Milei, Macri y Cristina Kirchner, en un laberinto con intereses cruzados y disputas a punto de estallar

El Gobierno construyó la escena de un pacto inexistente entre los ex presidentes en el Senado para maquillar su mala praxis. La guerra entre el PRO y LLA en CABA, y la pelea cada vez más feroz en el peronismo bonaerense. La decisión de Kicillof. El rol de la Corte Suprema. El futuro de García-Mansilla

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Javier Milei en Estados Unidos
Javier Milei en Estados Unidos

La crisis que azota al Gobierno, desatada a mediados del verano, se extendió mucho más de lo que Javier Milei hubiera preferido. El traspié parlamentario de este jueves, que terminó por frustrar los pliegos de Ariel Lijo y Manuel García-Mansilla, le propinó a la Casa Rosada una derrota significativa. “Somos de la cochería”, bromeó esa noche un operador libertario que siguió muy de cerca las negociaciones judiciales. El Gobierno reaccionó como ha solido hacerlo hasta ahora: con un comunicado en el que “repudió” la decisión de la Cámara alta, como si el Congreso fuera una escribanía al servicio del Poder Ejecutivo.

Desde La Florida, Milei también reaccionó como siempre: se zambulló en las redes, en el mundo digital en el que suele depositar toda su ira cuando la realidad le juega una mala pasada. Esa noche, el Presidente recibió un doble disgusto. Primero la mala praxis en el Senado; un rato más tarde, la fallida reunión con Donald Trump en la residencia del magnate en Mar-a-Lago. “¿Dónde están todos los que decían que yo tenía un pacto de impunidad con la ex presidente doblemente condenada?”, se preguntó Milei en su cuenta de X. Y agregó, furioso: “Parece que el pacto era de aquellos preocupados por sus causas penales”.

La acusación se esparció rápidamente por las redes. No le hizo falta a Milei ser tan explícito. “La Derecha Diario”, uno de los medios libertarios por excelencia, dirigido desde la mismísima Casa Rosada, le puso nombre a ese supuesto pacto: Mauricio Macri y Cristina Kirchner. Igual de explícita fue Patricia Bullrich, enemiga declarada del ex presidente, que habló de una “vendetta” de Macri, que ordenó a algunos de los senadores del PRO que dieran quórum para rechazar los pliegos de los jueces propuestos por el Ejecutivo. “Se juntó con el kirchnerismo para voltearle un decreto a Milei, está con bronca, no quiere aceptar que al gobierno le va bien”, arremetió la ministra de Seguridad.

El Gobierno sabe que no hubo ningún pacto secreto entre los ex presidentes para rechazar a Lijo y García-Mansilla. Pero el voto de los senadores que se referencian en CFK y algunos de los que responden al jefe del PRO le sirvió al Presidente para plantear públicamente la duda en el terreno en el que mejor se mueve: el de la comunicación. Macri hacía rato que había planteado su posicionamiento en contra del juez federal al igual que buena parte del universo macrista, con excepción de un puñado para nada despreciable, en cantidad, de dirigentes que tienen vuelo propio y un vínculo muy fluido con el juez, como Cristian Ritondo o Daniel Angelici. En el caso de la ex presidenta existía para su rechazo una urgencia mayor: ella dice ver en el catedrático y la composición mayoritaria de la Corte una maniobra para encarcelarla.

Mauricio Macri, Lospenatto y Vidal
Mauricio Macri, Lospenatto y Vidal recorrieron barrios por la campaña

Desde esa noche, la continuidad de García-Mansilla quedó seriamente comprometida. Dañada en su reputación, más aún desde su designación en comisión en el máximo tribunal. Según altas fuentes, el juez había previsto la situación hacía unos 10 días, cuando redactó una carta de renuncia que espera en su oficina de la Corte. El magistrado sabía que el Senado rechazaría su pliego, pero esperó a este jueves para confirmar sus pronósticos y definir los pasos a seguir. Que esa carta se efectivice depende de algunos factores. En buena medida, de hasta dónde está dispuesto él a rifar su prestigio. También de las presiones, aparentemente efectivas -al menos hasta estas horas- de la Casa Rosada. García-Mansilla buscó además el respaldo de sus colegas Horacio Rosatti y Carlos Rosenkrantz. “No le hace bien a él, lo deja mal parado, que el Ejecutivo salga a decir que se quede porque eso sería una clara injerencia sobre otro poder”, se despachó ayer una fuente cortesana.

Milei atraviesa momentos cruciales para el futuro de su administración, alterada ahora por la guerra comercial desatada por su amigo Trump y atada, en buena medida, a la negociación con el Fondo Monetario cuyos detalles aún se desconocen. A pocos meses de una elección que el Presidente pretende sortear con holgura para hacerse fuerte en el Congreso y tener que depender muchísimo menos que ahora del humor de Cristina Kirchner y de la disputa cada vez más nítida con Macri.

El sistema político se acostumbró, en ese sentido, a la acumulación de desacuerdos y situaciones anómalas. En parte, porque los principales partidos están detonados internamente.

