
La modelo Darinka Ramírez rompió su silencio esta mañana tras el aluvión de especulaciones sobre la vida sentimental de Jefferson Farfán. Ante la posibilidad de una boda entre el exfutbolista y Xiomy Kanashiro, ella expresó su descontento y calificó como irresponsable la difusión de insinuaciones sin fundamento.
A ello añadió su molestia por la aparente ausencia de Farfán en la vida de su hija. Advirtió que la prensa debe cuidar el manejo de rumores que afectan la estabilidad emocional de terceros. Su declaración reabre el debate sobre la exposición pública de figuras mediáticas y las consecuencias sobre sus relaciones personales.
“No es bonito divulgar y dejarlo en nada”

Darinka Ramírez alzó la voz contra los rumores que sugieren una boda entre Jefferson Farfán y Xiomy Kanashiro. “No, a mí me dijo que nunca se quería casar”, declaró. Añadió que, aunque cada relación tiene su camino, considera poco serio exponer expectativas de formalidad sin comprometerse realmente. “Divulgar declaraciones sobre un futuro juntos y luego no concretarlas… no me parece bonito”, indicó con firmeza.
La madre de la última hija que ambos comparten afirmó que estas especulaciones no solo afectan su reputación o estabilidad, sino que también pueden dañar a su pequeña. Manifestó que prefiere ver respeto por su tranquilidad emocional antes que titulares vacíos.
En su opinión, la responsabilidad mediática exige un manejo más cuidadoso de palabras cuando hay menores de por medio. Con ese mensaje pretende que el entorno mediático reflexione sobre el costo de exponer presumibles proyectos sentimentales.
El reclamo por la ausencia en la vida de su hija

Más allá de los rumores románticos, Darinka centró críticas en lo que considera una negligencia recurrente de Farfán hacia su rol como padre. Señaló que el exdeportista lleva meses sin visitar a la menor, a pesar de que jamás se le puso restricción para verlo. “Un papá que quiere estar, toca la puerta”, afirmó, recordando que no basta con intenciones, sino con presencia real.
Según comentó, hasta hace poco Farfán assumía responsabilidades de manutención, incluso pagaba el departamento donde vivían madre e hija. Pero con los cambios en su vida privada, esos compromisos han caído en incertidumbre.
Explicó que no busca crear conflictos, sino exigir coherencia entre su palabra y sus actos. Su objetivo principal, dijo, es garantizar bienestar para la niña. Esta postura añade una dimensión seria a la polémica, alejándola de la frivolidad de rumores amorosos y llevándola a una discusión de responsabilidades reales.
Hablan las redes

El pronunciamiento de Darinka transformó la controversia en algo más que una historia de romance; la convirtió en un reclamo por responsabilidad y transparencia. En redes sociales, seguidores y detractores reaccionaron con fuerza. Algunos respaldaron su pedido de respeto hacia la intimidad familiar y la protección de la menor, otros cuestionaron sus motivos, acusándola de buscar protagonismo.
Usuarios señalaron que, si Farfán pretende rehacer su vida, primero debería cumplir con las obligaciones de padre. Otros recordaron que la sociedad observa con lupa a figuras públicas, y que decisiones personales acaban convertidas en espectáculo. Las declaraciones de Darinka, por su parte, instalan un nuevo estándar: que cada historia anunciada tenga coherencia, especialmente cuando hay vidas de por medio.
Al mismo tiempo, la tensión se traslada al entorno del exfutbolista y su nueva pareja. Las especulaciones sobre una boda reaparecen cada vez que aparecen juntos en público, generando expectativa mediática. Con su crítica, Darinka busca cerrar esas versiones mientras exige que se respete su silencio y el bienestar de su hija.
El episodio mostró también las contradicciones del medio: entrevistas, filtraciones y rumores pueden construir expectativas de un vínculo que quizá solo existe en la imaginación colectiva. Al cuestionar esas interpretaciones, Darinka reclamó un periodismo más responsable y menos voraz.



