
En los últimos dos años, Perú pasó de ser un mercado emergente a posicionarse entre los seis mayores de América Latina en volumen cripto recibido, con más de 28 mil millones de dólares, y dentro del TOP 10 global de usuarios cripto activos.
Ese salto no llegó por una moda pasajera: respondió a una serie de decisiones públicas y privadas que ordenaron el terreno y bajaron la fricción para la adopción del usuario.

La interoperabilidad abrió las puertas a la nueva economía digital
En agosto de 2024, el Banco Central de Reserva del Perú (BCRP) y la Cámara de Compensación Electrónica (CCE) habilitaron la interoperabilidad entre bancos y billeteras. En la práctica, algo muy cotidiano cambió: enviar o recibir soles entre distintos bancos y apps financieras fue posible y pasó a tardar segundos, no minutos ni días. Comercios chicos empezaron a decir “sí” más seguido, los usuarios dejaron de preguntar de qué entidad era el otro, y el circuito se volvió mucho más simple.

Este avance no solo simplificó el acceso a un ecosistema de pagos y transferencias más libre y conectado, sino que también evidenció el gran interés del mercado peruano por las criptomonedas: solo en 2025 se registraron más de 2.2 millones de descargas de apps cripto, +15% más que todo 2024.
Cuando todos hablan el mismo idioma de pagos y están conectados entre sí, crece la competencia, bajan los costos y la adopción se acelera.
Un marco regulatorio que no limita la innovación
Perú venía preparando esta escena desde 2013, con una ley pionera de dinero electrónico que extendió los pagos digitales y formalizó los hábitos cotidianos. En los años siguientes, el BCRP profundizó la interoperabilidad (billeteras, transferencias, QR) y en 2024 la SBS sumó a los PSAV/VASPs al régimen antilavado alineado con GAFI.
Esa previsibilidad se traduce en métricas: menor costo de capital, hojas de ruta de producto más claras y un entorno donde los proyectos no dependen de interpretaciones cambiantes.
Con ese piso, las fintech pudieron conectar el sistema financiero actual (FIAT) con la nueva economía digital (cripto) en una misma experiencia, en una sola app: depositar soles y comprar Bitcoin o dólares digitales al instante, sin ir cambiando entre distintas plataformas.
El usuario peruano: eficiencia antes que refugio
La demanda sostiene el proceso. La cantidad de pagos en nuestro ecosistema crece 51% mensual, el QR domina la frecuencia (tickets chicos y recurrentes) mientras el 70% del volumen se concentra en tarjeta.
En cripto, el 75% del volumen de compraventa corresponde a dólares digitales, elegidos ante todo para obtener rendimientos cercanos al 10% anual en dólares, no como refugio coyuntural.
La adopción peruana no nace de la incertidumbre económica: nace de poder mover dinero 24/7, rendir saldos y pagar sin fricciones. Cuando la experiencia es estable y el costo es bajo, la volatilidad de los titulares pesa menos que la utilidad cotidiana.
Competencia que agranda al mercado
El mapa competitivo muestra signos de madurez: Lemon lidera en usuarios activos mensuales con 46%, seguido por Binance (27%), y jugadores locales como Ligo y Prexpe.

Más oferta no achica: ensancha el mercado. Obliga a mejorar el producto, eleva el servicio y presiona a la baja las comisiones. La señal para los organismos e inversores es clara: hay demanda real y espacio para seguir construyendo.
Lo que sigue
Perú se encuentra en una posición privilegiada para liderar la nueva economía digital latinoamericana. Su infraestructura de pagos interoperable, su marco regulatorio adaptado a la innovación y una base de usuarios jóvenes y tecnológicamente maduros conforman una ventaja competitiva frente al resto de las regiones de América Latina.
La siguiente etapa no es solo crecer, sino educar y generar confianza para que más usuarios adopten las bondades de los activos digitales.
La industria ya cumple con estándares de transparencia jamás vistos en rubros más tradicionales como la prueba de reservas en tiempo real que tenemos, donde el usuario puede verificar en vivo la ubicación y el volumen de su dinero en la app.
Con previsibilidad desde lo público, interoperabilidad cada vez más profunda en casos de uso cotidianos y transparencia verificable desde lo privado, Perú puede sostener su crecimiento acelerado regional. Porque la tecnología transforma de verdad cuando abarata, acelera y simplifica la vida diaria de las personas.



