Manuel Quieto, conocido como Manu Quieto, es cantante, músico y compositor argentino. Es vocalista y líder de la Mancha de Rolando, grupo emblemático del rock barrial y alternativo que se formó en 1991. A los 15 años, comenzó a tocar la guitarra de manera autodidacta. Con el tiempo, el creciente interés por la banda lo impulsó a formarse musicalmente para perfeccionar su habilidad y dedicarse plenamente a la música.
Durante más de tres décadas, la agrupación pasó de tocar en galpones del barrio porteño de San Telmo a llenar estadios y traspasar las fronteras argentinas, destacándose por su estilo crudo y auténtico que fusiona letras sociales y críticas con una potente presencia en el escenario.
La historia de Manuel está profundamente marcada por la militancia política, tanto a través de su padre como de los recuerdos de sus tíos, desaparecidos durante la dictadura militar argentina. Siempre mantuvo un enfoque ideológico, participando activamente en la política y en la música, lo que lo ha vinculado con figuras como el ex vicepresidente Amado Boudou, con quien compartió un vínculo de amistad.
Manu se casó en 2022 y mantiene un perfil bajo, de vida familiar, rodeado de sus perros y en contacto con la naturaleza. Además, continúa realizando shows, participando en festivales y componiendo nuevos temas que se suman a los éxitos que siguen vigentes en las principales plataformas de música.
Camila: — ¿Te imaginaste en algún momento el éxito que tuviste?
Manuel: — Uno no se da cuenta al principio en realidad. Nosotros con la banda arrancamos cuando teníamos 16 años, tocábamos en galpones de San Telmo y nos creíamos el futuro del rock. A veces uno tiene cierta visión o inteligencia de que las cosas van a pasar y después terminan pasando. Pasó mucho tiempo y es una bendición que las canciones estén vigentes y sean actuales.
Camila: — Después del de auge que tuvieron y que ahora bajó un poco, ¿la gente les pregunta qué pasó con la Mancha?
Manuel: — Sí, lo que pasa es que hay que saber bajarse de los primeros puestos porque también tienen que venir otros. Yo me acuerdo cuando recién estábamos entrando, había un montón de músicos grandes en ese momento que nos miraban mal, como diciendo: “Este me viene a robar el laburo”. Como pasa a veces también con el odio al inmigrante, que la gente dice: “Este me viene a sacar el trabajo”. A veces pasa con los músicos grandes, que te miran como ¿quiénes son? Es natural. Uno tiene que saber bajarse y correrse porque vienen los traperos, los rockeros nuevos, vienen otros rubros, como los youtubers. Es así. Ahora los famosos son ellos.
Camila: — ¿Qué consejo le darías a un artista que recién empieza?
Manuel: — Que ahorren y cuiden la salud porque no es eterna, que es lo que hicimos nosotros.
Camila: — Cuando empezaste con la música, ¿ya lo tenías en claro eso?
Manuel: — Sí, porque los grandes te hablan y hay que saber escuchar. Siempre hay un artista grande que cuando te ve, se toma cinco minutos, como nos pasó con León Gieco, el Pelado Cordera, La Renga y te dicen tres palabras que, si las escuchas y las guardás bien, te sirven en el futuro. En un momento sacás eso que te dijeron y decís: “¡Ah! Era por esto. Tenía razón”.
Camila: — ¿Y cómo influye el bajarse de los primeros puestos en el ego de un artista?
Manuel: — El ego ya lo tenés que controlar a los 50 años. Es como las hormonas, a los 20 te puede llevar como un caballo desbocado, pero a los 50 ya está. Si nosotros no somos nada. ¿Cuántos años más voy a vivir? Sí le pongo mucha impronta a cada canción nueva que arrancamos o a cada recital que damos.
Camila: — Tus temas hablan de realidades sociales, ¿cómo ves hoy la calle?
Manuel: — Humildemente, yo veo que hay una degradación, una cuestión de pasar por encima del otro, mucha violencia en las calles, en el tránsito. Yo creo que hoy es más revolucionario dejar pasar a un tipo que te encierra con el auto que insultarlo. Pero también está esa falsa masculinidad de agarrarse a las piñas y que es más vivo el que pega más. Todo eso tenemos que desandarlo.
Camila: — ¿En algún momento fuiste así y lo cambiaste?
