Su regreso al sillón rojo la muestra más irreverente y más política que nunca, dispuesta a contar pasajes inéditos de su vida pública y privada. Entre episodios de poder, romances con futbolistas y anécdotas con figuras políticas, Susy asegura que nada quedará oculto.
Acompañada por Beto Ortiz, volverá a responder con su estilo directo y sin filtros, abriendo la puerta a un mundo donde el humor, la picardía y el escándalo siempre se cruzan.
Un regreso esperado al sillón más temido de la televisión

La figura de Susy Díaz vuelve a encender la pantalla. En un anticipo del programa, Beto Ortiz la presentó como “la eterna veterana del sillón rojo”, aludiendo a sus múltiples participaciones previas. Esta vez, su retorno llega con una mezcla explosiva de política, espectáculo y confidencias personales.
“Más polémica que nunca”, la describe Ortiz, mientras Susy entra al set entre luces, música y aplausos. En el adelanto, se la escucha ironizar sobre los rumores que marcaron parte de su historia mediática: “La Pinchi Pinchi dijo que Vladimiro me había dado dinero”, comenta entre risas, desatando la curiosidad de los televidentes.
Beto responde: “Le tenía bronca porque pensó que había pasado algo”. Y ella replica: “Que me iba a comer su comida”. Su tono pícaro, casi teatral, conserva el estilo que la convirtió en ícono de la televisión popular peruana.
Susy, siempre entre el humor y la provocación, vuelve a demostrar que conoce el poder del espectáculo. Su vida pública, construida entre los escenarios y el Congreso, ha sido una secuencia de episodios que combinan glamour, escándalo y resiliencia. Y, una vez más, promete hablar sin censura.
Entre el poder y la seducción: historias de encuentros y fugas

El programa no solo apunta a revelar sus recuerdos sentimentales, sino también los vínculos que tejió con figuras del poder y del deporte. Con su estilo espontáneo, Susy narra anécdotas que rozan lo inverosímil y lo hilarante. “Ay, no me acuerdo su nombre, pero estaba pegado en el Sheraton, ‘El general’, era”, confiesa entre carcajadas, mientras Beto intenta contener la sorpresa.
“Fue algo de choque y fuga, nada más. Venía con un grupo de futbolistas”, añade, dando pie a una secuencia que combina comedia y escándalo. En otra parte del adelanto, Ortiz menciona a Waldir Sáenz, y ella responde sin tapujos: “Y sacó el short y todo”.
La conversación avanza entre insinuaciones y recuerdos, con la naturalidad que solo ella maneja. Cuando Beto le pregunta si alguna vez fue recibida en la famosa “salita del SIN”, donde se rumoreaba la existencia de montañas de dólares, Susy asiente sin dudar: “Sí”.
El conductor insiste: “¿Qué quería él?”. Y ella, fiel a su estilo, lanza una frase que desarma cualquier intento de solemnidad: “Me quería dar no plata, sino plátano. ¿Entendiste?”. Ortiz, sorprendido, replica: “No, no entendí”, provocando una nueva oleada de risas.
Detrás de las bromas, su relato deja entrever los pasillos ocultos del poder peruano, donde la política, el espectáculo y la tentación han convivido más de una vez. Susy, sin nombrar directamente a nadie, ofrece pinceladas de un mundo que conoce desde dentro, con una mezcla de picardía y desparpajo que vuelve inolvidable cada aparición suya en televisión.
Política, supersticiones y un toque de humor presidencial

En otro tramo de la entrevista, la excongresista sorprende al reflexionar sobre la política nacional con su peculiar visión simbólica. “Para la presidencial me propusieron”, comenta entre risas, aunque enseguida aclara que no tiene intenciones de regresar al poder. “No quiero tener problemas, todos los presidentes están presos o perseguidos”, señala.
Beto Ortiz aprovecha el momento para hilar una conversación sobre nombres y supersticiones. “Por ejemplo, quien gana siempre tiene que tener la L”, lanza Susy, abriendo paso a una lista que desata la risa del conductor.
“Alan tiene L”, menciona. “Ollanta tiene L”, agrega Ortiz.“ Alejandro Toledo tiene L”, continúa Susy, mientras el conductor suma otro ejemplo: “Alberto Fujimori tiene L”. Ambos coinciden en la coincidencia: “Todos los que han ganado”, dice ella.
“Dina Boluarte tiene L. Claro. Castillo tiene L. Oye, qué pesadilla”, responde Ortiz, a lo que Susy remata con ironía: “Por eso es que Keiko no gana. Que vaya a la Reniec y se ponga Fujimoli. Keiko Fujimoli”.

El intercambio, tan espontáneo como hilarante, condensa lo que Susy representa para el público: una mezcla de intuición popular, sentido común y humor desbordante. Su lectura del poder político, entre el absurdo y la ironía, resulta tan efectiva como inesperada.
El avance del programa cierra con una pregunta directa: “¿Tú sí crees que tienes talento?”, le dice Beto Ortiz. El silencio posterior y el clásico suspenso del formato anuncian que la respuesta marcará el tono final del episodio. La voz del programa interrumpe: “La respuesta es…”, mientras las luces bajan y la tensión crece.
A las diez de la noche, cuando el reloj marque el inicio del programa, Susy Díaz volverá a ocupar el centro del escenario mediático. Entre risas, gestos y frases que se convertirán en titulares, promete ofrecer una entrevista fiel a su leyenda: impredecible, divertida y profundamente humana.