No hay acuerdo para la selección de los representantes de Diputados y del Senado en la Auditoría General, que tiene ahora a un solo miembro, su presidente, Juan Manuel Olmos, una situación completamente inédita. El Consejo de la Magistratura no se reúne desde diciembre: tiene pendiente, por ejemplo, la investigación contra el juez Marcelo Bailaque, al que acusan, entre otros delitos, de enriquecimiento. El rechazo del Senado a los pliegos del Ejecutivo tal vez sea el conflicto más rutilante entre la Casa Rosada y buena parte del sistema, azuzado por un gobierno que propone negociaciones poco convencionales, por fuera de cualquier lógica conocida hasta que aterrizó en la Casa Rosada.

En ese esquema, el Gobierno llegó a la sesión de este jueves con la plena seguridad de que la suerte de Lijo y García-Mansilla ya estaba echada. Pareciera que ser acuerdista es una mala palabra en la Argentina. Peor aún: a nadie le importa. El mejor ejemplo es el frustrado Pacto de Mayo, que no tuvo ni un solo avance desde su creación.

Cristina Kirchner y Axel Kicillof
Cristina Kirchner y Axel Kicillof en La Plata

Cristina Kirchner ofreció, a través de sus delegados, acordar una ampliación de la Corte, desempolvar la media sanción de Diputados del 2022 y que incluso fuera Milei quien terminara por pulir su alcance. La ex presidenta había aceptado la nominación de Lijo, promocionado por gobernadores como Gerardo Zamora y Gildo Insfrán que en la sesión del jueves aportaron los votos de sus senadores junto a los de Juan Manzur y Sergio Uñac, entre otros legisladores del peronismo que se comprometieron a respaldar al juez federal. La ex presidenta solo pidió que no cargaran esa designación en su cuenta. Milei voló a Estados Unidos, y dejó por enésima vez las gestiones en manos de Santiago Caputo, su asesor estrella, que acaba de convertirse en una de las novedades editoriales de abril por el trabajo de Maia Jastreblansky y Manuel Jove, autores de “El Monje”, la biografía del consultor que les brindó a los periodistas una frase sugerente y provocadora, plasmada en el epílogo del libro: “Estén seguros de que el plan de Javier va a salir... En lo que a mí se refiere, no hay chance de que yo termine bien”.

La política argentina está inmersa desde hace tiempo en un clima de profunda desconfianza, no solo entre personajes aparentemente antagónicos como Milei y Cristina Kirchner, si no también en dirigentes supuestamente cercanos, y presumiblemente aliados, como el Presidente y el jefe del PRO.

La posibilidad de una alianza electoral de cúpulas entre La Libertad Avanza y el macrismo quedó archivada desde el mismísimo momento en que Karina Milei decidió, con el aval su hermano, avanzar sobre la capital, el territorio insignia de Macri que administra su primo Jorge desde diciembre del 2023.

El ex presidente entendió el año pasado que Milei había decidido prescindir de sus consejos y desoír sus sugerencias. “Este pendejo me forrea, y encima me fuma cigarrillos en la cara”, le dijo alguna vez Macri a un amigo en referencia a Caputo, después de alguna de las citas con el consultor en la oficina pequeña y modesta que antes utilizó su padre sobre la avenida Córdoba, invadida por el humo del tabaco que consume con ansiedad el asesor presidencial.

Macri nunca imaginó, sin embargo, que Javier y Karina Milei entablarían una guerra sin cuartel en la ciudad, para tratar de cortar la hegemonía que el PRO mantiene en ese distrito desde hace más de quince años. Una maniobra arriesgada para un gobierno que, por la seriedad de la disputa, postuló a Manuel Adorni y que tiene escaso margen para la derrota. Para los Macri, la elección también presenta serios riesgos. En el caso del ex presidente, un test determinante para su futuro y el control sobre el bastión principal, una fuente inagotable de recursos con un valor simbólico caro a sus sentimientos. Para el jefe de Gobierno, un test clave para la viabilidad de su propio proyecto.

“Los vamos a hacer mierda. Queremos que salgan cuartos”, se le escuchó decir en los últimos días a un colaborador muy cercano a Caputo. El PRO planteó el martes un proyecto para desplegar en las próximas semanas una campaña “limpia”. Desde LLA respondieron con una agresiva campaña de redes. En algunos casos, con mensajes muy sugestivos.

El resultado de la capital del 18 de mayo impactará, casi seguro, en un cada vez más lejano acuerdo de cúpulas entre el PRO y los Milei. En especial, en territorio bonaerense. “El PRO es el futuro”, vociferó el viernes Macri en el Planetario, al frente de la campaña porteña, en la presentación de candidatos. En la Provincia, el PRO renueva este año a 7 de sus 11 diputados. LLA, por el contrario, renueva solo a 2 de los 10 de su bloque pertenecientes a ese distrito.

Para Cristina Kirchner, las próximas semanas también serán cruciales para su futuro.

