La joven que cambió de género y huyó del país por miedo a que su ex novio la mate: “Me costó mucho entender que fui violada”

Mientras completaba un proceso de transición de género, Mila Piercecchi sufría violencia física y psicológica de parte de su pareja. El relato íntimo de una mujer que comprendió que estaba atravesando un trauma cuando se animó a contárselo a sus amigas. “Me desfiguró la cara, tenía golpes por todo el cuerpo”, contó sobre su relación con Francisco Soane, quién hoy afronta ocho causas penales por violencia de género

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La joven que cambió de género y huyó del país por miedo a que su ex novio la mate: “Me costó mucho entender que fui violada”

Mila Piercecchi tiene 28 años y denuncia que hace dos semanas sufrió un intento de homicidio por parte de su expareja. El aterrador episodio comenzó en el ascensor del edificio donde convivían en Puerto Madero, continuó en el departamento, donde la golpeó sin parar hasta casi desfigurarla. La arrastró por el balcón, los vecinos lo vieron y llamaron a la Policía. Siete meses antes ella había iniciado su vida como una mujer trans, luego de un proceso de transición de género que deseó desde siempre. “La médica forense me dijo algo que me shockeó mucho: ‘Este tipo en un mes te mataba’”, revela. Desde Nueva York, donde está viviendo por miedo a estar en su casa en Argentina, charló con Infobae y contó su historia.

“Soy de Rosario, ahí crecí y pasé toda mi infancia. A los 18 años me fui de Argentina, porque estuve casada con una persona que vivía en Europa, y viví gran parte de mi juventud en París, luego en Dubái y después de la pandemia me asenté finalmente en Estados Unidos”, explica. “Tengo una empresa de importación; vendemos productos online, y el año pasado abrí mi empresa en Argentina”, comenta sobre su exitoso recorrido laboral, mientras en paralelo vivía un infierno en completo silencio.

En aquel entonces ya estaba en pareja con el joven de 23 años, Francisco Soane, quien hoy tiene ocho causas penales por violencia de género contra Mila. Hoy su caso está en la Justicia, bajo la representación legal del estudio de abogados de Matías Morla. “Él actualmente está libre, y estamos buscando que lo detengan, presentando todo lo necesario, porque aunque tiene una perimetral de 800 metros ya la violó cuatro veces, me busca por las redes sociales continuamente y merodea por el barrio donde vivíamos”, expresa, con el terror a flor de piel, el mismo que la llevó a irse del país para salvaguardar su vida.

“Lo conocí en octubre de 2023 a través de las redes sociales, siendo yo de otro género; todavía estaba en Nueva York y no viajaba a la Argentina hacía dos años”, relata. Chatearon durante dos meses, y decidieron empezar el 2024 juntos. “Volví en enero a Buenos Aires, nos conocimos en persona, y al principio eran todos encuentros casuales, hasta que en febrero de 2024 lo invité a Londres para San Valentín”, rememora. Después de aquel viaje formalizaron su relación y empezaron el noviazgo. “Él nunca había salido del país, era de una familia muy humilde, se mostraba súper callado, y hasta ese momento era todo idílico, todo amor, una relación de ensueño en la que yo me enamoré realmente de esa persona”, confiesa.

Mila Piercecchi no vuelve a
Mila Piercecchi no vuelve a la Argentina por temor a su expareja que intentó matarla.

—¿Vos ya habías iniciado la transición o todavía no?

—No, todavía no. Lo tenía en mente muy fuerte, y lo había hablado con él, que lo bancó al 100%. Y por eso también tomé la decisión de arrancar el proceso, porque sentía que tenía un soporte emocional al estar en pareja. Me daba impulso sentir que tenía alguien en casa que me acompañaba en el proceso. Mi transición arrancó en mayo de 2024, cuando decidí regresar a Estados Unidos para empezar con hormonas y algunas cirugías que eran muy complejas. El acceso es mucho más fácil que en Argentina, y hoy por hoy Estados Unidos es La Meca en transición de mujeres, en equipo médico, psicológico y quirúrgico.

—¿La idea la tuviste siempre? ¿Cómo nace en vos esta decisión?

