Lucho Mechera, es un comediante distinto. Es muy serio, pero desata carcajadas en la gente. Improvisa, resuelve, sorprende y maneja los humores de su público como si hubiera ejercido años en grupos de terapia. Luciano, empezó a trabajar como comediante en 2008, hace más de 16 años. Fue el primer humorista que llenó estadios haciendo stand up: el Luna Park y el Movistar. Después de su especial en Netflix, llegó la fama internacional. Son muchos los comediantes que hacen shows en Europa, en Estados Unidos y en Latinoamérica para los argentinos que viven fuera del país, pero el público de Lucho en el mundo no es argentino, es la gente local.
– Eso es lo que más me sorprende de los últimos años, voy a México y el 95% del público es mexicano, voy a España, españoles, Colombia… No sé qué fue lo que pasó, en las primeras giras le apuntaba a argentinos exiliados y ahora es a locales. Son las redes sociales, que democratizan la generación de contenido, uno tiene a mano la posibilidad de mostrarse al mundo, eso me movió mucho más la vara que Netflix.
– Perú, Chile, Estados Unidos, España. Siete grandes shows ahora en España, con españoles.
– Sí, una locura. Me encanta que me hablen en español, ese esfuerzo que tenemos que hacer de ambas partes por estar en la misma sintonía se logra muy fácilmente.
– ¿Cómo empezó todo? ¿Cómo eras cuando eras chico?
– Yo soy muy serio y no me gusta mucho hablar, me gusta mucho estar en silencio. Tuve que encontrar la forma, pero siempre sentí que mi rol en todos los grupos era hacer reír, sacarle la ficha a los otros para hacerlos reír. Mis últimos laburos fueron en agencias de publicidad, hacíamos almuerzos comunales y yo tratando de hacer reír a todos y un compañero me decía: tenés que hacer stand up. Y me convencieron en la oficina.
– ¿Siempre haciendo reír?
– Intentándolo al menos, sí. Siento que la risa, el humor, genera una conexión que va más allá de cualquier otra fuerza en los vínculos. Me parece muy importante el tema del humor, y hace bien. Siempre sentí esa necesidad de ocupar el rol, de sacar las risas.
“EL HUMOR ES POSPONER LA MUERTE, LOS MIEDOS. SE SUSPENDE EL MUNDO MIENTRAS TE ESTÁS RIENDO”
– De hacer feliz a la gente.
– Ponele, o que se olviden de que no lo son. El humor es posponer un poquito las miserias, empujar un poquito la muerte o los miedos. Y se logra por un rato. Se suspende el mundo mientras estás riendo.
– La angustia existencial.
– Que después vuelve, pero por un ratito la transformamos en algo entretenido y compartido.
– ¿Cómo fue la decisión de vivir de esto?
– Cuando empecé a entender un poco lo que era el stand up y el mundo de la comedia, en ningún momento me lo planteé como una forma de vida. Y cuando hicimos la muestra de fin de cursada del taller de stand up me enfrenté a un público que eran amigos y familiares. En esa primera función, cuando dije el primer chiste y vi que se reían me di cuenta en ese momento que yo podía hacer eso, fue la ilusión de que quien te gusta, gusta de vos. Vi que la gente se reía, que el código que yo había generado lo podía traducir y compartir y dije: no sé para dónde va a ir esto, pero ya lo entendí. Fue muy mágico. Después me empezaron a llamar de un show, de otro, de otro. Empezó a tomar forma una carrera incipiente y tuve que elegir porque no podía trabajar 12 horas por día y estar cuatro noches por semana o por fin de semana trasnochando para contar chistes.
– Qué feo debe ser pensar en trabajar en una oficina ahora, te morís.
– Sí, yo me muero, y entiendo perfectamente a la gente que se muere si hace lo que hago yo. Porque lo que hago requiere de aprender a convivir con la incertidumbre total. Al principio fue muy heavy como fue heavy la cuarentena para la gente que vive del teatro. Fue tremendo, yo ganaba 0 $ o 0 €.
– ¿Cuándo fue que decidiste que lo tuyo era la interacción con el público? Cuando hablás con la gente, te interesan las pequeñas cosas, la vida cotidiana y con eso armás un mundo enorme.
