgada. Después me di cuenta, madurando, que nada que ver, que todos me acompañaban y me abrazaban. Pero uno se arma, ¿viste? La situación era muy fuerte. Y vivir una maternidad, un embarazo sola, es todo un súper desafío.

—Y cuando Facundo volvió, ¿qué dijo? ¿“Yo estoy, soy el papá“?

—Sí. De hecho fue una lucha porque yo le quería poner mi apellido: sentía que él era solo mío . Y él le quería poner su apellido. “Pero es mi hijo, no es tu hijo”, le decía. “Sí, es mi hijo”, me respondía. Al final cedí y tiene su apellido también.

—¿Estuvo en el parto?

—Sí.

—¿Y te pudo acompañar?

—Sí, divino. Me venían a visitar un montón de personas que yo no conocía, que ahora las amo: sus hermanas, sus hermanos, su mamá. A todos los quiero mucho, pero en ese momento yo no los conocía.

—¿De ahí se van a vivir juntos o cada uno a su casa?

—No, no, cada uno a su casa. Yo a mi casa con Santino y él, a la de él.

—¿Quién más estaba en tu casa con Santino?

—No, nadie más.

—¿Pero quién se ocupaba de que vos puedas dormir?

—Tuve enfermera un tiempito. Y tuve a mi Vero amada, que vio nacer a mis otros hijos. No me la llevé todavía, pero ya va a venir. Es como de la familia. Ella me dio una mano: venía todas las mañanas y lo agarraba a mi bebito, que era una cosita así.

—Y en algún momento te enamoraste.

—Sí. Me llevó tiempo enamorarme en serio.

—¿Y él?

—También. No fue de un día para el otro. Si bien la conexión fue muy fuerte, el amor real vino mucho tiempo después, unos ocho meses después del nacimiento de Santino. Después vino un tiempo a mi casa y después ya sí nos mudamos a una casa de los dos. Fue una revolución todo eso en mi vida. Hoy yo lo miro me rio y digo: “Fue de inconsciente. ¿Cómo hice eso? No entiendo”.

—Qué diferencia esa maternidad con la de el de hoy que tiene 4 ¿no?

—No, es otro mundo directamente. Te digo que yo miro para atrás y me veo fui madre soltera por varios meses y digo: “¡Guau!, ¿cómo hice eso?”. Pero ni me lo cuestioné, eh. Yo, seguía.

—Santino lo sabe.

—Lo sabe ahora. A veces, cuando me enojo con él, cuando me empiezo a poner mal, cuando él está en modo adolescente, le digo: “Éramos vos y yo solos”. Ahí se debe acordar, lo debe sentir.