Monica es una médica muy reconocida, experta en nutrición y en vida saludable. Autora de libros que son emblemáticos como El método no dieta y Somos lo que comemos, enseña y predica que cuando queremos bajar de peso la cuestión no es restringirse sino que el asunto es más complejo, que hay que educarse en alimentación. Es la directora de los cursos de posgrado de la Fundación Favaloro entre muchas actividades académicas y presenta su ultimo libro, Eso no se come.
– La comida ocupa un lugar muy importante en nuestra vida, comemos porque tenemos hambre pero también porque nos gusta, para socializar, porque estamos tristes o porque estamos contentos y queremos celebrar.
– Comemos como ritual de pasaje. Nacés con comida, bautismo, te entierran con comida, te casás con comida, te separás con comida, te gradúas con comida. Es decir, la comida está en todos lados donde hay un rito de pasaje, cuando hay una etapa que empieza o termina. Es la actividad en la que más gasta una familia, no millonaria, en toda su vida teniendo en cuenta la fiesta de 15, el bautismo y el asado del domingo. Es la actividad que más hacemos, que más tiempo nos lleva cuando estamos despiertos.
– ¿Comer?
– Comer. La alimentación es todo: es pensarla, planificarla, ir a comprarla, transportarla con el carrito, ponerla en tu heladera, cocinarla, prepararla, porcionar la servirla a tu gente, frizar lo que no comés. Todo eso de “pensar la comida” es la actividad humana en la vigilia que más tiempo le lleva a una persona.
– ¿No deberíamos modificar la acción de comer cuando es por un estado de ánimo?
– Si yo la primera vez que lloraba y tenía hambre me dieron la teta, a mí me quedó la huella en el cerebro. Y luego mi abuelita, cuando me peleé con mi amiga en el colegio me regaló caramelos, me dejó una huella. Sin que me dé cuenta, cuando soy grande, también busco la comida y no porque quiero el objeto “comida”, sino porque siento que me baja el estrés, el cortisol, que me siento mejor, que me calma.
“EL 80 % DE LAS MUJERES COME POR ANSIEDAD”
– ¿Cuáles son las emociones más frecuentes que nos llevan a comer?
– En el año 2014 publicado en el 2015, en la revista Actualizaciones en Nutrición, hicimos un estudio en 500 hombres y mujeres: “¿Qué emociones te hacen comer?”. Y ganaron cuatro, por lejos, la ansiedad. El 80% de las mujeres come por ansiedad y en cambio en el hombre es menos del 60% la ansiedad. En el hombre era más cansancio, tristeza y enojo. En la mujer claramente era la ansiedad.
“CUANDO VOS SENTÍS UNA EMOCIÓN NO NECESITÁS COMIDA, NECESITÁS ABRAZOS, CALMARTE DE OTRA MANERA”
– Hay una posibilidad enorme de emociones que nos llevan a comer, pero sobre todo la ansiedad.
– Por lejos gana. Por ejemplo en los chicos: ansiedad y aburrimiento. Lejos la tristeza o la depresión infantil genera que coman para calmarse. Es buenísimo que estemos comunicando que más de una vez, cuando vos sentís una emoción, no necesitás el objeto comida, necesitás abrazos, necesitás calmarte, calmarte de otra manera.
– Muchas veces uno espera el momento de comer como una compensación después de un día de trabajo. Llegar a casa y buscar algo rico para ser feliz.
– Ése es otro hambre. Nosotros tenemos un hambre real, se llama homeostático, para mantener la homeostasis, el equilibrio del cuerpo, para obtener calorías y nutrientes. Si no comí doce horas tengo que comer, hambre real, yo le digo hambre de panza. Después tenemos otra hambre, el que decís vos: tuve un día de trabajo normal, me encuentro con mi gente, mi pareja, mi familia, vamos a comer y quiero pasarla bien. Estoy buscando placer, es un hambre hedónica, hambre de placer. No está el servicio de darte calorías y nutrientes y tampoco está el servicio de calmarte, está el servicio de volverte a tu zona de placer. Pero la vida implica entrar y salir de esa zona de confort, de placer. Cuando vos planificás a la noche “vamos a abrir un vinito”, no es emocional, no es hambre real, es hambre de placer.