– Lo empecé a intentar hace rato. En el especial de Netflix, yo le preguntaba cosas a la gente en una interacción bastante controlada, pero empecé a extrañar ese vértigo de que me digan algo, estar sin red de contención y mandarme a ver qué onda. De dónde sale lo más primitivo de mi comediante para resolver con humor lo que está sucediendo. Y empecé a proponer consignas un poquito más abiertas y eso me empezó a generar mucho material. La improvisación con el público dura solo media hora, una hora y media del show es guionado.
– Cuando el público te plantea problemas, sos como un mediador, como un psicólogo. ¿De dónde sacaste esa data? Podes amigar personas que están peleadas por ejemplo.
– Hice mi gran cuota de terapia. Estudié psicología unos años. Quedó algo latente.
– Sabés manejar grupos.
– Sí, necesito que haya justicia casi a costa del bienestar ajeno.
– Hacés mucha terapia de pareja.
– Sí, mucho de “el otro no colabora, tengo que hacerlo todo yo”. Aprendimos que hay que dividir las tareas, no estamos en los años 50, los dos tienen que hacer lo suyo y mucha gente todavía no colabora. No importa el sexo, no importa el género. Hay uno que se echa a vago porque no vivió solo antes y le hicieron siempre todo. Entonces hay que mediar y hay que explicar: “vamos a activar, porque si no es injusto”, necesitan que se los diga alguien de afuera.
– Vos se lo decís, pero hacés un show de humor, eso es lo raro. Los retás.
“CUANDO LE PIDO A LA GENTE QUE ME CUENTE UNA DISCUSIÓN NO LO HAGO POR EL BIEN DEL SHOW, LO HAGO PORQUE ME ENCANTA RESOLVERLA”
– Sí, los cago a pedos. Cuando le pido a la gente que me cuenten una discusión para yo resolverla, no lo hago por el bien del show, lo hago porque me encanta. A mí me encanta tener el poder y la posibilidad de resolver algo.
– ¿Y por qué no fuiste psicólogo?
– Me ganó la burocracia de la UBA. No pude. Tenía materias que eran a la misma hora, me tenía que ir de una antes para llegar a la otra. En ese momento no me podía pagar una privada porque mi trabajo no lo permitía y dije basta. Y me mandé a publicidad.
“A VECES EL PÚBLICO NO QUIERE UN SHOW DE HUMOR, QUIERE CONTARME SUS PROBLEMAS”
– Volvamos al público. ¿Hubo situaciones que no pudiste resolver?
– Sí. A veces pasa que el público no quiere que yo haga un show de humor, quiere contarme sus problemas como si. Porque no van a terapia, porque no tienen una persona que los escuche. Entonces van y simplemente me cuentan sobre su vida. Y yo con la mejor de las ondas les tengo que decir: “no es este el espacio”. Digo, “no sé si es para plantearle a un comediante, yo no te voy a ayudar, a lo mejor voy a hacer reír”.
– ¿Cómo se resuelve esa cuestión? Porque hay mucha gente que quiere que la hagas reír y hay una persona angustiada.
– Sí. Obviamente nunca voy a poner a la víctima como objeto de mi chiste, es la situación graciosa. Intento decirle de la mejor manera: “no te voy a resolver la vida. Lo que vos necesitás es terapia. Lo que vos necesitás es charlar a fondo con tu pareja o con tu familia, acá es otro el contexto”. El 99% de la gente lo entiende y cuando plantea un problema lo plantea para que juguemos. Muchas veces se resuelve, de hecho, hemos puesto nombres a criaturas próximas a nacer en el show en vivo más de una vez. “Yo le quiero poner A, yo le quiero poner B, o nos ponemos de acuerdo, ayúdanos”.
– “Mediaciones Mellera”.
– Mediación, yo los voy a ayudar. Va a votar el público nombre A, nombre B. “Pero ustedes dos tienen que estar de acuerdo en que ese va a ser el nombre”. Se bautizó gente. Es una locura.
– Son problemas verdaderos.
– ¡No sé cómo se animan! ¡Yo no me animaría! No me animaría a participar jamás en un show. Me parece mucho más difícil lo que hace la gente que lo que hago yo. A mí me dan las luces, tengo un micrófono, la gente me vino a ver. Ellos me plantean algo que a veces los angustia, realmente yo no sé cómo se atreven. Agradezco.
– Temas muy íntimos.
