
El ecosistema emprendedor peruano enfrenta la llegada del 2026 como un panorama desafiante, pero lleno de oportunidades. Aunque al cierre del 2024 el país registró 3.5 millones de empresas activas y un amplio crecimiento en la creación de negocios este año, el acceso oportuno al capital de trabajo continúa siendo la barrera más crítica para la supervivencia y expansión de las medianas y pequeñas empresas. La brecha entre vender y cobrar puede determinar el éxito o fracaso de un negocio. En este contexto, el factoring emerge como una herramienta financiera estratégica clave para este momento.
El avance reciente del mercado confirma esta tendencia. Según proyecciones elaboradas con datos del Ministerio de la Producción (Produce) y CAVALI, el 2025 cerraría con un récord histórico que superaría los S/ 55 mil millones en operaciones de factoring, impulsado por la digitalización de los servicios financieros, la masificación de las facturas electrónicas y el ingreso de nuevos actores no bancarios que han permitido democratizar este mecanismo. Esta modalidad permite a los emprendimientos convertir sus facturas pendientes en liquidez inmediata, evitando los largos plazos de espera que pueden paralizar operaciones vitales como la compra de insumos, el pago de planillas o la renovación de inventarios.

De cara al 2026, un año marcado por la coyuntura electoral y necesidad de estabilidad económica, el acceso ágil a financiamiento será un diferenciador competitivo. Las empresas que logren mantener flujos de caja saludables podrán cumplir compromisos con proveedores, invertir en tecnología y expansión, y aprovechar oportunidades comerciales sin depender exclusivamente de préstamos que incrementan su nivel de endeudamiento y comprometen sus estados financieros.
El caso peruano es especialmente sensible: más del 99% del tejido empresarial está compuesto por mipymes que enfrentan, en promedio, plazos de cobranza superiores a los 60 días, una de las cifras más altas de la región. En este escenario, el factoring no solo resuelve problemas inmediatos de flujo, sino que impulsa la formalización tributaria, fortalece las relaciones comerciales y democratiza el acceso al crédito para miles de negocios, convirtiéndose en el aliado estratégico del crecimiento sostenible.

No esperemos a que la coyuntura nos lleve, más bien, a escenarios preocupantes de rechazar nuevos clientes por falta de liquidez, incumplir pagos estratégicos o, peor aún, cerrar operaciones a pesar de una demanda comprobada. La tarea para 2026 será, más que nunca, anticipar riesgos y adoptar mecanismos financieros que permitan a los emprendimientos seguir siendo el motor de la economía peruana. Es momento para empezar un nuevo año de propósitos y metas con alternativas efectivas y que nos permitan continuar siendo el motor de la economía peruana.