Manuel: — No, siempre me observé y siempre me molestó. Pero no sabía por qué. Hasta que empecé a tirar del ovillo y me di cuenta de que desde ciertos medios de comunicación nos llevan a eso, a ser violentos entre nosotros y no tiene sentido. Es como decía antes sobre competir entre músicos, competir entre los seres humanos o pelearnos, la verdad que no la veo, me parece que no nos suman, pero los medios te llevan a eso. Fijate que siempre los titulares son: “Le contesta a…”. Hay mucha pelea.
Camila: — ¿Qué hábitos y decisiones te ayudan a mantener la calma y evitar caer en el estrés o en la angustia a la que nos lleva este ritmo de vida acelerado?
Manuel: — Vos fijate que yo me hago análisis y me salen perfecto y como mal. Yo como asado con grasa, salamín, galletitas y el colesterol perfecto porque yo lo dejo en el escenario, dejo todo ahí. Tienen que andar descalzos en el pasto, hablar con los perros, hacerse una carne asada, comer grasa. A mí los análisis me salen perfecto y yo como porquerías. ¿Por qué? Porque estoy descalzo, camino, hablo con los perros, me paso 8 o 10 horas en silencio, dejo el teléfono en la cocina y cuando vuelvo tengo 76 llamadas perdidas. Yo noto que eso me baja cambios y hace que no entren un montón de temas. Yo me siento bien cuando me dicen: “¿Viste lo que dijo Yanina Latorre?” La verdad que no, con respeto a la señora, pero les digo: “No, esa me la perdí”. Mientras más te pierdas, zafas, vivís más. Yo trato de vivir más, tengo 50 años, no voy a ser eterno, pero quiero vivir 100 y para eso tengo que implementar este estilo de vida.
Camila: — ¿Antes te enganchabas más?
Manuel: — Antes no teníamos teléfonos, no tenía cable yo. Vivíamos con menos ansiedad. Igual, luchas porque el celular siempre está ahí al alcance. Pero no nos criamos con eso. Es distinto a los chicos que ahora tienen el teléfono todo el día en la mano. A los padres les digo: “Sáquenle el teléfono, sáquenle la tablet a esa criatura, llévenlo a la plaza, que lo muerda un perro, lo pique una avispa, métanlo en un río y que vean un pez”.
Camila: — ¿Qué te pasa cuando dicen que es una banda kirchnerista?
Manuel: — Mirá (José María) Gatica, uno de los más grandes boxeadores argentinos, se encuentra un día con Perón y dice: “Dos potencias se saludan”. Él tenía una autoestima importante, que es como hay que ser, porque nunca hay que tirarse abajo. A él le decían: “Gatica, ¿a usted le parece que su militancia política le generó problemas en su rendimiento deportivo?” y él responde: “Pero yo nunca me metí en política: siempre fui peronista” (risas).
Camila: — ¿No te molestaba cuando te decían: “Ese es el amigo de Boudou”?
Manuel: — Nunca me metí en política, siempre fui peronista. Política es todo. Es político también, como hablábamos antes del tránsito, cuando un colectivo te cierra, decidir frenar y entender que el tipo está hace 10 horas en ese colectivo. Yo puedo esperar y decir: “Pase”. No es personal, no me vio, ya está. En vez de insultar, bajarme, es política esa elección. Yo vengo de raíces en donde en mi casa se hablaba de todo, veíamos programas periodísticos desde chiquitos y nosotros opinábamos también. A mí me enseñaron a opinar.
Camila: — Te casaste hace dos años, ¿tenés ganas de ser padre?
Manuel: — Mi señora esposa, mi compañera, quiere ser madre en un par de años porque ahora está empezando su residencia de medicina. Estamos de acuerdo en hacerlo más adelante. Voy a ser seguramente un muy buen padre ahora. Si hubiera sido padre antes no hubiera estado presente y es el peor pecado. Estar 15 días de gira, volver cansado, estar borracho, de mal humor, no se merecen eso los chicos. Yo no lo recibí, yo recibí lo mejor de mis padres y quiero dar lo mejor. Ahora estoy maduro y lo puedo hacer. Nosotros con la banda trabajábamos mucho. En una época era irse todos los jueves y volver todos los lunes fisurado, tocando por todos lados. Gracias a Dios nos fue bárbaro, pero dejábamos todo en el escenario. Cada recital era el último.