– ¡Si! Cómo se animan a exponer algo queme costaría decírselo a mi psicóloga.
– Cosas que pasan en el baño, por ejemplo.
– Sí, sí, “mi novio se baña mal”, me dijo una chica. Nos daba a entender que se bañaban juntos, que se bañaban más de una vez, y por ahí estaba al lado su mamá. No se lava, no usa jabón como corresponde. Mi novio se limpia mal después de ir al baño. ¿Cómo sabés eso? ¿Cómo te animás a contarlo? No sé, pero me encanta que exista gente así porque a mí me viene bárbaro.
– También está el público que no se ríe de nada. O algún grupo, o un público frío.
– Sí. Y los odias. Porque están siendo el reflejo de el mayor miedo de un comediante, no ser gracioso. Te lo puede decir cualquier comediante, hay mil personas y hay uno serio y solo estás pensando en ganarle a ese, en limpiar esa cara de tujes y transformarla en una sonrisa. Y a veces no se logra.
– ¿Es al único que estás mirando?
– El único. Y me voy y me acuerdo quién era y sé dónde estaba sentado. Y cuando lo doblegás, cuando lo traés es como una especie de clímax de la comedia. Y si no lo lográs aunque fue una función increíble te fuiste derrotado.
– Mucha gente que va a los shows a que le des todo. “Me tenés que hacer reír”.
– Como si fuese un servicio, como si fuera la luz o el gas. O sea: yo pagué el ticket generá mi risa. La risa es compartida, tiene que haber una predisposición, tiene que haber una intención. Yo voy a hacer todo lo posible, pero si vos no te quieres reír no te voy a hacer reír.
– Y al revés, los que están súper excitados.
– Hay que calmarlos. A veces hay mucha necesidad de protagonismo. Sobre todo los que saben que hay interacción con el público y piensan que el show es todo así. Y el show no es todo así, yo te voy a decir cuando podemos. Y hay que calmar.
“CUANDO QUIEREN INTERRUMPIR SOY COMO UNA MAESTRA ENOJADA, TENGO MUY POCA PACIENCIA, ME TENGO QUE CONTROLAR”
– ¿Cómo es el momento de tu monólogo y hablan encima y quieren participar igual, que hacés?
– Soy como una maestra enojada. “Chicos ¡Silencio! Silencio, que el show no es tu show, es mi show. ¿Vos querés hablar? Ya va a llegar el momento de hablar”. Y cuando era el momento de hablar no hablaban, ellos solo querían interrumpir. Pasa siempre. Y yo tengo muy poca paciencia, soy muy malhumorado. Cuando me agarran un par así, me tengo que controlar un montón. Me agarra un escozor que tengo que resistir.
– ¿Les dirías más cosas?
– Sí, se los diría de otra manera, pero me tengo que aprender a controlar.
– Sé que tuviste un episodio en abril, pero pensé que era aislado.
– No, no es aislado. Pasa cada tanto.
– Cada tanto te enojás.
– Cada tanto me enojo. Pero me enojo porque hay gente con esta necesidad de protagonismo y con esta como ganas de infringir la única norma que hay, que es vamos a disfrutar una experiencia colectiva. “No usen el teléfono”, como en cualquier obra de teatro. “Guardá el teléfono, silenciá las alarmas, silenciá el teléfono, no filmes, no saques fotos”. Es básico.
– “No hables con el que tenés al lado”.
– Porque molestás. A mí me molesta pero yo, al otro día, tengo otro show en otro lado. Hay gente que es la primera vez que va al teatro y les estás arruinando la experiencia, molestándolo con el brillo de tu teléfono, con el volumen de tus comentarios. Eso es lo que a mí me enoja. Estás arruinando la experiencia para vos, para mí, para todos los de alrededor que no se lo merecen.
– Eras un malhumorado.
– Soy un malhumorado. Si yo soy malhumorado, obvio, me hago cargo.
– ¿En abril te enojaste justo por los teléfonos?
