En un nuevo episodio de Espacio Único, el ciclo de entrevistas de Infobae y Banco Comafi que destaca a mujeres de trayectoria en negocios, industrias y tecnología, Gabriela Renaudo, CEO de Visa para Argentina y el Cono Sur, que nuclea a Chile, Uruguay, Paraguay y Bolivia, realizó un repaso por su trayectoria en el mercado de banca comercial y pagos electrónicos y digitales.
— Hay algo muy particular de tu historia. De chica, en tu Tandil natal, soñabas con ser monja y terminaste siendo CEO. ¿Cómo fue ese proceso de convertirte en una mujer de números?
— Sí (risas). Iba a un colegio católico y había monjitas, hermanitas y había una que yo adoraba. Sin dudas, debe ser eso: la admiración a alguien. Tenía seis o siete años y volví a mi casa y le dije a mis padres: “Yo quiero ser monja”. Creo que ellos en el fondo sufrían escuchándome decir eso. Después me di cuenta que me gustaban los números y las matemáticas me eran fáciles. Empecé economía y después cambié de vuelta a administración porque me di cuenta que no me gustaba. Creo que en la secundaria fue cuando dije: “No va por la parte de ser hermana sino por los números”.
— ¿Cuándo desembarcas en Visa?
— Yo trabajaba desde hacía casi 20 años en un banco americano, en el Citibank, que en ese momento decide salir de Latinoamérica y me tocó ser parte de los que teníamos a cargo la venta. Yo estaba muy focalizada en eso, en cómo quedaba la gente, cómo transicionábamos bien el negocio a quien lo compraba. Mi marido me decía: “Tenés que ocuparte de vos, tenés que salir a buscar trabajo” y yo le respondía: “Ya va a aparecer”. Quien estaba comprando el banco en ese momento me ofrece quedarme, pero antes de eso yo salgo a buscar a los head-hunters, estas compañías que buscan posiciones en el mercado. Ahí me doy a conocer y un día me llaman y me dicen: “Visa está viniendo a la Argentina”. Visa hace más de 20 años que está en la Argentina, pero nunca en forma directa como Visa Internacional. Había decido poner una oficina y desde acá manejar los cinco países del Cono Sur que son: Argentina, Uruguay, Paraguay, Bolivia y Chile. Me llamaron para decirme: “Visa está buscando el CEO”. Lo primero que le dije a mi marido es: “Esta gente está loca”.

— Te agarró esa inseguridad que solemos sentir todas.
— Yo leía 10 requisitos y yo cumplía siete, pero había tres que no. No sé si eran los core…
— Pero pesaban más los no que los sí.
— Claro, pesaba más “esto no lo tengo” que “esto sí lo tengo” y mi marido me decía: “Gaby, vos sos la candidata para esa posición”. Yo había hecho mi carrera en la banca minorista, muchos años en áreas de desarrollo de negocios, con foco en tarjetas, había trabajado muchos años en Latinoamérica…
— ¿Y qué era lo que te tiraba para atrás?
— Me tiraba para atrás decir: “Me faltan dos o tres requisitos”, que quizás no los tenía porque no tenía la experiencia de CEO. Siempre había tenido posiciones de liderazgo, pero nunca había sido CEO de una compañía.
— Te daba miedo.
— Sí, me daba miedo decir: “Estoy a cargo de toda la compañía”.
— ¿Cómo fue la noche anterior a entrar en Visa?
— Mi papá siempre me dijo: “Si otros pueden, vos también. No sos ni más ni menos que nadie y si otro puede, vos también vas a poder”.
— Ese fue tu mantra.
— Sí, dije: “Vamos para adelante”. Soy así en la vida, generalmente. No quiere decir que no tenga miedo. Obvio que tengo miedos e inseguridades, pero tengo mucho trabajo espiritual porque esto de ser monja no quedó ahí en el olvido. Mi parte de espiritualidad también me da seguridad. Mi familia también es un gran apoyo, tengo una red de contención. Esto de poder decir: “Si me va mal, acá está mi familia y mis amigos” da calma.
— En una entrevista dijiste que las mujeres cargábamos con un peso de inseguridades a la hora de tomar puestos relevantes. ¿Qué valores y qué mensajes le transmitís vos a tu equipo y a las mujeres que mentoreas?
