El hallazgo de un tiburón megaboca en la playa Los Negritos, en la región de Piura, provocó una reacción inesperada entre los habitantes del norte del Perú: en cuestión de horas, la comunidad dividió el ejemplar en filetes y lo repartió sin control alguno.
Ante la difusión del caso, el influencer y biólogo marino Cui Corrales sorprendió en redes sociales al titular su video: “Lo hicieron ceviche”, expresión que resume el impacto y la gravedad del evento que ahora genera debate en círculos científicos y ambientales.
El pasado domingo en que el tiburón megaboca (Megachasma pelagios) fue encontrado en la orilla de Los Negritos, las autoridades ambientales y los centros de investigación no acudieron con la rapidez necesaria.
Cui Corrales, quien suma más de un millón de seguidores en TikTok, calificó lo ocurrido como un hecho de “caricatura”. El biólogo explicó que este animal vive a profundidades de hasta mil quinientos metros y su presencia en costas peruanas representa una oportunidad única para la investigación marina. La inacción de los organismos responsables permitió que el descubrimiento terminará con el animal fileteado.
“Lo que pasó en Perú está de caricatura, y es que se comieron una de las muestras más importantes para la biología marina de los últimos años”, dijo Corrales.
El fotógrafo peruano Moisés Prieto, quien presenció el hecho, denunció que ninguna autoridad, entre ellas Capitanía o serenazgo, ni organismos ambientales, resguardaron el área o al ejemplar a tiempo. Las imágenes viralizadas captaron a vecinos cortando y retirando trozos del animal, sin ninguna supervisión sanitaria, lo que levantó preocupación entre especialistas y defensores de la naturaleza.
Escaso conocimiento
Con una enorme cavidad bucal, el tiburón megaboca pertenece a la familia Megachasmidae y fue registrado por primera vez el quince de noviembre de 1976 en Hawái. La comunidad científica apenas ha documentado menos de cien avistamientos en todo el mundo.
En el litoral peruano, los reportes son todavía más escasos, lo que refuerza el valor excepcional de este hallazgo para la ciencia.
Según el propio Corrales, disponer de este ejemplar completo habría sido fundamental para analizar su genética, su ecología y el contenido de su estómago, entre otras áreas.
“Este ejemplar habría servido bastante para la investigación científica. Es una especie muy rara y de él se pudieron hacer estudios de genética, de ecología, de contenido estomacal y un montón de cosas más”, explicó el biólogo en su video de TikTok, que se viralizó rápidamente.
Riesgos para la salud
La rápida reacción de la población local, que aprovechó la ausencia de autoridades para filetear y repartir la carne del animal, expuso carencias en la educación ambiental y el desconocimiento de la normativa vigente.
Especialistas indicaron que manipular y consumir fauna marina varada está prohibido, debido a los riesgos sanitarios —ya que estos organismos pueden contener contaminantes como mercurio o haber muerto a consecuencia de enfermedades— y al impacto sobre la biodiversidad.
En su video, Cui Corrales advirtió: “No es recomendable comer este tipo de animales, mucho menos si salió a la playa sin vida y no sabes qué fue lo que le quitó la vida. Pudo ser una bacteria, una intoxicación, una enfermedad. No es recomendable estártelo comiendo si lo encontraste ya sin vida en la playa”.
Los propios vecinos retiraron filetes y partes del tiburón, sin control ni intervención de autoridades. Esta situación fue catalogada como una infracción grave a las normas de protección de especies marinas.
Alimentación y comportamiento
El Megachasma pelagios se alimenta principalmente de zooplancton, utilizando un método de filtración parecido al del tiburón ballena y al de las mantarrayas. El tiburón se acerca a sus presas abriendo la boca, expande la cavidad faríngea, genera succión y filtra el alimento. Su dieta integra pequeños peces mesopelágicos y algunas especies de medusas.
Muy pocos encuentros con esta especie han permitido comprender su biología y comportamiento. La reciente pérdida del ejemplar hallado dificulta estudios sobre su fisiología, posibles contaminantes presentes en su organismo o causas de muerte, aspectos clave para la conservación de los océanos.
“Pero bueno, lo hecho, hecho está. Una vez más, Latinoamérica superando a la inteligencia artificial”, concluyó irónicamente Cui Corrales en su publicación sobre el evento que ha puesto en el foco la relación entre sociedad, ciencia y la fragilidad de ecosistemas poco explorados.
