El estreno de Chavín de Huántar, el rescate del siglo, marcó un hito en la cartelera peruana. La película, que dramatiza los hechos ocurridos el 17 de diciembre de 1996, cuando miembros del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) tomaron como rehenes a 72 personas en la residencia del embajador de Japón en Lima, se consolidó rápidamente como uno de los mayores éxitos del año, superando los 500 mil espectadores en tan solo diez días.
El impacto generado por el filme motivó que saliera nuevamente a la luz las declaraciones de Francisco Tudela, excanciller y uno de los principales protagonistas del suceso, quien permaneció secuestrado durante los más de cuatro meses de crisis. En una entrevista con el programa Rey con Barba, el excanciller dio detalles sobre la actitud del ahora expresidente Alejandro Toledo durante el cautiverio. Destacó que solo dos personas “se doblegaron frente a los terroristas”, siendo una de ellas el exmandatario y el exdiputado Javier Diez Canseco.
“El espíritu de resistencia fue lo que caracterizó al grupo durante los 126 días de encierro. Nadie se quebró ni colaboró con los secuestradores, con la excepción de Toledo y Diez Canseco, quienes negociaron con el MRTA el salir a cambio de dar un comunicado para el Estado peruano, convirtiéndose así en megáfonos de los terroristas”, señaló y reveló que el condenado a más de 20 años de cárcel negoció con el líder emerretista Néstor Cerpa Cantolini.
“Alejandro Toledo, en mi presencia, negoció con Cerpa Cartolini sin darse cuenta que yo estaba a dos metros. Él dijo: ‘Yo estoy en la misma orilla que ustedes, yo no tengo nada que ver con ellos (los rehenes)’. De ahí, volteó y me miró con cara de perro mojado. Fue terrible ver el espíritu de este hombre”, recordó.

Como se conoce, ambos mencionados fueron parte de los primeros 38 rehenes que recuperaron la libertad previo a ejecutarse la exitosa operación conocida como Chavín de Huántar. Entonces, Diez Canseco realizó manifestaciones favorables al MRTA, defendiendo la postura de los secuestradores y pidiendo que el gobierno iniciara negociaciones.
De acuerdo a declaraciones recogidas por medios de la época, el político describió a los militantes del grupo armado como jóvenes con “entre 18 y 20 años de edad, quizás 21”, y afirmó: “Son un grupo de fuerzas especiales, comandos. Creo que son jóvenes que quieren vivir. No quieren morir” e instó a evitar una solución violenta y reiteró la necesidad de buscar acuerdos dialogados.
Por su parte, Alejandro Toledo sostuvo que el objetivo central del MRTA era obtener una amnistía que permitiera la reintegración política de sus miembros. Planteó que cualquier operativo de rescate resultaría extremadamente riesgoso dado que los secuestradores estaban “armados hasta los dientes”, y puntualizó que la residencia se encontraba repleta de explosivos, tanto en los cuartos como en el techo, lo que elevaba el nivel de peligro para los rehenes.
Agregó que los integrantes del MRTA poseían armas antitanques y portaban mochilas cargadas con explosivos que podían ser detonadas mediante un mecanismo manual, representando una amenaza constante y dificultando la posibilidad de cualquier intervención militar exitosa.



