(Desde Washington, Estados Unidos) Donald Trump, su esposa Melania, sus hijos Ivanka y Eric Jr, y sus nietos llegaron temprano a la iglesia episcopal St. John, ubicada a pocos pasos de la Casa Blanca. El presidente de los Estados Unidos se apegó a una tradición que impuso Franklin Delano Roosevelt en 1933, y desde allí se repitió con cada mandatario que lograba acceder al Salón Oval.
Javier Milei y Karina Milei también participaron de la ceremonia. Se sentaron al lado de Daniel Noboa, mandatario ecuatoriano, que concurrió acompañado por su esposa Lavinia Valbonesi. Había un pesado clima protocolar: todos los invitados especiales asumían que se trataba del comienzo de una jornada histórica para Estados Unidos y el mundo.
Cuando terminó el oficio religioso, Trump, Melania y el resto de la familia presidencial salieron por un pasillo cercano a la ubicación de Milei. Trump lo saludó y tuvo un gesto afectivo, mientras ciertos miembros de su familia le pidieron a Milei una selfie. El jefe de Estado aceptó inmediatamente, y desde ese momento el clima protocolar se rompió en mil pedazos.
“Ahí metí entre 20 y 30 selfies corridas. Con la gente que estaba en la iglesia”, le comentó Milei a un miembro de la delegación oficial.
-¿Y Trump que te dijo?, le preguntaron al presidente.
-Me saludó como un amigo-, contestó.
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