Espalda con espalda. Así es la foto del PRO que pasa de las clásicas camisas celestes a alguna blanca o rosa. También hubo quorum en look de remera negra ajustada para los cuerpos más trabajados por el sudor del gimnasio y no solo de las recorridas políticas. Pero los que ponen el pecho son todos varones. La foto parece retroceder en el tiempo: una política 100% masculina.
¿Mujeres? ¿Qué era eso? ¿No había cerrado ese antro? Basta de fingir cordialidad, dejar pasar alguna para la foto, endiosar a candidatas que prometen escuchar y aportar humanidad, una cuota de género o, incluso, tener que usar mujeres para mostrar discursos duros porque se camufla mejor si lo dicen ellas que si lo dicen ellos. Ni una filtración. ¿Se perdió el sentido paritario?
La lista sábana se acuesta solo con hombres, si se toma como muestra representativa, la reunión del PRO bonaerense, aunque el retroceso no pueda -hasta ahora- derogar leyes y la paridad sea una formalidad que deberán cumplir a la hora de armar listas. Pero, en el momento de la rosca, los que hablan de política, economía y seguridad son exclusivamente varones.
Aunque las que pagan el precio de un país en llamas por el aumento de precios sean, muy especialmente, las madres, las mayores y las jóvenes que caminan para conseguir alimentos para sus familias, que hacen malabares para criar a sus hijos e hijas muchas veces sin ayuda y se perjudicaron en los indicadores salariales (porque, entre otras cosas, las mejores paritarias las consiguen los gremios tradicionalmente masculinos). Pero, en la foto, no hay ni mirada femenina, ni perspectiva de esas realidades cotidianas. Si hay paridad, que no se note.
Sin mujeres, el sábado 3 de febrero, el PRO, realizó su cumbre de referentes en Olavarría para mostrar unidad. Pero esa unidad reflejó un paradigma: no hace falta que haya mujeres, salvo que la ley lo obligue. Y si van a estar en las listas porque las leyes lo disponen, en el armado que va a definir a candidatos/as están solo ellos.
Argentina es uno de los países del mundo con más avances para los derechos de las mujeres y la diversidad sexual. Pero ahora el retroceso parece querer devolver la Copa de vanguardia para volver a la prehistoria. La sorpresa fue tanta que una de las respuestas vino de Lucas Llach, ex vicepresidente del Banco de la Nación Argentina, durante el gobierno de Mauricio Macri. Él tuiteó: “Amigos del PRO: a esta altura del match, lo que revela esta foto no es aceptable”.
Pero la noticia no fue tanto quiénes fueron, sino quiénes no estaban. Ni una mujer. Según informó Infobae “estaba previsto que asistieran Soledad Martínez, la única intendenta del espacio opositor (que en Vicente López reemplazó a Jorge Macri cuando se sumó al gobierno porteño), y Daniela Reich, senadora provincial y vicepresidenta del partido, finalmente no participaron del encuentro ni se hicieron eco de la reunión a través de sus redes sociales”.
Sí participaron los cuatro precandidatos a gobernador que buscan destronar a Axel Kicillof: Diego Santilli, Cristian Ritondo, Javier Iguacel y Néstor Grindetti. En los cargos ejecutivos -sin cupo- hay pocas mujeres. Eso muestra que la igualdad no derrama, sino que se produce cuando es empujada. Si fuera por la inercia, la foto del PRO muestra que retrocederíamos más de un siglo, antes del voto femenino que se aprobó el 23 de septiembre de 1947, con la Ley 13.030. Han pasado 76 años. Pero si bien ahora las mujeres tienen voto, no tienen flash.
En el regreso de la democracia hubo más mujeres que en la foto del PRO, pero casi se las podía contar con los dedos de las dos manos : apenas 12 diputadas, un 4,3% de proporción femenina en la vuelta del funcionamiento del Congreso post dictadura militar y un 95,7% masculino. El dato muestra que, si los varones tienen que hacer lugar por propia voluntad, los lugares son todos para ellos.
La única manera de compartir bancas, poder y políticas, es que tengan que hacerlo porque una norma se los impone. En 2015 ya había 36,1% de mujeres y 63,9% de varones, según datos recopilados por el Proyecto Generar (Centro de Estudios y Usina para el Desarrollo con Igualdad). En 1991, se sancionó la Ley 24.012 de Cupo Femenino que dio un piso de 30% para la ocupación de bancas.
La norma se la arrancaron las mujeres al peronismo de trasnoche y las que consiguieron la victoria fueron castigadas por el avance conseguido al dejarlas sin cargos en los siguientes períodos electorales. Ahora se produce un escenario similar. El movimiento de mujeres argentino está a la vanguardia de derechos en América Latina y el mundo. Pero hay un discurso organizado y financiado contra esos avances que está en un climax en el que cualquier palabra que roce la igualdad parece ridícula o poco pragmática.
Sin embargo, las leyes son las leyes, y el Congreso sancionó normas claras y avances que no se pueden hacer delete. Argentina es un país ciclotímico y contradictorio. Cuando parece que avanza, retrocede y, cuando parece que retrocede, avanza. Por eso, la foto sin mujeres no parece casual. Si al gobierno de Alberto Fernández el mismo error de una foto sin mujeres (con empresarios, funcionarios y sindicalistas) le generó un alto costo político en el contexto de pandemia, ahora la masculinización de la política parece hacerle un guiño a la vuelta de un machismo exacerbado.
Pero hay dos problemas: esa puede ser una foto que no genere costo en el verano del 2023. Pero no una película que se pueda sostener en relación a la historia y al futuro de Argentina. Y otro más importante: las encuestas pueden mostrar aprobación hacía gestos machistas (como el de Cristian Ritondo gesticulando con sus dedos una relación sexual por truncar una sesión presidida por Cecilia Moreau en una obscenidad que no fue sancionada) en la Cámara de Diputados. Pero no se gobierna por Twitter o Tik Tok y no se puede abolir la Constitución por la oleada de retroceso.
La realidad es que no podrían dejar que las mujeres volvieran a encargarse de planchar las camisas celeste y ellos abrocharse el cinturón del poder. Y, en cuánto a los diputados, a pesar que el poder legislativo, en Argentina, es el que más se acerca a la paridad, con un 42% de mujeres en la cámara alta y baja, en la foto el resultado es aplastante: 0 mujeres.
“Los partidos políticos, aún deben fortalecer los principios de paridad y no discriminación en sus Cartas Orgánicas, garantizar su cumplimiento, así como promover entornos igualitarios y libres de violencias por razones de género”, según las conclusiones del índice de Paridad de Género (IPG) 2021, a cargo del PNUD Argentina, ONU Mujeres Argentina e IDEA Internacional para América Latina y el Caribe, entre otros organismos.
Hoy el humor social pasa tan rápido como un reel de Instagram. Todo enardece pasiones y todo aburre en menos de lo que el marketing político acomoda a sus candidatos. Pero los políticos no gobiernan en un país de storys, sino con leyes que no se deslizan con el dedo. Y la paridad de género es una realidad insustituible, salvo que consigan los votos y el consenso para derogarla. Y puedan hacer su foto en paz, sin que nadie se alborote porque la política vuelva a la cofradía masculina en donde todo se decide adentro de un vestuario. Con un souvenir de vino y champagne. Se ve que el espumante los pone machistas.
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