
El caso de Modou Dodou Adams expone un trayecto que empezó como un viaje turístico y terminó dentro del penal Sarita Colonia, en el Callao. Su historia, relatada desde el propio pabellón 6 a Panorama, contrasta con la imagen que proyectaba en redes. Sus publicaciones mostraban recorridos por Cusco, miradores de Lima y distintos paisajes que compartía con naturalidad. Ninguna de esas escenas anticipaba el desenlace.
Adams ingresó al país el 19 de septiembre. Era su segunda visita a Perú y, según su propio testimonio, llegó como turista. Antes de volver a Lima se desplazó hacia Cusco, donde estuvo más de una semana. Luego regresó a Miraflores y continuó registrando su paso por distintos lugares. Frente a la cámara siempre mencionaba su afición por TikTok, una rutina que alimentaba su pequeña comunidad de seguidores.
Sin embargo, dentro del penal su relato es distinto. Entre pasillos vigilados y celdas marcadas por controles permanentes, admite por qué se encuentra allí. Cuando le preguntaron por su delito, respondió sin rodeos: “Drogas, tráfico de drogas”. Su versión sobre la captura también fue escueta: “En el aeropuerto. No sé mucho qué decir, para ser sincero… Fue algo que pasó, y aquí estoy ahora”. Ante la pregunta sobre su vínculo con las redes, solo añadió: “TikTok es el pasado, sí”.
La historia del joven británico se mezcla con la realidad del pabellón 6, un ambiente controlado por internos sentenciados o procesados por delitos graves. La vigilancia es estricta. Los operativos se desarrollan a la misma hora en diferentes penales del país. En Sarita Colonia, a las tres de la tarde, todos deben permanecer en el patio mientras el personal revisa celdas, colchones y escondites improvisados.
Voces desde el pabellón 6

Las historias dentro del recinto muestran distintas trayectorias. Uno de los internos, cuando se le preguntó por su caso, respondió: “Por secuestro”. Dice que purga 25 años de condena y agrega: “Perdí mi vista en un motín en Piedras Gordas… me dispararon con un retrocarga cuando empezó el COVID”.
Otro interno, de nacionalidad venezolana, al ser consultado sobre su causa, dijo: “Por robo”. Cuando se le preguntó si pertenecía a alguna organización, negó vínculos: “No lo conozco a ninguno”.
En el mismo pabellón aparece un captador de burriers, quien explica su rol dentro de la cadena del tráfico ilícito. Ante la pregunta por su delito, precisó: “Estoy por captador de burrieres… me tocó perder”. Sobre su modo de operar añadió: “Buscar personas con presencia que quieran viajar… ingesta y equipaje y correo”.
También se encuentra el testimonio de un detenido cuyo camino empezó en el control de pasaporte del aeropuerto. Relató su versión de los hechos: “Policía controlar mi maleta… en mi maleta droga… cuatro kilos”. Después, cuando se le preguntó su estado, afirmó: “Mal, problemas a la familia… estar acá trae problemas a la familia”.
Otro caso es el de un ciudadano nigeriano, quien afirma inocencia. Frente a la consulta sobre su situación respondió: “Estoy por sindicamento… no drogas, no armas… otros hablan cho cho cho… yo por eso acá”. Sobre su sentencia indicó: “Quince años”.
Entre armas artesanales y objetos prohibidos

El operativo dentro del penal permite observar distintas formas de ocultamiento. En una celda, el personal halló dinero en efectivo y una llave de grillete dentro de un monedero. Otros espacios contenían cables, cargadores y accesorios escondidos dentro de prendas o estructuras improvisadas. Incluso un stand de libros funcionaba como compartimento secreto: bajo la madera se encontró una pipa artesanal con restos utilizados para consumo.
Mientras avanzaba la revisión, un llamado alertó sobre nuevos objetos ilegales: un cable de celular, un encendedor y un verduguillo hecho con un palo de croché, descrito por el personal como un arma capaz de causar daño severo. Cada hallazgo reforzó la magnitud del control necesario en el pabellón.
Uno de los internos, vinculado a un caso de sicariato, ofreció un testimonio directo. Ante la consulta por su delito respondió: “Sicariato”. Sobre los hechos afirmó: “Unos problemas que tenía y lo tuve que solucionar”. Relató el número de disparos dirigidos a la víctima: “Como 15”. Sobre el origen del conflicto señaló: “Construcción civil”.

En este escenario, Adams comparte espacio con internos de múltiples nacionalidades y diversos delitos. Dentro del penal, el joven británico sostiene que su afición por las redes era solo un pasatiempo, mientras intenta explicar un episodio que, según sus palabras, “passed” antes de llegar a su situación actual. Su vida registrada en videos quedó atrás. Ahora espera el proceso que determinará cuánto tiempo permanecerá en Sarita Colonia.