— Yo creo que el coraje es uno de los valores. Esto de animarse, de ser proactivo y de ir para adelante. Nada se hace solo, no hay nadie que se le ocurra una idea, sea maravillosa y la implemente solo, todo se trabaja en equipo. El tema de los valores humanos, también. No hay equipos si no hay valores. Puede ser un equipo de grandes profesionales, pero si al final ese equipo no trabaja cómodo, sintiendo que el que tiene al lado la va a remar junto a él y tiene valores similares, tampoco se va a dar. Otro valor es la pasión. Te tiene que gustar porque no es fácil, encontrás más no que sí sobre todo en un mundo de tanto cambio, en el negocio de la tecnología, con lo cual tenés que estar acostumbrado a ser resiliente. Después está el tema de aprender. Hoy los líderes tenemos que aprender a saber que no sabemos todo y a decirlo: “No lo sé”. Es tener humildad. Sin duda la experiencia vale un montón, pero es importante tener la capacidad de aprender continuamente de las nuevas tecnologías, habilidades que tenés que desarrollar y todo eso empieza por los líderes porque tenés que dar el ejemplo. No es fácil, pero es un líder al servicio. Es un cambio grande de liderazgo, que requiere ser muy auténtico y tampoco es fácil.

— ¿Cómo balanceas el mundo laboral y el personal?
— Es difícil. Pero en el momento en el que yo estoy con mi familia y mis amigos, es el momento para eso. Trato el fin de semana de estar dedicada a ellos.
— La fantasía colectiva es que un CEO o una CEO es un workaholic.
— No está tan lejos la realidad. La realidad es que a mí me encanta trabajar. Lo que hago me encanta y me apasiona, entonces lo difícil para mi es decir: “Le tengo que dedicar tiempo a otra cosa, no solo al trabajo”. Más allá de la familia, tiene que haber otras cosas que te ayuden a despejar la cabeza. Por ejemplo, si viajo, viajo con mi marido algunos días. Me tomo uno o dos días fuera de la oficina, el resto de la semana estoy trabajando. Pero aprovecho ese momento para estar juntos porque no tenemos muchos espacios.
— ¿Cuánto hace que estás en pareja?
— 11 años.
— ¿Él se banca el liderazgo fuerte?
— Sí, es un gran soporte. Es algo que hablo mucho con mujeres: la importancia de tener a alguien que en este proceso te acompañe. Una tiene que tener su red de contención y la pareja es una de ellas. Si no te acompaña y no se banca tu rol, es difícil. Y hay que bancar este rol, ¿eh? Porque es un rol que demanda. Yo arranco a las 7 de la mañana y tal vez son las 10 de la noche y sigo. No son todos los días así, pero sí hay muchos días así. Yo lo disfruto, pero el que está al lado tuyo no tiene por qué disfrutarlo.
— ¿Perdiste cosas por mantener ese timing?
— Sí, uno pierde cosas de la vida personal. Lo que sí me cuesta y lo trabajo mucho siempre es aprender a priorizarme porque uno prioriza el trabajo, pero hay que ir al gimnasio también.
— ¿Escuchás a tu cuerpo?
— Es difícil y el cuerpo muchas veces te frena. Así como yo medito y trabajo la parte espiritual, la parte física para mí es una de mis grandes debilidades. Las tengo que priorizar mentalmente porque sino pasan de largo. Hay gente que le encanta hacer deportes, yo reconozco que no es mi pasión (risas).
— Danos tips para optimizar el uso de las tarjetas de crédito y evitar caer en las deudas y refinanciaciones. ¿Cómo le sacamos el juego?
— Lo primero que uno tiene que tener en claro es qué tipo de gastos tengo: el del día a día y el gasto que tiene que ver más con gustos e inversiones, que son un poquito más costosos. El gasto del día a día, en general, lo que tengo que tener en claro es que es un gasto que no lo puedo bicicletear. O lo pago con una tarjeta de débito prepaga o lo pago con la tarjeta, pero a fin de mes pago la tarjeta. A veces en Argentina con la inflación y demás, solemos pagar el supermercado con tarjeta de crédito. Debería pagar con algo más de día a día, no con crédito. Pero si con la tarjeta le ganamos 30 días, que los argentinos lo hacemos, pagala a fin de mes y siempre tratá de pagar toda la tarjeta. A principio de mes cuando cobres, tené en claro que el mínimo de la tarjeta tenés que pagarlo y si podés pagá toda la tarjeta y financiate de otra manera, mejor. Hay momentos en los que conviene financiarse con la tarjeta y otros momentos en donde convienen otros tipos de pagos. Hay que tener en claro cuál es el costo de esta financiación. Separar bien qué tipo de gasto y cómo voy separando el dinero que es para cada gasto. ¿Cuánto te está cobrando de interés? ¿Cuánto tenés de inflación? Fíjate cuánto le estás ganando. No mires solo el valor de la cuota sino la tasa. Las cuotas hay que aprovecharlas y tener en claro todas las promociones. Para eso, hay que aprender a manejar un poquito más los conceptos financieros.