– Pero el placer también engorda, sobre todo si es una costumbre. Es el vinito, la comida, el postre.
– Ayer llegó una persona al consultorio que venía genial con el peso, estaba cambiando. Me dijo que estuvo de viaje en España e Italia y se acostumbró a tomar un buen vinito en España antes de la cena. “Cuando llego de la oficina, un vinito con fruta seca”. Tremendo, porque no es un vinito, eran dos copas de vino, con fruta seca y eso le significó dejar de bajar de peso, por ejemplo.
“ESTA BIEN NO ESTAR BIEN. PORQUE SI TU GATA ESTÁ ENFERMA O TU AMIGA TIENE UN PROBLEMA Y VOS ESTÁS BIEN, ESTÁS LOCO”
– Tenemos que identificar todas las razones por las que comemos y después poder manejarlo. ¿Con un psicólogo?
– Lo primero es saber si es hambre real o no. Los argentinos en general son analfabetos emocionales, quizás suena fuerte. En Europa ya hay muchos colegios enseñando educación emocional, enseñando que la vida es lleno y vacío y que está bien no estar bien. Porque si tu gata está enferma y vos estás bien, estás loco. Porque si tu amiga tiene un problema y a vos no te importa, estás loco, algo está mal. Es decir, vos tenés que estar mal.
“UNA CHICA DE 18 AÑOS ME DIJO: COMO POR ABURRIMIENTO”
– ¿Si estuviéramos emocionalmente educados no necesitaríamos esa recompensa permanente de la comida?
– Absolutamente. Es muy común en el consultorio que cuando viene alguien nosotros hagamos el foco de nuestro tratamiento sobre el estilo de vida en un tema grande: la educación emocional. A veces se hace en el consultorio médico nutricional y a veces no alcanza y necesitás terapia. Se intenta hacerlo de la menor complejidad a la mayor complejidad. Hay gente que no puede, que necesita terapia o remedios. El licenciado en nutrición y el médico formado pueden ayudar a la educación emocional que son simplemente dos cosas. La primera es entender que está bien no estar bien, que no tenemos que estar bien siempre. Eso le cuesta mucho a la gente. “Pero… ¿y si estoy aburrida?”. ¿Y qué te va a pasar? Ayer estaba con una chica de 18 años y ella sola dijo: “Como por aburrimiento, cuando estoy en casa sola y aburrida como”. Y yo le pregunté: “¿Cuál es el peligro de estar aburrida?”. Se queda en blanco.
– No lo puede atravesar.
– La segunda es aceptar esa emoción como parte de tu vida cotidiana sin usar comida, aprender a usar otras estrategias. La primera es lo que nosotros llamamos anclajes, estrategias para enfriar la decisión de comer. Entre estímulo y acción siempre está tu libertad, el tema es que hacés con ella. Vos podés pensar en comer para no aburrirte y está la comida, pero la comida no viene a tu boca como una nave espacial. Tenés que ir a la cocina, tenés que abrir el tupper y tenés que agarrar un cuchillo para cortar queso o abrir la lata. Hay actos preparatorios entre las ganas de comer y la acción de comer. Si vos podés enfriar eso, está estudiado, quizás sos libre de verdad, y elegís a veces comer y a veces no.
– ¿Enfriarlo cómo?
– Cosas prácticas: cinco hielos en un vaso de agua. Eso, entre comillas, anestesia por unos minutos tu estómago, lo desconecta del cerebro, el estímulo frío. Otra cosa que funciona es el mentol en boca. ¿Viste los sprays? El spray de mentol como el desodorante bucal para el mal aliento del fumador, da disgeusia, altera el gusto por unos minutos.
– ¿La intención es sacar lo compulsivo de comer por aburrimiento?
