Frente al incremento de hechos delictivos, empresas de transporte urbano en Ancón han optado por implementar medidas de seguridad excepcionales en sus vehículos. La instalación de cabinas cerradas y placas de metal, así como el uso de chalecos antibalas por parte de conductores y cobradores, se ha extendido entre las unidades que cubren rutas hacia el sur de Lima, estableciendo un nuevo estándar ante la amenaza constante.
En respuesta al aumento de asaltos y extorsiones, la firma Virgen de la Puerta (VIPUSA) ha blindado cerca del setenta por ciento de su flota. Los transportistas han visto imprescindible adecuar sus unidades para garantizar su integridad y la de los pasajeros, en una dinámica que exige invertir miles de soles en blindaje sin alterar, por el momento, el costo del pasaje.
Blindaje en cabinas y puertas ante la criminalidad
En los buses de VIPUSA, que transitan desde Ancón, puede advertirse la presencia de cabinas selladas con placas metálicas tanto para el conductor como para el cobrador. Estas estructuras refuerzan las puertas y los puntos vulnerables, con el propósito de bloquear accesos en caso de intento de asalto. Setenta por ciento de los vehículos ya opera bajo esta modalidad, según representantes de la empresa.
El personal que labora en la ruta describe cómo la protección incluye también placas adicionales en las ventanas y zonas críticas del habitáculo, lo que ha transformado la rutina diaria y ha exigido un estricto enfoque en la conducción.
Chaleco antibalas, una indumentaria habitual

La indumentaria de seguridad ya forma parte de la jornada laboral: los conductores utilizan chalecos antibalas de manera permanente. Esta práctica, adoptada por prevención, responde a la percepción de inseguridad al volante y a la amenaza de la delincuencia armada. El uso del chaleco representa una protección extra pero también un desafío, especialmente ante las altas temperaturas propias del verano limeño, obligando a buscar alternativas en los materiales del uniforme.
Al respecto, trabajadores reportan la necesidad de extremar la concentración y la vigilancia durante el servicio, pues el blindaje obliga a visualizar con mayor atención las condiciones del tránsito y del entorno desde el interior de la cabina.
Inversión y costos: blindar cada bus supera los S/3.000
La iniciativa ha supuesto un desembolso que oscila entre dos mil y tres mil soles por unidad, montos que cubren la instalación de placas de acero, cabinas reforzadas y elementos adicionales de resguardo. VIPUSA confirmó que la empresa ha asumido los costos del blindaje, sin trasladar ese gasto al usuario.

Por el momento, no se ha determinado un incremento en el precio de los pasajes, una decisión que, según representantes de la firma, atenderá tanto a la situación financiera propia como al contexto económico de los pasajeros. La apuesta principal es priorizar la integridad de quienes realizan y utilizan el servicio.
Pedido de comprensión frente a fiscalización policial
Desde la gerencia de la compañía se solicita tolerancia a las autoridades policiales respecto a la aplicación estricta de normas como la prohibición de polarizado de lunas, argumentando que el contexto de inseguridad ha forzado la adopción de estos mecanismos de protección. Se recalca que el objetivo no es evadir la ley, sino defender la vida tanto de los choferes como del público.
Las medidas extraordinarias adoptadas en Ancón ya son seguidas por otras empresas de transporte urbano, que contemplan replicar la fórmula del blindaje y la implementación de barreras físicas ante la persistencia de hechos delictivos, en un esfuerzo compartido por resguardar a sus trabajadores y usuarios.



