En abril de 1945, Lee Miller, una fotógrafa estadounidense, se encontraba en el apartamento de Adolf Hitler en Múnich, el mismo día en que el dictador nazi se había suicidado en Berlín. En una imagen que se convertiría en un ícono de la Segunda Guerra Mundial, Miller posó en la bañera del Führer, con sus botas embarradas por el polvo de los campos de concentración que había fotografiado horas antes. Esta escena encapsula la vida de una mujer que rompió barreras tanto delante como detrás de la cámara. Su historia llegó al cine en una película protagonizada por Kate Winslet, que buscó rescatar el legado de esta figura multifacética, y ahora puedes encontrarla en el catálogo de Prime Video.
La película biográfica Lee, dirigida por Ellen Kuras y protagonizada por Kate Winslet, se centra en la etapa de Miller como corresponsal de guerra. Según National Geographic, el film busca mostrar no solo su valentía en el frente, sino también los costos personales que pagó por su compromiso con la verdad. Winslet, quien también es productora de la película, ha destacado la importancia de contar historias como la de Miller para cambiar la percepción cultural sobre las mujeres complejas e influyentes.
De acuerdo con National Geographic, la vida de Miller fue un constante desafío a las normas de su tiempo. Nacida en 1907 en Poughkeepsie, Nueva York, en el seno de una familia acomodada, su infancia estuvo marcada por eventos traumáticos, como una violación a los siete años que le dejó profundas cicatrices emocionales. A pesar de estos inicios difíciles, Miller se convirtió en una mujer ambiciosa y decidida a abrirse camino en el mundo del arte y la moda. Su salto a la fama llegó en 1927, cuando el editor de Vogue, Condé Nast, la rescató de ser atropellada por un coche, un encuentro que, según algunos historiadores, pudo haber sido planeado por la propia Miller. Este incidente marcó el inicio de su carrera como modelo, convirtiéndose en una de las figuras más reconocidas de la industria.
De musa surrealista a fotógrafa innovadora
En 1929, la carrera de Miller como modelo sufrió un revés cuando su imagen apareció en un anuncio de tampones, algo considerado escandaloso en la época. Este episodio la llevó a buscar nuevas oportunidades y a trasladarse a Europa, donde decidió dedicarse a la fotografía. Según National Geographic, en París se convirtió en aprendiz y musa del fotógrafo surrealista Man Ray, con quien también mantuvo una relación sentimental. Durante su tiempo juntos, Miller no solo posó para algunas de las imágenes más icónicas del movimiento surrealista, sino que también desarrolló su propio estilo fotográfico, experimentando con técnicas como la solarización, que crea efectos visuales únicos al invertir los tonos de la película.
A principios de la década de 1930, Miller regresó a Nueva York y abrió su propio estudio de fotografía, consolidándose como una artista independiente. Más tarde, tras un breve matrimonio con el empresario egipcio Aziz Eloui Bey, conoció al fotógrafo surrealista Roland Penrose (interpretado por Alexander Skarsgård en el film), con quien se casaría años después. Fue en Londres, junto a Penrose, donde Miller encontró un nuevo propósito durante la Segunda Guerra Mundial: convertirse en corresponsal de guerra.
Una pionera en el fotoperiodismo de guerra
En un momento en que la mayoría de los corresponsales de guerra eran hombres, Miller rompió esquemas al trabajar para Vogue como fotógrafa en el frente. Según National Geographic, sus reportajes no solo documentaron los bombardeos en Londres durante el Blitz, sino que también exploraron temas como el trabajo de las enfermeras y las mujeres operadoras de reflectores. Su enfoque artístico y su perspectiva como mujer aportaron una nueva dimensión al fotoperiodismo de guerra.
Tras el Día D, Miller se unió a las tropas aliadas en Europa, desafiando las restricciones impuestas por las autoridades estadounidenses que no querían mujeres en el frente. Junto a su colega y amante intermitente, el fotógrafo de LIFE David E. Scherman (Andy Samberg), capturó imágenes impactantes de la guerra, incluyendo las atrocidades de los campos de concentración de Dachau y Buchenwald. Según National Geographic, estas experiencias dejaron una huella imborrable en Miller, quien nunca pudo superar completamente el trauma de lo que presenció.
El legado de una vida transformadora
Después de la guerra, Miller regresó a Inglaterra, donde se casó con Penrose y se retiró de la fotografía profesional. Aunque sufrió episodios de estrés postraumático y luchó contra el alcoholismo, encontró una nueva pasión en la cocina, convirtiéndose en una destacada chef gourmet. Según National Geographic, su legado artístico permaneció en gran medida olvidado hasta que su hijo, Antony Penrose (Josh O’Connor), comenzó a preservar y promover su archivo fotográfico, que incluye decenas de miles de imágenes.
El impacto de Miller en el mundo del arte, la moda y el fotoperiodismo sigue siendo relevante hoy en día. Su vida es un testimonio de resiliencia y creatividad, y su trabajo continúa inspirando a nuevas generaciones. Como ella misma dijo en una ocasión: “La personalidad del fotógrafo, su enfoque, es realmente más importante que su genio técnico”. Con la reciente película y el renovado interés en su obra, el legado de Lee Miller está más vivo que nunca.