– Sí, enfriar esa decisión y transformar puro impulso en lógica.
– Pietro Sorba dice que los argentinos muchas veces vamos a restaurantes que no son tan buenos porque priorizamos la cantidad a la calidad. ¿Qué nos pasa con la cantidad?
– La cantidad la construyó la cultura. Nosotros tenemos una cultura norte/sur. Te voy a dar un ejemplo y te vas a acordar de tu infancia. ¿Cuál era la porción más grande de helado en tu familia cuando eras chiquita?
– ¿Un cucurucho?
– Era un cucurucho: un cucurucho tiene 125 centímetros cúbicos, mililitros de helado. ¿Cuál es la norma para mucha gente cuando entra a una heladería?
– ¿Un 1/4 kg de helado?
– Un 1/4 kg. Construimos entre todos una unidad de consumo que no tiene nada que ver con la necesidad. Un catering bueno, ¿cuánto helado te pone en un plato con brownie o con fruta?
– Una bocha de helado.
– ¿Por qué 1/4? ¿Por qué la gente come más? Porque no es solamente la calidad. Nos metieron en la cabeza, yo lo llamo pornografía nutricional, el balde de pochoclo, la hamburguesa con cinco hamburguesas. Es pornografía nutricional.
– En Europa, nuestros ancestros no servían esas porciones ni las siguen sirviendo.
– No las tienen hoy. A mí me sigue sorprendiendo que la gente no prefiera algo más chico, pero de mejor calidad. ¿Pero sabés por qué? ¡Porque somos lo que comemos! En la Universidad de La Plata hicieron biopsia de grasa de brazo y estudiaron los componentes de la grasa de las personas. Podés saber lo que vino comiendo esa persona, es literal. No es que sea un verso de un título de un libro, “somos lo que comemos”. Si yo como mala calidad, aunque me parezca divino porque rebalsa, eso es mi arteria, mi corazón, mi piel y mi vida.
– Es difícil desasociar algunos alimentos del placer. Si estás con un bajón te comés un chocolate.
– Ese es el hambre más emocional, en el momento de displacer queremos lo que se llaman comidas de confort. Son comidas que recuerdan abuela, recreo, cumpleaños y momentos agradables de nuestra infancia o juventud. Lo que nosotros estamos buscando es volver a ese refugio, se llaman comidas de confort y en general no es lechuga.
“NO LE DESMIENTAN AL CHICO EL MOMENTO DE STOP, NO LO OBLIGUEN A TERMINAR EL PLATO”
– No tenemos claro nada de esto, cuando la gente llega al consultorio, ¿qué te cuenta?
– Que no sabe, que no puede, que no reconoce cuando tiene hambre o cuando está saciada, es muy común. ¿Por qué? Porque desde chiquititos desmentimos lo que el bebé siente y todas las personas nacemos con sabiduría. Tratá de recordar a tus hijas cuando eran chiquititas: no le podés meter a un bebé de un año o un año y medio más comida si no quiere. Empieza a jugar, se levanta… Los chicos nacen hasta los tres o cuatro años con una sabiduría del stop. Pero la abuelita me decía: “Moniquita, en África se mueren los chicos”. Mi mamá que cocinaba muy bien decía: “Te lo cociné especialmente”. Mi papá: “No vas a crecer como papá”. Es decir, la desmentida constante de tu propio registro es tremenda la huella que deja. ¿Por qué? Porque yo quiero a mi mamá, a mi papá, a mi abuelita, entonces yo les hago caso a ellos. Después, cuando crezco, le creo al mercado, no a mi registro, le creo al restaurante y como toda la porción, como lo hacía con mi abuela, papá y mamá. Consejo para papás y para docentes: no le desmientan a un chico el registro de stop, no lo obliguen a terminar el plato.
– Si un chico no quiere comer más...
– Un chico come lo que tiene que comer en una casa donde hay una heladera con comida.
– ¿La tendencia es sobrealimentar?
– Está estudiado que el humano adulto sobrealimenta.