—Sí, desde que tengo conciencia. Siempre me gustaron las cosas del otro género. Desde muy chiquita, ya a los 4 años me sentía y pensaba como una mujer, pero me reprimí mucho por mi familia. Recién cuando me fui a Europa descubrí un mundo mucho más openmind. Y en Nueva York esta idea volvió mucho más fuerte, porque acá las chicas son muy lindas, hermosas y todas tienen carreras profesionales. Entonces vine a cumplir mi sueño. Hace siete meses que transicioné, y soy una mujer completa ahora, en todos los sentidos. Eso me pone muy feliz.

—¿En la infancia la pasaste muy mal?

—Muy mal, muy mal, porque siempre era excluida. Cuando había que jugar a la pelota, siempre sufría discriminación o bullying. Iba un colegio cristiano evangélico, sentía mucha represión y tenía que vivir con una doble personalidad. En mi casa quizás con mi abuela era una persona y en el afuera, en la calle, con mis amigos, era otra.

—¿Tu familia aceptaba que te enamoraras de hombres o eso también molestaba?

—Molestaba muchísimo. Una de las razones por las que me fui del país fue esa, porque no recibí el apoyo de mi familia. Hace un par de años tomaron conciencia de lo que es una transición de género, pero al principio era 100% negación.

—Recién dijiste: “soy una mujer completa”, ¿qué significado tiene para vos esa frase?

—Hay muchas definiciones de lo que es “una mujer completa”. Al empezar la transición una se hace los pechos y ya se cree que está completa, o cuando ves cómo las hormonas te feminizan, pero yo ya realicé mi vaginoplastía, que es lo último en la transición. Entonces sentís que pasás de ser a mujer trans a lo que se dice ‘una mujer completa’, 100% mujer.

—¿Te costó tomar la decisión de operarte?

—Mucho, porque pasás a tener un órgano nuevo en tu cuerpo. Te cambia la función, la forma de tu cuerpo y mentalmente te sensibiliza mucho más. Es un proceso muy largo y hay que tener mucho valor para hacerlo.

—Vos iniciaste con cirugías en Estados Unidos, pero la operación de cambio de género la realizaste acá en Buenos Aires, ¿no?

—Sí, arranqué primero con los senos en Nueva York, y después me operé en Argentina, en el Hospital Anchorena. Me daba mucha más confianza nuestro país en el sentido de que los médicos son más emocionales que en Estados Unidos, y se conectan mucho más con el paciente. Así que realicé la vaginoplastía de forma privada en Buenos Aires.

—¿Es muy caro?

—Sí, es muy caro. A mí me costó 150.000 dólares, pero realmente es una operación muy compleja, con un equipo de cinco cirujanos y más de ocho horas de cirugía.

La empresaria y activista trans
La empresaria y activista trans sufrió violencia verbal, física y económica por parte de su expareja.

—¿Y hasta ese momento con Seoane cómo era la relación?

—Él venía de una familia muy humilde. Vivía con su mamá en Avellaneda, provincia de Buenos Aires, y mi familia es muy humilde también, entonces conectamos mucho. Cuando él me cuenta su historia de vida y yo la mía, empatizamos mucho. Así arrancaron las manipulaciones económicas.

—¿Cómo era el noviazgo en lo económico?

—Él me decía que quería vivir en Capital, que quería tener un mejor sueldo, quería tener dinero para ayudar a la familia, y vio en mí el puente para lograr ese éxito financiero. La verdad es que afortunadamente a mí me va muy bien en lo que hago, y soy muy generosa. En ese momento conecté con su historia y le empecé a dar dinero en efectivo, que era primero para arreglarle el techo a la abuela, después para pagar el alquiler de la madre, después para mudarse, y así sucesivamente.

—¿Le alquilaste un departamento en Capital?

—Sí, alquilé un departamento en Puerto Madero, que fue en el que después convivimos. En ese momento yo iba y venía de Nueva York a Buenos Aires muy seguido. Volvimos en marzo de 2024 de Londres y empezamos a vivir juntos.

—¿Y cómo fue la convivencia acá cuando se instalaron?

