
En los últimos años, cada vez más peruanos han optado por someterse al alargamiento óseo, una cirugía altamente invasiva que permite ganar entre 5 y 15 centímetros de estatura. Aunque este procedimiento fue creado para corregir deformidades o secuelas de accidentes que afectaban el crecimiento de las extremidades, hoy también es solicitado por motivos estéticos o de autoestima, impulsado por la presión social que asocia la altura con éxito y atractivo.
El procedimiento consiste en romper los huesos de las piernas de manera controlada—generalmente el fémur o la tibia— para insertar un dispositivo que separa los segmentos óseos de forma gradual. El cuerpo, a través de la osteogénesis por distracción, regenera tejido en el espacio creado, permitiendo el crecimiento de la extremidad. El proceso es largo, doloroso y exige rehabilitación constante.
Dolorosa y costosa cirugía
La recuperación puede tomar entre seis meses y un año, dependiendo de los centímetros que el paciente quiera aumentar. Durante ese tiempo, los músculos, tendones, vasos sanguíneos y nervios también se estiran, lo que aumenta el dolor y las complicaciones potenciales. Médicos consultados por Latina Noticias advierten que, pese a la tecnología avanzada utilizada en algunas clínicas del país, el riesgo de infecciones, rigidez articular o alteraciones en la marcha sigue siendo significativo.
A ello se suma el elevado costo. En países como Estados Unidos o Alemania, la cirugía puede alcanzar entre USD 70 mil y USD 150 mil. En América Latina los precios son menores, pero continúan siendo inaccesibles para la mayoría. El Perú es uno de los pocos países de la región donde se realiza con técnicas modernas, lo que ha contribuido a un aumento gradual en la demanda.

Autoestima y presión estética
El incremento de personas interesadas en someterse a este procedimiento puede deberse a estándares de belleza y la percepción social de la estatura. En ámbitos como el mercado laboral y las relaciones interpersonales, diversos estudios sociológicos mencionan que la altura puede estar asociada a liderazgo o confianza, lo que impulsa a algunos peruanos a considerar la cirugía como una vía para mejorar sus oportunidades o bienestar emocional.
Sin embargo, especialistas señalan que la popularización del alargamiento óseo como intervención estética también refleja desigualdades económicas, pues solo una parte de la población puede acceder a un procedimiento tan costoso y exigente.

Peruanos son los más bajos de Sudamérica
La preocupación por la estatura ha ganado visibilidad en los últimos años, especialmente tras la publicación de datos que ubican al Perú como el país con la población más baja de Sudamérica. Según la NCD Risk Factor Collaboration, los hombres peruanos miden en promedio 1.66 metros, mientras que las mujeres alcanzan 1.54 metros. Con estas cifras, el país ocupa la última posición del ranking sudamericano, por debajo de naciones como Argentina o Brasil.
Si bien el estudio base tiene como año de referencia el 2019, los resultados ratifican una tendencia histórica. Una investigación global coordinada por la OMS y una red de 800 especialistas, que analizó el periodo 1914–2014, determinó que los peruanos presentan promedios similares: 1.65 m en hombres y 1.52 m en mujeres.

Causa genética de la baja estatura
La estatura de una población está influenciada principalmente por la genética. En el caso peruano, un estudio realizado en Lima Metropolitana en 2020 reveló la presencia de una variante en el gen FBN1, asociada directamente a la baja estatura en personas de ascendencia indígena. Cada copia de esta mutación puede reducir alrededor de 2.2 centímetros, y quienes heredan ambas pueden presentar una disminución total cercana a 4.4 centímetros.
A ello se suman factores ambientales, como la nutrición y la salud durante la infancia, que también influyen en el crecimiento. Aunque los informes citados no profundizan en este punto, expertos coinciden en que la interacción entre genética y condiciones de desarrollo explica buena parte del promedio nacional.