“TERMINÓ AGOSTO Y CUANDO LAS TEMPERATURAS EMPIEZAN A SUBIR LA GENTE SE ACUERDA QUE TIENE CUERPO”
– En primavera empezamos a usar menos ropa y nos queremos cuidar. En tiempos de las revistas de papel todas tenían una dieta, ¿se acerca más gente a tu consultorio en primavera?
– Es mágico, termina agosto y cuando las temperaturas empiezan a subir de 20 grados la gente se acuerda que tiene cuerpo. Mientras estás con el buzo, la campera, el piloto y el abrigo el cuerpo va y viene, empieza a haber más de 20 y tuvieron que sacarse el abrigo y empiezan: tengo que hacer algo con este cuerpo. En el invierno se olvidaron. Entonces aparece la magia, la locura y lamentablemente hay un mercado al servicio de la obsesión. Porque entre todos armamos un ideal estético de belleza con eje en la delgadez, mortífero, pero que nadie cuestiona. Es un ideal de belleza, pero no es bello, no siempre el flaco que consideramos bello o bella es armónico como la belleza que veíamos en Claudia Schiffer o Naomi Campbell. Hoy ves a esas chicas y no son muy bellas, no son muy armónicas de cara ni de nada, son flacas. Eso alimenta un mercado de locura con ayunos y obsesiones que hoy es preocupante.
– Sigue sostenidamente la moda del ayuno intermitente.
– Tremendo. El ayuno surge cerca del año 2000, un poquito antes, porque el circuito de básquet de Estados Unidos y el de fútbol en Europa empiezan a tener mucho musulmán practicante, muy buen deportista, pero de alto rendimiento. Ellos durante un mes en el Ramadán, pero por fe, por creencia religiosa, no comen hasta eso de las siete de la tarde, no comen todo el día y comen tarde noche. Estudiaron que tenían menos lesiones y menos rendimiento deportivo. Publicaron trabajos de investigación, carísimos, el Barcelona, el Manchester, esas ligas tienen mucho dinero, para su élite de deportistas de alto rendimiento de fútbol. Y cuando los colegas los leyeron y los leen, lamentablemente no leen todo, no leen los efectos adversos, no leen que es un mes, no leen la poca performance deportiva que viene después.
“LA DEUDA DE HAMBRE SE PAGA CON COMIDA, NO CON TRABAJO”
– ¿Cuáles son los efectos adversos de los ayunos intermitentes?
– El primero es un estado de ánimo raro, no digo gripe, pero es un estado en el que no estoy bien. Lo segundo, cuando falta glucosa en el cerebro después de horas, es el mal humor, no estoy igual. Luego puede haber falta de coordinación ojo/mano cuando manejo máquinas, por ejemplo. Hay más litiasis de vesícula, hay alteraciones en hueso o en músculo. Y lo peor es el comportamiento: cuando empiezo a comer, si no tengo un grado de obsesión importante, me descontrolo, porque la deuda de hambre se paga con comida, no con trabajo. Se acumula la deuda de hambre con el descontrol y la culpa por haber comido, por no aguantar el ayuno.
– ¿Cuál es el tiempo en que uno puede dejar de comer entre la comida de la tarde noche y el desayuno de la mañana, por ejemplo?
– Por ejemplo, no desayunar, hay gente que no desayuna y come el almuerzo, está todo bien ese tipo de ayuno. Pero a mí me llegó el otro día un muchacho, tratado por alguien muy conocido, con dos días de ayuno. Hay una rama de la medicina que no es científica en Argentina, que propone ayunos de 24 ó 48 horas. Este chico, que además está muy flaco, muy deteriorado, le faltaba de todo, no podía ni trabajar.
– ¿Cuáles son las generaciones que están más complicadas en este momento?
– Yo hoy veo mal a los jóvenes. Porque nosotras ya sabemos quiénes somos, si armamos bien o mal nuestra familia, nuestro entorno, nuestros amigos. Podemos rearmarlo, pero en general nos dimos cuenta de algunas cosas, le encontramos algún sentido a la vida, después volvemos a buscárselo.