—Yo nunca había convivido antes con una pareja, así que algunas cosas las dejaba pasar, como gritos constantes, que normalicé mucho. Él siempre me dijo que era muy violento por cosas de su infancia, pero que buscaba cambiar, ser una mejor persona, y yo le di una oportunidad. A las pocas semanas empezaron los episodios mucho más fuertes, malas palabras, portazos, cada vez más seguido. Pero me quedé tan sola en tema de amigos y familia, porque realmente lo di todo en esa relación, y para mí eso era totalmente normal.

Francisco Soane fue denunciado ante
Francisco Soane fue denunciado ante la Fiscalía 10 de la Ciudad de Buenos Aires.

—¿Él te fue aislando de tus seres queridos?

—Sí, completamente. Según él, todos los amigos que se me acercaban eran malas personas, mis familiares me usaban por dinero, en lo laboral también me pedía que no me acerque a nadie. Era una nebulosa muy tóxica, y es muy difícil salir de ahí.

—Hasta ahí todavía los golpes no habían aparecido.

—No, pero sí había episodios de violencia verbal constantemente, después se largaba a llorar, me pedía perdón, me decía: “yo no soy así, voy a cambiar”. Y eso a mí me sensibilizaba mucho. Cuando decido arrancar mi transición, volví por un tiempo largo a Nueva York, y ahí se acentuaron mucho más los pedidos económicos.

—¿Y él se quedó en Buenos Aires?

—Sí, y empezaron las extorsiones. Me decía: “Sino no me transferís plata, te dejo”, o “sos lo peor del mundo”.

—¿Tenés idea de cuánto dinero llegaste a darle en total? ¿Hiciste el cálculo alguna vez?

—Y aproximadamente más de 70.000 dólares. Todo era en puchitos, de “necesito para esto”, “para mi mamá”, y yo accedía. Me aisló tanto que me hacía creer que él era la única persona que estaba para mí. Creo que me estudió emocional y psicológicamente, y logró manipularme para sacarme dinero. Y lo peor es que nunca conocí a su familia. Nunca me presentó a su familia porque me decía que su familia le tenía asco a las personas trans, que no era el momento todavía, ni a ninguno de sus amigos.

—¿Vos creés que el fin era sacarte dinero?

—Yo creo que sí, porque había muy poca conexión emocional en esas extorsiones.

—¿En algún momento te pidió que frenaras la transición?

—No, de hecho hizo que la acelere mucho más. En seis meses y medio transicioné, en tiempo récord.

—De la transición hoy no te arrepentís.

—No, para nada. Pero sí creo que el cuerpo necesita adaptarse, que los tiempos hubieran sido otros si yo no hubiera estado en esa relación. Se necesita ser consciente de muchos cambios, porque cuatro operaciones tan seguido te movilizan y afectan a largo plazo. Es cambiar de género, no es ponerse una ropa de mujer y listo. Después de mi transición con hormonas, con bloqueadores que inhiben la testosterona, volví a Argentina, y cada vez que viajaba a verlo, había violencia física.

—¿Cómo continuó la relación después de la transición?

—Fuimos a Europa en julio de 2024, y ahí los golpes eran casi diarios, con peleas que no tenían sentido. Estuvimos en Ibiza, Madrid, Mallorca, Capri, y yo no podía creer lo que estaba viviendo. Empecé a ser consciente de que estaba en un lugar muy tóxico porque a donde fuéramos él se peleaba con la gente, se peleaba con hombres en la calle, porque decía que me estaban mirando. Ahí fue donde empecé a contarle a mis amigas lo que yo estaba pasando.

La representación legal de Mila
La representación legal de Mila Piercecchi la lleva adelante el estudio de Matias Morla.

—Ahí pudiste empezar a hablarlo.

—Sí, necesitaba hablarlo y no iba a terapia tampoco. Me empecé a desahogar con mis amigas, y ellas me hicieron llamados de atención.

—Hablar te salvó.

—Sí, ellas me decían: “Mila, eso no está bien, estás dando todo una persona que te hace daño”.

—Pero hasta ahí no habías denunciado todavía.

—No, ni se me había pasado por la cabeza.

—¿Qué pasaba cuando venías a visitarlo?