En el Instituto Patria están furiosos con Axel Kicillof, que está a punto de adelantar el calendario electoral bonaerense. A menos que suceda algo imprevisto, es una decisión tomada.

“Desdoblar es debilitar a Cristina”, se quejaron. La ex presidenta está segura de que si el gobernador adelanta el calendario provincial -presumiblemente para agosto- los intendentes del conurbano van a jugar a menos en las elecciones de octubre y que ella, en caso de ser candidata en la categoría nacional, necesitaría un resultado lo más apabullante posible para ejercer presión sobre la Corte, si es que, para esa altura, aún no resolvió en torno al recurso de queja interpuesto por sus abogados. En su entorno dicen que no le teme a la cárcel. Pero tampoco le agrada.

Por eso, en los últimos días dirigentes cercanos a la ex presidenta empezaron a ventilar la posibilidad de que, en un calendario desdoblado, ella se postule como diputada provincial por la tercera sección electoral. Lo anticipó públicamente Teresa García, una de sus principales voceras. “Si eso pasa, va a ser una carnicería, un pelotón de fusilamiento”, se adelantó un importante dirigente de La Cámpora en alusión a una potencial y buena performance de la jefa del PJ.

Kicillof también está harto. Se cansó de que le quieran marcar la cancha; “del golpe institucional de los pibes”. Sus colaboradores llegaron a hablar de la ejecución de un “golpe de Estado”.

“Ellos están en el peor momento”, sintetizó este viernes un operador peronista. “Hoy están en guerra”, agregó. Hasta hace dos viernes, Cristina Kirchner esperó una señal por parte del gobernador bonaerense. Pero la carta de más de 40 intendentes bonaerenses que se manifestaron en favor de un desdoblamiento del calendario electoral terminó por debilitar -no acotar- las negociaciones. Después de eso, la ex presidenta ventiló su intención de postular a la Legislatura si esa era la decisión de su ex ministro.

Ese domingo, Kicillof cenó con Sergio Massa y Máximo Kirchner, pero la comida les cayó muy mal a los tres comensales. Las negociaciones siguieron, azuzadas por amenazas cruzadas en la Legislatura. El jueves, en su discurso en La Plata, el gobernador fantaseó llamativamente con la figura de Alberto Fernández, y dijo que por la resistencia del cristinismo el ex mandatario había tenido dificultades para gobernar. Antes de ese discurso, en el que volvió a insistir con el desdoblamiento, había recibido un mensaje: que todavía no tomara ninguna definición para tratar de reencausar las negociaciones. A esta altura, parece casi imposible.

Es que el gobernador blanqueó públicamente lo que sostenía de manera recurrente en privado: “Yo no quiero ser Alberto Fernández”. Kicillof quiere demostrar en las próximas 48 horas por qué no está dispuesto a ser Fernández, aún cuando las consecuencias de esa decisión asomen impredecibles para el futuro de su proyecto.

Alberto Fernández y Cristina Kirchner
Alberto Fernández y Cristina Kirchner comparten un acto en La Plata junto a Axel Kicillof y Sergio Massa

En despachos bonaerenses, en el Instituto Patria, en La Cámpora y entre intendentes del conurbano se asegura que el gobernador anunciará entre el lunes y martes el adelantamiento de las elecciones provinciales. Antes de que la Legislatura trate la suspensión de las PASO, un proyecto del Frente Renovador en el que podría incluirse, en acuerdo con La Cámpora, el llamado a elecciones concurrentes. “Esto no tiene solución”, se resignó en estas horas un intendente del Gran Buenos Aires que se plegó en estos días a la guerra de solicitadas cruzadas.

En ese contexto de crecientes internas partidarias, Milei digita los destinos de su programa de gobierno, ante un escenario internacional que cruje: el viernes se derrumbaron las acciones argentinas que cotizan en Wall Street -cayeron hasta un 12%-, el Riesgo País se disparó por encima de los 900 puntos básicos y las reservas del Banco Central siguen su tendencia negativa.

Al Presidente le urge prolongar la vigencia de su programa económico hasta las elecciones de octubre, cuando busque una revalidación de su gestión para robustecer la composición de sus bloques en el Congreso y potenciar la construcción de su proyecto de poder. “El problema es que ellos no se dejan ayudar. Los mensajes que salen del triángulo de hierro son muy confusos: a veces pareciera que ni ellos se ponen de acuerdo”, subrayó esta semana una fuente del PRO.

Lo cierto es que, en paralelo a las disputadas cruzadas en el oficialismo y la oposición, el humor social empieza a mostrar algunos señales a las que Milei debería prestarle más atención. En particular en el conurbano, el refugio más representativo del electorado K. Según recientes estudios focales de la consultora DAT, en el corazón del Gran Buenos Aires, aún hay disposición en darle tiempo al Gobierno, pero los problemas en empleo y seguridad se hacen cada vez más latentes. “La sensación general es la de estar remando en un contexto peligroso y de mucha incertidumbre en el que conseguir trabajo estable y con ‘derechos’ es cada vez más difícil”, fue una de las conclusiones.

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