“EN UN MUNDO TAN INCIERTO A VECES PARA LOS JOVENES DE HOY UN NÚMERO EN LA BALANZA ES UNA RELIGIÓN”
– ¿Estás hablando de algo más existencial que de nutrición?
– Sí, en los niveles de incertidumbre que vive el mundo hoy, los chicos lamentablemente están atrapados en una nostalgia del absoluto, en una nostalgia de certezas. Hoy no es que Rusia y Estados Unidos son enemigos, hoy no sabés en dónde explota una bomba. Yo me recibía y si no tenía trabajo ponía un bronce en la puerta y daba certificados de defunción aunque sea. Hoy, aunque tengas dos posgrados, por ahí no tenés trabajo. Es un mundo tan incierto que a veces un número en la balanza, una Biblia con la que comer, es una meta, es una religión. Es un sustituto de fe que necesito para vivir en este mundo incierto. Entonces me preocupan mucho los jóvenes.
– ¿A qué edades te referís?
– Hasta los de 40 y pico.
“LA GENTE TIENE LA FANTASÍA, Y EL MERCADO AL SERVICIO, DE QUE VAS A CAMBIAR EL CUERPO Y VAS A TENER 20″
– ¿Mujeres, hombres, todos?
– Las mujeres tienen un ingrediente un poco peor, cuando hablo de mujeres hablo de nacimiento genético, después cada uno elige lo que quiere. Todavía pesa sobre nosotras el mandato de un cuerpo de plastilina, como le dice Valeria Groisman, la coautora de varios libros míos. El cuerpo no es plastilina, tiene una genética, tiene un metabolismo, una edad, un límite, no lo podés moldear aunque vos quieras. Podés estar divina como estás, pero no vas a tener 20. La gente tiene la fantasía y el mercado al servicio, estas dietas y los gimnasios que venden locura, el cuerpo que vas a cambiar y vas a tener 20. Muchos compran esa fantasía. Pero uno sabe que no, voy a ser la mejor versión de hoy pero no de los 20. La mujer está un poco más atrapada porque se le pide una eterna delgadez y juventud, que las lolas miren para arriba aunque hayas tenido tres embarazos y que la panza sea la panza marcada anterior aunque hayas tenido tres embarazos. Y la verdad es que es una locura.
– Debe haber muchas mujeres muy frustradas o amargadas.
– Absolutamente. Ayer vino una chica divina, tenía sobrepeso, pero tuvo cáncer de mama y estaba con antiestrógenos. Para la gente que no sabe, el antiestrógeno tiene un efecto sobre el cuerpo, sobre la redistribución de grasa. No tenés estrógenos y es más fácil engordar. Ella bajó de peso, empezó a hacer gimnasia y está divina. Sin embargo, ella dice: yo no estoy como mis amigas de la misma edad. Entonces hay una poca tolerancia con el límite que el cuerpo me impone, aunque yo esté bárbara. Ella decía: yo no envejezco igual que mis amigas, la piel, la panza. Entonces, la mujer y el hombre, ¿están iguales? No, sobre la mujer recae una presión mayor de ese cuerpo plastilina que es mentira, no es plastilina, es un cuerpo con límites, por suerte.
– ¿Lo tratamos mal al cuerpo o lo tratamos bien?
– Lo tratamos pésimo. Antes había que estar bronceada, ¿sí o no? Algunos todavía se broncean… Al cuerpo lo agrandamos. El último paciente que vi hoy me dijo: yo quiero más volumen, Mónica. O lo queremos voluminoso, o le ponemos prótesis más grandes, o lo achicamos con lipoesculturas. Estamos equivocados, estamos maltratando al cuerpo de todas las maneras posibles. Lo bronceamos, lo blanqueamos. En Asia están obsesionados con el blanqueamiento, sobre todo de la cara.