—Él se ponía como loco, y descubrí que era adicto al juego, a las apuestas online. Cuando yo estaba en Buenos Aires, él no podía hacer nada de eso, entonces tenía síntomas de abstinencia a la ludopatía. Los pedidos de dinero eran cada vez más. Me pedía que lleve efectivo. Cada vez que iba, iba con 10.000 dólares en efectivo, que es el monto legal para entrar al país. Y apenas llegaba me decía: “¿Y los dólares? ¿Y la plata?”. Esto se incrementó con episodios de violencia física, que me dejaron en shock.

—Nunca te había pasado una cosa así.

—Nunca, jamás. Nunca había vivido la violencia de género. No sabía lo que era.

—Estabas en un momento absolutamente vulnerable, transicionando, con todas las hormonas acomodándose, y desde lo psicológico también muy vulnerable.

—Muy, muy, porque todo el cuerpo cambia por completo, hasta la forma de pensar, porque afecta todos tus áreas.

—¿Qué hiciste cuando aparecieron los golpes?

—Me quedé en shock. No podía creer lo que estaba viviendo. Y me quise ir del departamento varias veces. Eran golpes muy fuertes, gritos en el edificio, y siempre que me estaba por ir él rompía en llanto, me pedía que por favor me quede, que iba a cambiar, y yo entraba en un sistema de vulnerabilidad donde pensaba: “él es todo para mí y yo soy todo para él”. Era todo muy tóxico, mordidas en los labios que me dejaban sangrando, trompadas, empujones.

"Después de cada episodio de
"Después de cada episodio de violencia él se excitaba", relata Mila Piercecchi.

—¿Vos entendías que no era culpa tuya?

—En ese momento yo sentía que tenía que dar todo, que él era mi único sostén emocional, que me iba a quedar muy sola como mujer sin él. Él siempre me decía: “qué bueno que tenés una pareja, que no estás sola, pensá en eso”. Todo el tiempo me decía que yo estaba mirando otros hombres y que por eso me pegaba. Cuando empecé la transmisión la mirada de otros hombres se vuelve muy evidente. Empiezan a mirar mucho más, y si alguno se me acercaba en la calle él se ponía como loco. Llegábamos a casa y arrancaba la violencia.

—Había muchos celos constantemente.

—Celos y posesión. Cada vez que me ponía alguna ropa que considerara ‘sexy’, estaba mal para él. Me prohibía salir de casa.

—¿Alguna vez te amenazó con lastimarse él?

—No, nunca. Pero sí con prender fuego el departamento, con quemarme viva dentro del departamento, amenazas que me incluían a mí. Fue creciendo la violencia, hasta que llegó a decirme: “deseo que te mueras, deseo que no existas más”.

—¿Cómo llegás a la denuncia?

—Después de mi vaginoplastía, en noviembre, la situación pasa a ser mucho más grave. Empecé a registrar cada golpe con fotos. Mis amigas me decían: “Mila, denuncialo”. Tenía golpes por todo el cuerpo. Me pegó incluso con la sonda puesta después de la operación, y descubrí infidelidades. En diciembre de 2024 iba a denunciarlo, quería llamar a la policía, quería buscar contención en un lugar, pero no lo podía sacar del departamento. Me agarraba de los pelos, me ahorcaba, me daba trompadas y todo eso se empezó a reflejar en mi cuerpo. Y lo más fuerte que viví es que me obligó a tener relaciones yo recién operada. Después de cada episodio de violencia él se excitaba, y cuando me hice la vaginoplastia, más todavía. Me cagaba a palos, perdón por la palabra, pero después de eso quería tener relaciones y yo no podía.

—¿Te violó?

—Si, dos veces, cuando me había operado hacía casi un mes. Y aún así yo no tomaba conciencia de todo lo que estaba pasando. Entré en una guerra psicológica conmigo misma muy fuerte. Tardé mucho en tomar conciencia de que era una violación.

—Es súper importante lo que planteas. El sexo no consentido dentro de una pareja también es una violación. No hay papel, noviazgo, certificado de matrimonio ni nada, que justifique de ninguna manera ningún tipo de abuso sexual.

