Las autoridades del Callao enfrentaron un caso que reveló el nivel de exposición al que han llegado los barrios más violentos del puerto. Un joven de 19 años ofrecía asesinatos a través de redes sociales como si se tratara de un servicio más y, en paralelo, formaba un grupo de menores a los que les daba armas para actuar como su círculo de apoyo en distintas zonas del distrito. La naturalidad con la que operaba llamó la atención de los investigadores, porque hacía evidente que la actividad criminal había encontrado en el entorno digital un espacio sin controles claros.
Se trata de Alexis Moya Pechón, un muchacho que actuaba bajo un alias vinculado a la zona conocida como Siberia, un sector del Callao donde distintos grupos delictivos han consolidado presencia durante los últimos años. Allí, según el reportaje de Domingo al Día, logró captar a niños que buscaban reconocimiento y protección en un ambiente dominado por la violencia. Su captura mostró cómo las organizaciones nacidas en los barrios del puerto se valen de adolescentes y preadolescentes para tareas de vigilancia, intimidación o apoyo logístico, aprovechando la falta de oportunidades y la ausencia de estructuras que protejan a la niñez.
El joven que convirtió las redes en su plataforma delictiva
Alexis Moya publicaba sus servicios en cuentas que cambiaban con frecuencia para evitar ser rastreado. Según el reportaje, utilizaba mensajes breves y códigos habituales en estos entornos, donde la oferta de asesinatos por encargo se ha vuelto recurrente en la actividad criminal vinculada al sicariato. Las publicaciones aparecían en horarios distintos y en espacios donde otros usuarios promocionaban armas, drogas o actividades relacionadas con el cobro de deudas ilegales.

Los investigadores explicaron que esta modalidad facilita la comunicación entre grupos que no se conocen de manera directa. El joven de 19 años aprovechaba esa dinámica para negociar precios o coordinar encuentros sin exponer su ubicación real. Los agentes detectaron que usaba fotografías de armas que no necesariamente le pertenecían, un recurso habitual para atraer clientes y aparentar mayor capacidad operativa, según los especialistas consultados en el informe televisivo.
Captación de menores y creación de un círculo armado
El reportaje mostró que ‘el sicario de Siberia’ reclutó a varios menores, algunos de ellos todavía en edad escolar, a quienes entregó armas o las acercó a entornos de consumo y manipulación de violencia. Esta estructura le servía como respaldo en desplazamientos por distintos puntos del Callao, especialmente en áreas donde otros grupos delictivos ejercen control territorial. Los menores realizaban tareas de alerta, protección inmediata o acompañamiento para intimidar a rivales.
Los especialistas entrevistados explicaron que la presencia de niños en esquemas delictivos responde a una estrategia prolongada en zonas donde el Estado no ha logrado intervenir con servicios básicos ni programas que contrarresten la influencia de los grupos violentos. El caso del joven de 19 años reveló que la captación se da a través de vínculos cotidianos: amistad, cercanía en el barrio, búsqueda de impacto económico o necesidad de pertenencia. La naturalización del uso de armas entre los menores fue uno de los puntos más preocupantes para los agentes consultados en el programa.
Siberia: un territorio que favoreció su crecimiento criminal

El alias del joven hacía referencia directa a Siberia, una de las zonas más golpeadas por la violencia en el Callao. Según el reportaje, en este sector operan das que se prolongan desde hace años. La presencia de estas estructuras facilita que jóvenes sin acceso a oportunidades formales encuentren en el crimen un camino rápido para obtener dinero o reconocimiento en su entorno inmediato.
Las calles estrechas, la falta de patrullaje constante y el dominio de grupos con mayor antigüedad en la zona permitieron que el muchacho de 19 años desarrollara un espacio de acción sin mayor resistencia. Su vínculo con Siberia no solo le otorgó una marca criminal reconocible en redes, sino que también le dio una forma de legitimarse ante los menores que captaba. La referencia territorial sigue siendo uno de los principales factores que definen la identidad de los jóvenes involucrados en estos circuitos.
La caída del joven y el impacto en la zona

La detención sucedió después de un trabajo de seguimiento que incluyó la revisión de sus cuentas, los contactos mantenidos a través de mensajes privados y el análisis del movimiento de los menores que lo acompañaban. El operativo se realizó sin incidentes graves, según informó el programa, y permitió a las autoridades retirar armas que eran manipuladas por adolescentes que estaban dentro de su entorno inmediato.
Tras su captura, agentes encargados del caso señalaron que el impacto en el barrio fue inmediato, porque varios de los menores quedaron expuestos a represalias y a un entorno donde la ausencia de supervisión adulta es constante. Para los investigadores, el desafío es evitar que otro joven ocupe el espacio que dejó, porque la estructura criminal del Callao se reorganiza con rapidez cuando un actor pierde liderazgo. El caso mostró que el entorno digital seguirá siendo una herramienta utilizada por quienes buscan consolidar presencia en zonas dominadas por la violencia.