“A VECES NO ES UN PROBLEMA DE LA REALIDAD, EL PROBLEMA ES QUE MI EXPECTATIVA ES DEMASIADO ALTA O IRREAL”
– ¿Intentamos o fantaseamos con cambiar el cuerpo?
– O fantaseamos. Vos tenés que darte cuenta si es fantasía lo que quiero. Porque el éxito en la vida, en lo que sea, depende de la distancia entre la expectativa y la realidad. A veces no es un problema de la realidad, el problema es que mi expectativa era demasiado alta o irreal o fantasiosa.
– Ahora se vende un fármaco inyectable muy bueno para tratar la obesidad que muchas veces se usa mal, se usa para bajar apenas unos kilos.
– Es la primera vez en la vida en 43 años de médico especialista en nutrición, que tengo varios fármacos maravillosos, seguros y que además bajan el riesgo cardiovascular, Alzheimer, lo que quieras. Todo fármaco para bajar de peso cuando entra al mercado se comporta como de venta libre. No es que no lo prescriba un médico, es que el paciente como sea encuentra al amigo, al primo que le prescriba y por ahí es alguien de peso normal que no tiene nada. Nos propusimos comunicar todos los médicos, lo que estudió la Asociación Americana del Corazón en 2023. Hay varias enfermedades que coinciden en este momento del mundo y matan, son la enfermedad de corazón en general, la diabetes, la obesidad y la enfermedad de riñón. Pero todas coinciden, no es que exista una persona que tiene la enfermedad de corazón y no enferma del riñón. No es que hay personas que tengan mucha obesidad y no tengan problemas de riñón o de corazón. Se llama síndrome cardio reno metabólico. Cuando estás con peso normal, sin glucemia alterada, sin colesterol alterado, sin presión alterada, tenés que seguir así. Pero resulta que las guías de tratamiento empiezan cuando ya tenés presión alta y te doy un remedio para la presión. Hay que empezar antes, sin obsesiones. Hay que empezar a tener un cuerpo cómodo y sano.
– Las personas con peso normal que están usando esos medicamentos inyectables para quitarse unos kilos, ¿corren algún riesgo?
– No, la verdad es que estos fármacos son seguros. El riesgo es para la cabeza, por la obsesión. ¿Por qué voy a usar yo un fármaco si no lo necesito y si tampoco tengo ningún signo de alerta? Hay gente flaca con panza que tiene el azúcar alterada, o una prediabetes, o tiene presión, y esa persona sí se beneficia de estos fármacos. Los famosos del mundo antes de los Oscar, de Cannes, Venecia, antes de todos los premios importantes usan estas inyecciones. ¿Cómo querés que la gente común no lo use? Ellos lo comunican en sus redes sociales. En redes sociales dicen: estoy divina. Pensá que las redes sociales no son este programa donde hay una periodista formadísima que si no le convence lo que digo, me va a repreguntar.
– En las redes sociales se repite algo aunque sea una fake news.
– Se repite aunque sea peligrosísimo. “Quiero ser como ella, está divina y el medicamento no le hizo nada malo”.
“DE LOS 8 MIL MILLONES DE PERSONAS QUE SOMOS EN EL MUNDO, 2 MIL MILLONES TIENEN SOBREPESO”
– ¿Cómo regulamos toda la información que tenemos en el cerebro? Nombraste lo que nos dijeron nuestros abuelos, lo que nos proponen los restaurantes, las redes sociales, la necesidad de recompensa.
– Por eso estamos así. El 30% de la gente muere de problemas cardiovasculares. De los ocho mil millones de personas que somos en el mundo, dos mil millones tienen sobrepeso. Más de 700 mil tienen diabetes dos, más de 500 mil tienen enfermedad renal. Y todo eso es por el exceso de información, no sabemos a quién creerle.
– ¿Qué puede hacer una persona que no puede autorregularse?