—Exactamente, es así. Y cuando esto pasó, empecé a sangrar mucho, porque estaba muy sensible en la zona vaginal. Llamé a mi cirujano y recién ahí entendí la gravedad de lo que me había hecho. En ese interín él me dijo que quería viajar a Río de Janeiro con su mamá a pasar ahí Año Nuevo, y yo accedí a pagarle el viaje. Cuando regresa el 4 de enero a Buenos Aires, empezó lo peor. Tuvo un episodio en el ascensor donde me desfiguró. Me quiso matar.

Mila Piercecchi: "Tiene un perfil
Mila Piercecchi: "Tiene un perfil agresivo, es un psicópata, y corre riesgo mi vida. Yo a esta persona la quiero presa, con una condena efectiva, de entre 15 y 20 años"

—¿Qué pasó en el ascensor?

—Sin darme explicaciones me empezó a pegar, me agarró del cuello, me empezó a dar trompadas, me decía que él daba todo por mí, y prácticamente me dejó inconsciente. Me rompió la nariz, el tabique, me hizo politraumatismos en la cabeza, en el cuerpo, y casi me encapsula un seno. Salí al palier y empecé a pedirle a gritos ayuda a Romina, la señora que me ayuda en casa de toda la vida. Y Romina cuando abrió y me vio, entró en shock. Los golpes siguieron adentro del departamento, con ella de testigo. Él mientras me pegaba me decía que me fue infiel toda la vida, que siempre me usó, que yo era un objeto para él, y yo no podía creer lo que estaba escuchando. Me encerré en mi cuarto, entró y me agarró de los pelos. Me arrastró por todo el balcón, y los vecinos de enfrente estaban viendo todo. Ellos llamaron a la policía, que afortunadamente vino enseguida. Tengo que destacar que la Policía de Buenos Aires hizo un trabajo increíble. Cuando lo esposaron él cambió la actitud y me empezó a decir: ‘Mila, perdóname, te amo’. Cuando me vi desfigurada en el espejo y la sangre por todos lados, por primera vez accedí a tener contacto con la Justicia, y ahí me comuniqué con el estudio de abogados de Matías Morla.

—¿Hoy en qué situación está?

—Tiene ocho causas penales, y ya se cambió la carátula a intento de homicidio. Estuvo detenido cuatro días, pero como no tiene antecedentes salió. Tiene una perimetral de 800 metros cuando estoy en Argentina, y consigna policial. A mí me da terror, porque me manda mensajes, donde me dice que me va a buscar. Y la verdad es que salir con la policía para todos lados, mandar mensajes cada seis horas para avisar que estás bien, con equipo psicológico todos los días, de alguna manera es no vivir, porque pasás a ser una prisionera de esa persona. Decidí volver a Nueva York porque tenía mucho miedo.

—Tiene ocho causas penales, todas por la violencia hacia vos, pero te tuviste que ir del país por miedo a estar en tu casa.

—Exactamente. Rompió la perimetral cuatro veces, y en su cabeza todo esto es un juego. No se da cuenta que él se está enfrentando a la Justicia. En el marco de la denuncia por abuso y violencia de género, solicitó un bozal legal contra mí, para silenciarme, pero la solicitud fue desestimada por el juez de la causa, porque consideró que no hay fundamentos legales para restringir mi libertad de expresión. Quiero agradecer a la Fiscalía 10 de la Ciudad de Buenos Aires, al fiscal Sergio Lapadu, y a Genoveva Cardinali, que me brinda contención continuamente. La fiscalía se está portando excelente, y a pesar de que ahora hay feria judicial, están acelerando todos los procesos.

—¿Por qué no está detenido si rompió cuatro veces la perimetral?

—El estudio de abogados de Matías Morla está pidiendo la detención actualmente. Francisco dio direcciones en las que nadie vive, y están presentando todo para que lo detengan. Tiene un perfil agresivo, es un psicópata, y corre riesgo mi vida. Yo a esta persona la quiero presa, con una condena efectiva, de entre 15 y 20 años. Recién ahora siento que vivo en libertad, que no tengo que dar explicaciones de por qué salgo a comer, que puedo elegir cómo vestirme y empezar a ser yo misma. Estoy muy positiva, porque estoy viviendo un mundo que nunca antes había vivido como mujer. Me estoy descubriendo como Mila, y estoy en un proceso de entendimiento. Vamos a ir hasta el final con esto, estamos presentado todo lo necesario para que se haga Justicia.

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