
En el marco delesc
CEDRO advirtió sobre una tendencia alarmante que está configurando un nuevo escenario para la salud pública del país: el consumo de alcohol entre menores en edad escolar está aumentando de forma preocupante, con un incremento especialmente marcado entre mujeres adolescentes.
Las cifras del Estudio Nacional en Población Escolar 2024 de DEVIDA revelan que la prevalencia anual de consumo alcanza el 27,7% en mujeres escolares y el 20,6% en varones. En Lima Metropolitana, el panorama es aún más crítico: 32% de las adolescentes declara haber bebido en el último año, frente al 23,1% de los escolares varones.
13 años, la edad del inicio del consumo
Para el especialista de CEDRO, Milton J. Rojas V., estos resultados representan una alerta de gran magnitud:
“Estamos ante un fenómeno que debe ser atendido con carácter prioritario. Los menores no solo están consumiendo más, sino que están iniciando a edades cada vez más tempranas y enfrentan mayores riesgos fisiológicos asociados al alcohol”.

El estudio confirma que la edad promedio de inicio es de solo 13,2 años, una etapa en la que el cerebro aún se encuentra en desarrollo. La exposición al alcohol en esta fase afecta funciones esenciales como el autocontrol, la memoria y la toma de decisiones, además de elevar el riesgo de dependencia en la adultez.
Acceso fácil y prácticas normalizadas
Uno de los hallazgos más preocupantes es la facilidad con la que los menores acceden a bebidas alcohólicas. Según el informe, el 42% compra alcohol directamente en bodegas y tiendas, pese a la prohibición de venta a menores.
Asimismo, seis de cada diez escolares admiten que han adquirido bebidas “por encargo” de un adulto, una práctica que continúa normalizándose dentro de muchos hogares.
El incremento del consumo de alcohol adulterado o no registrado, más barato y sin supervisión sanitaria, también amplía los riesgos de intoxicaciones graves y daños orgánicos severos.
A ello se suma la presencia masiva de publicidad y estrategias de marketing dirigidas a públicos jóvenes, que refuerzan la normalización del consumo incluso entre menores de edad.
Consecuencias para la salud pública
El consumo de alcohol en menores incrementa la probabilidad de accidentes de tránsito, violencia interpersonal, intentos de suicidio y desarrollo de adicciones, según advierte la OMS.
A nivel físico, aumenta la incidencia de hipertensión, enfermedades cardiovasculares y trastornos metabólicos, incluso en edades tempranas.
El Ministerio de Salud reporta 43.000 atenciones por casos relacionados con alcohol en lo que va del año, una cifra que evidencia la urgencia de reforzar la prevención, la educación y el acceso a tratamiento especializado.
Llamado a la acción
CEDRO exhortó a las autoridades nacionales y locales a intensificar la fiscalización, garantizar el cumplimiento de la prohibición de venta a menores, y revisar la regulación de la publicidad alcohólica.
“Necesitamos reforzar la prevención desde las escuelas, trabajar junto a las familias y generar entornos realmente protectores para nuestros escolares. El aumento del consumo entre menores no puede pasar inadvertido”, remarcó Rojas.
El mensaje es claro: la tendencia actual requiere acción inmediata, coordinación multisectorial y una respuesta firme del Estado y la sociedad para evitar que esta problemática siga escalando.