— Te voy a hacer la pregunta Comafi. ¿Cuán importante es la educación financiera para las mujeres?
— Yo creo que las mujeres tenemos que tener conciencia de nuestra parte financiera. Creo que a veces la dejamos un poquito relegada, no le prestamos atención o la delegamos. La educación financiera es fundamental. Cuando buscamos empoderamiento e independencia, tenemos que ser conscientes que un pilar fundamental en todo ser humano es el poder planificar el futuro financiero y no tiene que ser a largo plazo. Si no puedo ahorrar, al menos saber cómo gastar lo tengo para gastar. Si tengo posibilidad de ahorro, no tengo que hacer cursos carísimos para aprender a invertir. Por lo menos hay que saber la diferencia entre poner la plata en un plazo fijo o comprar un bono. Si quiero empezar a sofisticarme, puedo comprar acciones o criptomonedas. Hay mucho material disponible, lo importante es que nos eduquemos. Ya sea que quiero viajar o darme un gusto para casa, no es solo separar la plata y dejarla ahí porque X o Y me dan interés porque le estoy dando demasiado poder a otro para que decida sobre mi futuro. Dediquemos un rato de tiempo a aprender y decir: “En vez de ponerlo acá que me da solo el X por ciento por mes, lo pongo acá que me da X más”. La educación financiera tiene que ser parte de la agenda de la mujer. Hay que decir: “De todo lo que hago en la semana, le tengo que dedicar un momento de tiempo a mi parte financiera” para ver cómo están mis ahorros, qué voy a hacer con la plata, qué gustos me voy a dar o cómo planifico comprarme un auto o una casa.
— ¿Cómo se hace para planificar y lograr poner en práctica la educación financiera en un país como Argentina, en un contexto de crisis permanente?
— A los argentinos el contexto nos lleva a aprender de finanzas y de economía porque no te queda otra. Pagar el supermercado con la tarjeta de crédito es raro. Si se lo contás a cualquier extranjero, te va a decir que no. Pero nosotros le ganamos 30 días a la plata. Lo sabemos intuitivamente. Entonces, más que nunca tenés que saber cómo cuidar tu plata. ¿Cuándo es un momento para estar posicionado en dólares? ¿Cuándo es un momento para estar posicionando en pesos? ¿Cuándo conviene invertir en largo o en corto? Si quiero apostar a una acción, hay acciones de afuera que uno puede comprar y te elimina el riesgo país. ¿Cuándo es el momento para estar colocado afuera o estar más en cosas locales porque al contexto le está yendo bien?. Para llegar a tomar esas decisiones hay que aprender y en Argentina más que nunca hay que tener educación financiera porque sino te lleva puesto.
— ¿Qué consejos nos podés dar?
— Argentina te demanda que sepas más y que no te quedes solo con la intuición o lo que escuchas en la calle. “Si la dejo en esta billetera me da tanto y estoy tranquila porque me queda algo de interés”, dicen. Pero, hay que preguntarse: ¿Compensa la inflación o te quedas tranquila porque te dio unos pesitos y es mejor que no haber ganado nada? No es así. Le tengo que ganar a la inflación, ver los ciclos del dólar. Sé que es un montón, pero hay herramientas simples, incluso los bancos te pueden ayudar. Hay cursos en la web que te educan gratis. Hay que empezar por ahí y no ir a lo más sofisticado de entrada, pero sí empezar, que esté en tu agenda. Hay personas que dicen: “Me dedico a mi trabajo, le dedico tiempo a la familia, me reúno con mis amigas, voy al gimnasio y hago todo lo que hago como mujer”. Pero si vos le preguntas: “¿Cuánto de tu día o de la semana le dedicaste a mirar tu dinero?”, es muy probable que te respondan: “Poco o nada” y ahí está el punto. Algo en la semana tengo que planificar, un ratito, una vez al mes al menos, sentate y decí: “Tengo esto. ¿Qué voy a hacer?”. Si no lo tenés en agenda, estás delegando parte de esa independencia. Las mujeres tenemos que ser conscientes de eso. Si no tenemos independencia financiera es muy difícil ese empoderamiento que pretendemos. Es un pilar de nuestra vida, no es ni el único ni el más importante, pero sí es importante.