Durante años, Brucelee Bermudo Guerra aparentó ser un empresario y político local en Sivia, Ayacucho, en plena zona del Valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem), el principal enclave cocalero del Perú. En 2022 incluso intentó llegar a la alcaldía distrital, pero detrás de su imagen pública se ocultaba un entramado criminal de alcance continental.
La Dirección Antidrogas (Dirandro) lo señala como el cabecilla de una red dedicada al acopio y exportación de cocaína de alta pureza, cuyo destino final era México y Estados Unidos. Según las investigaciones, Bermudo coordinaba directamente con un poderoso cártel mexicano. En octubre de 2024 fue detenido en Amazonas, aunque una decisión judicial posterior le permitió continuar el proceso en libertad, pese a que la DEA había solicitado su extradición a Texas.
Interceptan una tonelada de droga camuflada en cartones reciclados
En noviembre del año pasado, agentes de la Dirandro descubrieron un cargamento de casi una tonelada de cocaína oculta entre paquetes de cartón prensado que estaban listos para ser enviados a México. La droga, oculta con precisión entre los materiales reciclados, tenía como destino final el puerto de Manzanillo, desde donde sería trasladada a Tijuana para cruzar la frontera hacia Estados Unidos.

Los investigadores determinaron que detrás de la operación estaba la red de Bermudo, quien desde hacía años controlaba el acopio de cocaína proveniente del Vraem. Las autoridades siguieron la ruta del cargamento y lograron ubicar al sospechoso en el centro poblado de Chiriaco, en la región Amazonas, donde fue capturado el 27 de octubre de 2024.
De empresario local a proveedor de cárteles internacionales
Según el coronel Richard Noriega, de la Dirandro, Bermudo llevaba más de dos décadas involucrado en el narcotráfico. En apariencia era un ciudadano próspero del distrito de Sivia, pero su verdadera fuente de ingresos provenía del tráfico de cocaína. Inicialmente enviaba cargamentos a Argentina y Chile, utilizando las rutas fronterizas de Bolivia. En esos mercados el precio del kilo de cocaína se multiplicaba por cinco.
Con el tiempo, Bermudo buscó expandir su negocio. Las investigaciones indican que estableció contacto con un narcotraficante mexicano conocido como alias Miguel, identificado por la DEA como uno de los altos mandos de una organización criminal dedicada a abastecer el mercado estadounidense. Ambos se habrían reunido en Guadalajara y luego en Lima para definir las rutas y la modalidad de transporte. La droga sería camuflada en cajas de cartón reciclable y exportada por el puerto del Callao.
La alianza con un capo mexicano y la traición que reveló la red

De acuerdo con la información recopilada por la DEA, alias Miguel fue detenido en Panamá y extraditado a Estados Unidos. Ante la magnitud de la condena que enfrentaba, decidió colaborar con las autoridades y reveló que su principal proveedor en Sudamérica era un peruano: Brucelee Bermudo.
El testimonio del narcotraficante mexicano permitió a la DEA rastrear los envíos de cocaína desde el Perú hacia México, Costa Rica y Guatemala. Los agentes norteamericanos concluyeron que Bermudo ofrecía un trato atractivo a sus socios: por cada kilo de droga enviado, aportaba otro kilo adicional como pago por los costos de transporte. Con ese método, la organización habría movilizado cientos de kilos de cocaína del Vraem hacia Norteamérica.
Pedido de extradición y polémica decisión judicial
Tras meses de seguimiento, un tribunal federal de Texas emitió una orden de extradición contra Bermudo por delitos de narcotráfico. Sin embargo, pese a la magnitud del caso y a las pruebas presentadas por la Dirandro y la DEA, la jueza peruana Lorena Sandoval Huertas resolvió otorgarle comparecencia restringida.

La magistrada argumentó que el imputado contaba con arraigo domiciliario y no representaba peligro de fuga. La decisión causó indignación entre los investigadores y abrió cuestionamientos sobre el criterio judicial.



