
El Gobierno se puso en modo hiperactivo hoy, en paralelo al debate caliente en el Congreso por el DNU con el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional y la marcha contra Javier Milei, luego de los ruidos en los mercados. El Presidente aún siguió con creciente -pero disimulada- preocupación la previa de la manifestación desde la Casa Rosada, y el “triángulo de hierro” monitoreaba hasta entrada la noche el operativo que lideraba Patricia Bullrich.
Cerca del mediodía, Karina Milei recibió a la ministra de Seguridad para seguir los detalles del operativo con la Casa Militar. Y por la tarde, llegó a Balcarce 50 el ministro de Economía, Luis Caputo, que raudo y sin saludar a la prensa se dirigió desde la explanada de la Casa Rosada al sector de Presidencia. Cerca de la votación, también subió al despacho presidencial el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, para comentar las perspectivas de la votación que resultó positiva en Diputados. Mientras, Santiago Caputo estaba en su despacho, en comunicación con el Presidente y la Secretaria General. Después de unos medidos festejos puertas adentro y afuera, vía X, por el resultado legislativo, al ver que la situación en la calle seguía controlada -a pesar de que se registraban algunos desmanes aislados-, el Presidente dejó la Casa Rosada pasadas las 19. Pero su asesor y su hermana y Francos se quedaron dos horas más. “El día no terminó”, decían en Balcarce 50.
Tras los fuertes cuestionamientos de la oposición por la actuación de la Policía para enfrentar a grupos violentos, Milei no solo respaldó el operativo que se desplegó hace siete días, sino que volvió a darle poder de decisión para hoy a Bullrich. Sin embargo, decidió involucrarse personalmente, y más de cerca con la coordinación.
El nivel de violencia que se generó en la protesta de jubilados tomó a la cúpula del Gobierno, si no por sorpresa, al menos con menor grado de preparación. Entonces, habían delegado prácticamente todo el poder de decisión en Bullrich. Esta vez, debido al caos de esa jornada y los coletazos subsiguientes por errores propios, forzados o no, decidieron estar más cerca.

Milei le pidió mayor participación a Santiago Caputo, su mano derecha, que ayer convocó en su despacho a Bullrich, a los jefes de la SIDE, Transporte y Justicia en la Casa Rosada para monitorear cómo venía el operativo, vetar y aprobar decisiones de la cartera de seguridad. Los jefes de Inteligencia, Sergio Neifert y Diego Kravetz, y el viceministro de Justicia, Sebastián Amerio, responden directamente a su mando. Pero Bullrich no le rinde cuentas a él a diario, sino al Presidente. Y ayer tuvo que explicarle al consultor el devenir del operativo.
Ayer, Milei no se había sumado a ese encuentro, donde se dispusieron los lineamientos para hoy. Pero esta mañana corría el rumor de que también el Presidente estuvo presente en la reunión que se celebró aproximadamente las 11 y las 12 entre la Secretaria General de la Presidencia, y Patricia Bullrich.
La funcionaria del ala de PRO que se fusionó con el oficialismo estuvo a cargo hoy, pero el triángulo de hierro siguió de cerca sus pasos antes y durante el despliegue de las fuerzas en el microcentro.

De todas formas, en el círculo presidencial intentan relativizar el grado de alerta. Por caso, Milei mantuvo en pie la reunión que tenía prevista con el Embajador de Israel en Argentina, Eyal Sela, y el presidente del Centro Mundial de Conmemoración de la Shoá, Dani Dayan. Luego hizo lo propio con el rabino Yoni Ganger. Pero demoraron en confirmar que el Presidente suspendió el viaje que tenía previsto hacer este fin de semana a Israel.
Es una decisión que se sopesaba en el Ejecutivo desde hace varios días, a pesar de que el lunes, el jefe de Estado les había transmitido a las nuevas autoridades de la Delegación de Asociaciones Israelitas (DAIA) que la visita para encontrarse con el primer ministro Benjamin Netanyahu estaba firme.
Hoy el Gobierno debió recacular, al igual que la semana pasada, cuando postergó hasta nuevo aviso la visita que tenía programada a Chile tras el desastre desatado por entre la violencia de barrabravas y la sobreactuación en el operativo de Patricia Bullrich. En Balcarce 50 insisten con que hay un intento de desestabilización de parte del kirchnerismo, e inclusive hablan de un “golpe de Estado”. Pero intentan mostrarse en control.
“Nos sirve que tiren piedras, porque los va a dejar expuestos ante la sociedad. No nos cambia nada que hoy adhiera el peronismo. Barras o no, son todos kukas. ¿O acaso no es kuka la barra de Gimnasia?“, dijeron cerca del primer mandatario al promediar la jornada, unas horas antes del horario de la convocatoria para la manifestación, prevista para las 17.
La Policía Federal, en coordinación con la Casa Militar, dispuso un vallado en torno a la Casa Rosada, pero a la altura de Reconquista, a unos 100 metros de la sede del Gobierno. Temían que esta tarde volvieran a ubicarse manifestantes en las inmediaciones de Balcarce 50 como hace una semana, cuando los más violentos incluso lanzaron las piedras del homenaje a las víctimas de la pandemia en la Plaza de Mayo.

En Balcarce 50 por lo bajo susurraban que los inquietaba más lo que ocurriera dentro del Congreso. Esta mañana festejaban haber podido iniciar la sesión por el DNU con el acuerdo con el FMI en Diputados, casi sin demoras. Sin embargo, no lograron finalizar el debate a las 15, como pretendían, para evitar que se superpusiera con el inicio la manifestación. Y el resultado de la votación, aunque en LLA se mostraban confiados, aún estaba abierto.
El Congreso estaba aún en funcionamiento esta tarde, en una sesión que prometía alargarse luego de que el kirchnerismo convocara a una sesión especial para tratar una prórroga en la moratoria y un aumento en los haberes de jubilados para las 19. Exactamente el momento en que podrían estar generándose disturbios, como preveía el Gobierno. Al final, la oposición dura no logró reunir el quórum suficiente para sesionar.
Mientras se prolongaban los cruces con el kirchnerismo y entre los propios diputados libertario en la Cámara baja, y Máximo Kirchner se preparaba para protestar desde su banca contra el acuerdo con el Fondo, pasadas las 16 llegó a la Casa Rosada por la explanada y atravesó el Salón de los Bustos el ministro de Economía, Luis Caputo. Iba a ver al Presidente, dijeron desde el primer piso de la sede del Gobierno, luego de los ruidos que se generaron en el mercado durante las últimas 48 horas por la suba abrupta del dólar.
El oficialismo relativizó en público el impacto de estos movimientos, pero por lo bajo los relacionaron, también con un supuesto intento de generar una corrida para desestabilizar a Milei. Por la tarde, Caputo publicó una foto con el primer mandatario y Karina Milei, una señal de respaldo de los líderes para despejar sospechas de incomodidad, exactamente en el momento en que se conocía que se había aprobado el DNU del acuerdo con el FMI, con 129 votos positivos sobre 108 negativos. De hecho, en el texto del tuit reflejaron los números de la votación que trajo alivio al Gobierno.
Unas tres horas después, el Presidente dejaba Balcarce 50, mientras que algunos miembros de su equipo de comunicación, su hermana, y su asesor Caputo permanecían en sus respectivos despachos. Temían que luego de mantener bajo cierto control la protesta durante el día, por la noche hubieran desmanes. Finalmente hubo algunos incidentes y enfrentamientos puntuales, que no escalaron.
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