– Lo primero que tenés que hacer, lo mejor que podés hacer, es consultar a tu clínico de confianza. Aunque te parezca mentira, más que ir al especialista directo. Ir a ese clínico de familia, a ese que conocés hace mucho, para preguntarle, ¿qué hago con esto? Pero lo que está pasando ahora es que la gente no habla de su peso o de su obsesión con el clínico, con el médico de familia, ni siquiera lo hablan las mujeres con el ginecólogo, que es el clínico de muchas mujeres.
– ¿Tratan de resolverlo rápidamente?
– Lo van a buscar por afuera. Hay sectas de adelgazamiento en redes sociales.
– ¿Qué promueven?
– La abstinencia de comer, la abstinencia de placer, el vivir de un tupper, la prohibición como estrategia y la enfermedad mental. Y sobre todo, la ortorexia, la obsesión con la cantidad, la calidad, el origen. Venden lo que todos quieren: la delgadez rápida y la gente lo compra. La gente que está dispuesta a lo que sea para obtener algo que es un bien escaso. Hace un siglo era difícil ser gordo, los reyes eran gordos, los empresarios millonarios eran gordos. Siglos después, con la abundancia de alimentación de no calidad y con esas porciones pornográficas, un bien de pocos es ser flaco. Podés ser millonario y ser gordito. La delgadez es un bien de pocos.
– Dejamos de hacer otras muchas cosas que también nos hacían bien, como por ejemplo levantar pesas o caminar.
– Construimos un mundo muy cómodo, pero que nos tiene atrapados en ascensores, controles remoto y autos.
– ¿Cómo suplimos esto con costumbres que nos ayuden?
– Con hábitos. Todos deberían usar un celular o un reloj o un anillo que diga cuántos pasos hacés aunque no vayas al gimnasio. Hay gente que me dice: odio el gimnasio. Los chicos de menos de 18 años tienen que hacer 12.000 pasos por día, cada cuadra son 200 pasos, no es imposible. Vale ir al baño, vale levantarte a calentar el agua del mate, vale ir a buscar a tu nene, vale cada paso que das. Nosotros, los adultos 10.000.
– Escribiste que hay seis componentes del estilo de vida.
– Seis componentes si querés ser saludable. Primero, calidad de sueño y descanso, mínimo siete horas de noche. Segundo, obsesiones, adicciones y expectativas demasiado altas. Pájaro carpintero, trabájalo, no podés solo, andá a terapia. Tercero, calidad de relaciones, pocas pero las que te importan, no podés estar peleada. Si tenés que resolver el tema con tu pareja, hablalo, quizás se termina, quizás recontratan. Y si tenés un lío con tu hija, enfrentalo. Hay que cuidar las relaciones que nos importan. Y luego las tres a las que me dedico yo: la alimentación saludable, ser activo toda vez que puedas y gestionar las emociones como parte buena de la vida sin comida. Con abrazos, con gimnasia, con música, con programas buenos de televisión, con series, jugando con tu nieto en el piso, escribiendo, haciendo cerámica, sudoku o palabras cruzadas.
– Eso para los adultos, ¿y para los más jóvenes?
– Los más chicos necesitan nuestra ayuda. Siempre digo que tus brazos alcanzan. No le des comida cuando tu nene se cayó en la plaza. No le des comida cuando lo llevas al súper. Yo te pido que la próxima vez que vayas a un súper mires a mamás y papás y abuelas que tienen al niño en el cochecito con algo en la mano para que no lo joda en el supermercado. Entonces enséñale que tus brazos, que tu palabra, que tu canto, que tu juego alcanza, no hace falta nada más.
“BASTA DE PENSAR QUE SI EL HUEVO NO ES DE GALLINA LIBERADA NO LO PODÉS COMER”
– Escribiste un último libro, Eso no se come.
– Nos pareció que teníamos que decir, Eso no se come, irónicamente. Basta de pensar que si el huevo no es de gallina liberada no lo podés comer. Que si el salmón es de criadero está mal. No.
– Los que dicen “lácteos no”.
– El que no tiene celiaquía y sacó la harina. Hay harinas buenas, integrales, de masa madre, arroz integral, quinoa. Elegí calidad, pero no demonices la comida.