– Sí, había una sola consigna cuando grabé mi especial. Cuando vos sacabas la entrada te aparecía un banner que tenías que aceptar, que decía: no se puede usar el teléfono. En el ticket impreso te decía: no se puede usar el teléfono. Cuando llegabas los acomodadores te decían: no uses el teléfono, por favor. Había carteles que decían: estamos en filmación, no se usa el teléfono. Antes de salir, una voz en off mía: chicos, hagan lo que quieran solo no usen el teléfono, no filmen, no saquen fotos. Salgo a la primera función de las cinco que iba a hacer en el Teatro Ópera con toda la emoción y la presión de filmar mi especial y escucho que el aplauso era muy bajo. Hay 1800 personas, es muy poco cálido este aplauso, digo. Y cuando se me acostumbran los ojos a la luz, veo que era porque el 80% tenían los teléfonos delante de la cara. Parece una escena de Black Mirror. No aplaudían, por eso no se escuchaban. Los dejo un ratito porque si quieren una foto, si quieren una story, pasan cinco minutos y siguen filmando. “Chicos, ya está, bajen”. Iban apagando algunos, pero otros seguían, seguían y siento que están arruinando la experiencia para todos, para mí, para las cámaras.
– ¿Qué dijiste?
– Me calenté y no salió el show que tenía que salir porque yo estaba distraído. Porque pasaban 40 minutos y yo tenía que seguir pidiendo que apaguen el teléfono. No les importaba nada.
– ¿Y pasó solo en ese show?
– En el único, en ninguno más de esa tanda de shows. No me considero famoso y no creo serlo tampoco. Yo creo que a quien le gusta la comedia me puede me puede llegar a conocer, pero nadie sabe de mi vida, a nadie le interesa, a mí no me interesa contarla. Entonces siento que los que vienen, vienen a escucharme. En estos últimos años tuve un poquito más de exposición porque empecé a subir más contenido en las redes, me empezó a seguir más gente, entonces hay un grupo que no viene a escucharme, que viene a verme. Viene a sacar la foto, a contar que fue a ver al de TikTok, al de Instagram, que vio al que veían juntos en videítos. Y ése no es el público que yo elijo.
– Es la gente que busca al famoso.
– Total, y no lo van a encontrar en mí.
– Porque te enojás.
– Me enojo, me enojo.
– Y después pedís disculpas.
– Sí, porque acepto que me equivoco e intento cambiarlo. De hecho, hago terapia para eso también.
– A veces que te cuentan cosas que me imagino te ponen muy contento: qué lindo lo que me estás trayendo.
– Sí, porque hay gente que te hace jugar. No a que le resuelva la vida o a protagonizar, eso es lo lindo. Básicamente la consigna es, ¿tienen alguna discusión que quieran resolver?
– A veces les hacés un poquito de bullying.
– Sí, porque creo que el bullying en una medida justa hasta es sano. ¿Viste que para curar un veneno te ponen un poquito de ese veneno? El antídoto tiene un poquito de veneno. Y además permitiendo que me lo hagan a mí el bullying, porque es de ida y vuelta, tengo que ponerle el pecho a que me la devuelvan y muchas veces me la devuelven y pierdo.
– Encontré mucha bibliografía tuya en relación a la marihuana. Hay una frase que dijiste: que ahora el porro es como el nuevo mate. Eso dijiste.
– Sí. O sea, lejos de hacer apología. Si bien ahora ya hace mucho que no estoy fumando, creo que lo hice más por un tema de curiosidad y rebeldía por todo el tiempo que no pude. Siento que en todos los grupos en los que yo estoy, me rodeo, que veo y escucho, es muy probable que haya un porrito dando vuelta. Nunca me crucé en mis grupos con otras drogas más duras, pero un porrito siempre está dando vuelta y es un momento medio de ritual de compartir algo. A eso me refiero con el mate. Es de compartir, de una ronda, de pasar.
– ¿Ya pasó?
– Puedo no fumar nunca más y no pasa nada, ni me acuerdo cuándo fue la última vez que fumé.
– Leí que que te hubiera gustado fumar con tus abuelas.
– Me hubiera encantado, nos hubiéramos reído mucho. Mi familia es muy graciosa y mis abuelas, las dos, mi nona y mi abuela fueron dos mujeres maravillosas y muy graciosas. Y sí, me hubiera encantado, se hubieran animado las dos. No me animé. Con mis papás también me gustaría, pero no me parece que haga falta.
– Todos son graciosos en tu familia.
– Muy. En las mesas familiares primó la risa. Si se hablaba de temas serios, se abordaban desde el humor. Mi hermano es la persona más graciosa que conozco.
