El presidente José Jerí ofreció una de las entrevistas más íntimas desde que asumió el mando tras la profunda crisis de violencia que precipitó un proceso exprés de remoción presidencial. Con un país aún sensible ante la inestabilidad, Jerí se permitió hablar no solo del peso político que hoy lleva, sino también de su historia personal, espiritual y familiar, revelando que durante varios años de su vida pensó seriamente en entregarse por completo al camino religioso.
“Nunca pensé en ser presidente”, confesó, con una sinceridad que marcó el tono de toda la conversación. Ortiz inició abordando el interés que muchos tienen por entender quién es el hombre detrás del cargo inesperado. Aunque Jerí ha sido visto en redes sociales como una figura cercana, espontánea y profundamente devota, pocos conocían detalles tan personales como los que reveló esta noche.
Fue entonces cuando el jefe de Estado admitió que, durante su adolescencia y parte de su juventud, sirvió como acólito y llegó a contemplar de manera sería ingresar al sacerdocio. “Me gustaba la idea de servir, de estar cerca de la comunidad y de acompañar a la gente en momentos difíciles”, relató. “Nunca pensé en la política, mucho menos en la Presidencia. Ese camino no estaba en mis planes”.

Su formación espiritual
Al recordar su época de colegio en San Antonio de Padua, Jerí aseguró que la formación espiritual marcó profundamente su carácter. Explicó que su cercanía a la fe nació de manera natural, influenciada por su familia y por las actividades pastorales en las que participaba. “En algún momento, sí pensé dedicar mi vida a la Iglesia. Sentía que tenía vocación para el servicio”, comentó, dejando entrever que aquella etapa moldeó muchas de las decisiones que hoy toma como gobernante.
El presidente también habló sobre la transición emocional que supuso pasar de una vida relativamente privada al centro del poder, especialmente en medio de un estallido político. “Han sido semanas duras. Nadie está preparado para algo así. Pero estoy tratando de actuar desde mi esencia, sin poses ni personajes”, afirmó. Cuando Ortiz le preguntó si a veces extrañaba la tranquilidad de antes, Jerí lo admitió sin rodeos:
“Extraño mi rutina, extraño mis perros, extraño mis silencios. Pero también entiendo la responsabilidad que hoy tengo. Y confío en que esa formación espiritual que recibí de joven me ayuda a mantenerme centrado”.

Presidente Jerí y su mamá
En otro momento, al hablar de su vida familiar, Jerí mencionó que su madre ha sido un pilar fundamental y recordó que vivió con ella hasta los 32 años antes de mudarse por trabajo.
“Ella siempre quiso que yo fuera feliz, no que siguiera una ruta específica. Pero sí le gustaba verme cerca de la Iglesia. Cuando fui acólito, estaba orgullosa”. Ortiz intervino para preguntarle si alguna vez se arrepintió de no seguir el camino religioso.
Jerí respondió que no lo ve como una renuncia, sino como una etapa formativa. “Creo que incluso sin ser sacerdote puedes servir. La vida pública también es servicio, aunque sea más dura y más ruidosa”, reflexionó.
La conversación tocó temas sensibles como la soledad del poder y la presión constante que enfrenta. Ortiz le preguntó si le preocupa equivocarse. Jerí hizo una pausa antes de responder: “Por supuesto que me preocupa. A veces uno carga con más de lo que muestra. Pero trato de recordar quién soy y por qué estoy aquí. Y aunque esta no era la vida que imaginé, tampoco voy a huir de ella”.




