
El Día Mundial de la Psoriasis busca sensibilizar a la sociedad sobre una enfermedad que afecta a más de 125 millones de personas en el planeta.
Este padecimiento, de origen inmunológico y no contagioso, se manifiesta en la piel, pero impacta también la salud mental y emocional. Desde 2004, organizaciones médicas y asociaciones de pacientes promueven su reconocimiento global.
En el Perú, la jornada ha cobrado relevancia por los testimonios de figuras como Flavia Laos o Gian Piero Díaz, quienes han compartido su experiencia para inspirar empatía y comprensión hacia quienes conviven con esta condición de por vida.
Una fecha global para derribar prejuicios

El 29 de octubre fue instaurado como Día Mundial de la Psoriasis por la Federación Internacional de Asociaciones de Psoriasis (IFPA)en 2004, con el respaldo de la Organización Mundial de la Salud. El propósito fue otorgar visibilidad a una enfermedad autoinmune que afecta la piel y las articulaciones, pero que durante años permaneció bajo el estigma del desconocimiento.
Se calcula que cerca del 3 % de la población mundial la padece. En el Perú, el número de diagnósticos aumenta cada año, especialmente por factores de estrés, predisposición genética y cambios ambientales. La IFPA subraya que la psoriasis no es solo una afección estética, sino un problema de salud pública que demanda atención integral.
A lo largo de dos décadas, esta fecha se ha convertido en un movimiento mundial de conciencia. Cada año, la campaña gira en torno a un lema que busca educar y derribar prejuicios. En los últimos años, el foco se ha puesto en el acceso equitativo a la atención médica y en el impacto emocional que sufren quienes viven con la enfermedad, especialmente cuando enfrentan discriminación o comentarios desinformados.
Psoriasis: causas, mitos y consecuencias invisibles

La psoriasis es una enfermedad crónica del sistema inmunológico que acelera el ciclo de regeneración de la piel, provocando enrojecimiento, descamación y lesiones visibles. Aunque sus causas no están del todo definidas, se asocia confactores genéticos y situaciones de alto estrés. No es contagiosa, pero sus manifestaciones visibles suelen provocar rechazo social.
Los especialistas explican que la enfermedad tiene distintos tipos y grados de severidad. Algunos pacientes presentan brotes leves, mientras otros desarrollan artritis psoriásica, una forma que afecta las articulaciones y puede generar discapacidad.
El impacto psicológico es otro de los retos que enfrentan quienes la padecen. Diversos estudios señalan que un porcentaje importante de pacientes sufre ansiedad o depresión debido al estigma y a la dificultad de aceptación social. En el Perú, asociaciones como la Liga Peruana de Psoriasis, Apapso Perú y la Red de Pacientes Crónicos impulsan campañas informativas que buscan cambiar la mirada de la sociedad y facilitar el acceso a medicamentos biológicos que mejoran la calidad de vida.
A pesar de los avances médicos, el acceso sigue siendo limitado. Muchos pacientes deben costear tratamientos costosos o recorrer largos trayectos para recibir atención especializada. De ahí que el lema “Acceso para todos”, promovido por la IFPA, cobre un sentido urgente en países latinoamericanos.
Flavia Laos y Gian Piero Díaz: voces que visibilizan la enfermedad

En los últimos años, varias figuras peruanas han decidido hablar abiertamente sobre su diagnóstico para ayudar a romper el silencio. Una de ellas es la actriz y cantante Flavia Laos, quien reveló públicamente que padece psoriasis. La joven relató que su cuerpo comenzó a manifestar señales físicas como consecuencia del estrés y las presiones de su carrera artística. “Mi cuerpo comenzó a hablar por sí solo”, expresó, al reconocer que la enfermedad la llevó a replantear su ritmo de vida y priorizar la salud emocional.
Su testimonio, compartido con sus seguidores, sirvió para que miles de jóvenes comprendieran la importancia de escuchar al cuerpo y de no avergonzarse de las marcas en la piel.
Otro caso es el del conductor de televisión Gian Piero Díaz, quien en una entrevista televisiva confesó que su diagnóstico cambió su forma de ver la vida. “Al principio no entendía lo que me pasaba. Luego aprendí que no se trata de esconderlo, sino de convivir con ello”, mencionó. El presentador destacó la necesidad de normalizar las conversaciones sobre enfermedades de la piel y dejar de asociarlas con falta de higiene o contagio, creencias que aún persisten en algunos sectores.
Estos testimonios han contribuido a dar un rostro humano al tema, impulsando mayor empatía y atención hacia quienes viven con psoriasis.
Una enfermedad con historia también en el poder y la adversidad

A lo largo de los años, distintas personalidades han enfrentado la psoriasis en silencio, incluso figuras vinculadas a la política o a escenarios de poder. En el Perú, trascendió que el exlíder senderista Abimael Guzmán padecía una forma severa de la enfermedad, la cual se agravó durante su reclusión. Aunque su caso no generó empatía por su historial criminal, sirvió para poner sobre la mesa la necesidad de brindar atención médica adecuada a todos los pacientes, sin excepción.
La psoriasis, según especialistas, no discrimina edad, género ni condición social. Puede presentarse desde la infancia hasta la vejez, y sus brotes suelen intensificarse en etapas de tensión emocional o por exposición al frío.
Los médicos dermatólogos coinciden en que el tratamiento debe ir más allá del control físico. La terapia psicológica y el acompañamiento emocional resultan esenciales para manejar los efectos secundarios de una enfermedad que, aunque no tiene cura definitiva, puede ser controlada con disciplina médica y hábitos saludables.
En el contexto peruano, las campañas de concienciación cada 29 de octubre invitan a mirar más allá de la piel. Buscan que la sociedad entienda que detrás de cada lesión hay historias de esfuerzo, dolor y superación.
Así, el Día Mundial de la Psoriasis se ha transformado en un recordatorio de que la empatía, el conocimiento y la atención médica justa son tan necesarios como los tratamientos que curan el cuerpo. Porque detrás de cada mancha o cicatriz, hay un ser humano que solo pide ser visto sin prejuicios.