– A vos que sos tan serio, ¿qué cosas te hacen reír?
– Cada pavada me hace reír.
– ¿Tus compañeros de “Aislados”, Nicolas de Tracy, Lucas Lauriente y Victor Medina te hacen reír?
– Sí, me hacen morir de risa. Están Nico, Víctor y Lucas hablando y yo estoy en el 4.º sillón como un espectador, la paso bárbaro, a veces no me meto. Tres comediantes del carajo tirando un montón de de barbaridades. Tengo la fortuna de poder intervenir cada tanto, que es lo que le gustaría hacer a nuestro público, meterse, porque somos cuatro amigos charlando.
– Actúas como público.
– A veces sí. Y en mi show también me río.
– Hoy te veo muy serio.
– Sí, porque así soy en realidad. Y muchas veces defraudo porque el contraste de lo que la gente conoce de mí con lo que yo soy realmente es muy fuerte. No estoy en la vida todo el tiempo haciendo un chiste o resolviendo un problema porque sería insostenible para mí y para mi entorno. Entonces verme con cara neutra es muy diferente a verme haciendo chistes. Alguno por ahí cree que soy un ortiva, pero no, soy un chabón normal.
– ¿Decís que desilusionás?
– Sí, sí, muy probablemente. ¿Ahora te estás desilusionado?
– No, para nada.
– No tiro ningún chiste.
– No tenés que tirarlo tampoco. La gente toma de uno cierta cosa y si no está en ese rol puede desilusionar.
– Imaginate convivir con un comediante. Mi novia muchas veces me dice “tal vez no hace falta que hagas un chiste con esto, tranqui”. Yo creo que vemos el mundo y la realidad según los lentes de nuestras pasiones o de nuestras vocaciones. Vos ves el mundo como una periodista, ves el mundo y ves una historia detrás de lo que estás viendo. Vos ves un acontecimiento y formas una opinión y tenés la pulsión de contarla. Un arquitecto ve el mundo y ve números y ve medidas, la proporción áurea. Lo mismo el matemático. Yo veo el mundo a través del humor. Entonces, por más que esté serio, a mí se me están ocurriendo formas de hacer humor con lo que está sucediendo.
–¿Hay algo gracioso que está ocurriendo ahora acá en Infobae?
– Todo tiene el potencial de ser gracioso. Los que están ahora detrás del vidrio no pueden estar acostumbrados a que están saliendo en la tele. Muchos por ahí se quieren rascar algo. Se hacen los que no les importa que estén las cámaras, pero se visten un poquito más lindos. Todo es pasible de transformarse en un chiste.
– ¿Hay momentos del mes o del año en que te sentás a escribir los shows?
– Eso es lo que hablé ayer en terapia. Ayer terminé la última gira del año y por primera vez en mi carrera voy a tener una pausa de casi tres meses. No sé qué hacer con ese tiempo. Lo que sí sé es que tengo que volver con un show bastante nuevo.
“QUIERO PREVENIR NO QUEMARME A FUTURO. QUIERO HACER ESTO PARA SIEMPRE”
– ¿Por qué la pausa?
– Porque lo necesitaba, porque quiero prevenir para no quemarme a futuro. Quiero hacer esto para siempre.
– “Me va demasiado bien”.
– Sí, pero no tiene que ver con eso, tiene que ver con la carga horaria. Se van acumulando la cantidad de shows por año. El año pasado estuve cuatro meses sin pisar mi casa, es un montón de tiempo. Te desacomoda la rutina, las horas de sueño. Vas de un país al otro y vas del invierno al verano de un día para el otro y tu organismo no entiende mucho eso. Entonces estás medio tirado, tenés que estar arriba. Y estos tres meses son para evitar la quemada y también quiero extrañar un poquitito.
– Tres meses que están vacíos o que tienen en el medio actividades, viajes.
– Actividades, viajes y un poco de tranquilidad, estar un poco en mi casa, con mi perrita, con mi novia, con mi gente, con mis amigos, con mis viejos, mi hermano. Estar un poco presente acá, porque cuando estás de gira estás en todo el mundo, pero no estás en ningún lado. A veces te despertás y no te acordás en qué ciudad estás. Los hoteles, por más lindos que sean, son todos muy similares. Estás mucho tiempo en un avión, te despertás y te tenés que ir a otra ciudad. Comés algo, tenés que ir a probar sonido. Hacés el show a la noche, al otro día te despertás, te vas a otra ciudad y es intenso. Sí, me fui a España, pero no conocí España en esta gira. Es maravilloso, no me quejo, es lo mejor que me pasó en la vida poder dedicarme a esto, simplemente sé cuáles son mis límites y mi aguante y trato de evitar pasarla mal.
– Relajar. Estar en un lugar. Y que quede la mente en blanco.
– ¡Qué importante que es eso! Sí, y a veces despertarme y decir: hoy no voy a hacer nada. Después, a los tres días ya me vuelvo loco y necesito activar.
“LA SENSACIÓN DE UN GRUPO DE GENTE TENIÉNDOTE FE, INVIRTIENDO SU NOCHE EN VOS Y QUE TODOS SE RÍAN ES INIGUALABLE”
– ¿Qué pasa si no extrañás?
– Me replantearé la carrera, pero yo sé que sí porque lo necesito. La sensación de un grupo de gente, del tamaño que sea, prestándote atención, teniéndote fe, invirtiendo su noche en vos, poniendo en tus manos el plan de su sábado y que todos ellos se rían… Esa sensación es inigualable. No conozco ningún comediante que haya dejado la comedia yéndole bien.
“CON LA ANSIEDAD QUE MANEJAMOS QUE ME REGALEN DOS HORAS, PARA MÍ NO TIENE PRECIO”
– Eso lo puede vivir un pastor o un político con sus audiencias. Te empodera es lo que estás contando.
– Te pone en un lugar que está muy lejos de lo cotidiano, de una persona con un trabajo normal.
– Donde la gente le está dando algo muy grande.
– Sí, una responsabilidad grande. Yo ya sé que no soy neurocirujano, pero la gente me está dando el poder de mejorar o empeorar su noche. Eso es un montón. Y que por un rato con los pocos períodos de atención que tenemos, con la ansiedad que manejamos porque todo tiene que ser inmediato, me regalen dos horas para mí eso no tiene precio. Es un montón y yo siento esa responsabilidad.
– ¿Hablás mucho de eso en terapia?
– Sí. ¿Se nota? Sí, hay que aprender a convivir con eso. Siento que la forma es honrándolo, y honrarlo es pasarla bien, y pasarla bien a veces es parar un poquito.
“PAGARÍA POR HACER LO QUE HAGO. MUCHAS VECES ME DESPIERTO Y SIENTO QUE TENGO QUE IR A LA OFICINA TODAVÍA”
– Querías que la gente se riera con vos y lo lograste y lo lográs.
– No lo puedo creer, es un montón. ¿Y encima vivir de eso? Porque yo pagaría por hacer lo que hago, que no se entere la gente. ¿Poder vivir de eso? Muchas veces me despierto y siento que tengo que ir a la oficina todavía.
– Mucha gente te agradece que la hagas feliz, te lo dice en el show, en las redes. Eso no es usual.
– Ese amor es una locura. Y sobre todo pasa en Europa, donde las distancias son más cortas. Cuando pongo un show a la venta, la gente me manda foto de su entrada y del ticket de avión porque van a ir de Francia a España por ejemplo. Para mí eso es una locura. El agradecimiento en algún momento tenés que no concientizarlo tanto, te tenés que hacer fuerte, porque si no te ganan las emociones en el escenario. Tenés que acallar un poco todo y hacer tu trabajo.
“A VECES ME AGRADECEN EN VIVO Y ME EMOCIONA. ENTIENDO LO QUE ES ESTAR PASANDO UN MAL MOMENTO”
– ¿Por qué no quedaría bien si se te llenan los ojos de lágrimas?
– A veces me pasa, algunos me agradecen en vivo y me emociona. Lo pienso ahora y se me pone la piel de gallina, porque entiendo lo que significa estar pasando un mal momento y que tu escape sea un contenido, un videíto, una persona. Ellos canalizan y proyectan en mí esa alegría de aplazar un rato su mal momento, su depresión o lo que sea que estén viviendo.
– Pero además te lo cuentan y eso también es muy valioso.
– Es hermoso. Siempre, en todas las salidas de todos mis shows, con la gente que se queda esperando, sea mucha o sea poca, me quedo hablando, ese momento es re lindo.