Extorsión y terror en altamar: pescadores peruanos pagan “cupos” a la red narco ecuatoriana ‘Los Lobos’ para poder sobrevivir

La banda criminal aliada del Cártel de Jalisco Nueva Generación, y catalogada como organización terrorista por los Estados Unidos, opera junto a mafias locales, asalta embarcaciones, roba motores y usa las rutas costeras para el transporte de cocaína en la frontera con Ecuador

Guardar
Presuntos 'piratas' asesinaron a un
Presuntos 'piratas' asesinaron a un buzo en el mar de Tumbes. Foto: Mayra Esther Panta Leon

El sol apenas asoma sobre la costa norte y los pescadores de Puerto Pizarro ya están en el mar. Lo que antes era una faena rutinaria, hoy se ha convertido en una jornada de riesgo. A pocos kilómetros de la frontera con Ecuador, piratas y bandas criminales dominan las rutas marítimas y cobran “cupos” de extorsión a quienes intentan pescar. Los hombres de mar no solo deben preocuparse por el clima o la escasez de especies, sino también por sobrevivir a una red de violencia que mezcla narcotráfico, contrabando y corrupción.

En este escenario, el portal Mongabay Latam reportó que la organización ecuatoriana Los Lobos, considerada terrorista por Estados Unidos y aliada del Cártel de Jalisco Nueva Generación, ha cruzado la frontera. Su llegada transformó el panorama criminal de Tumbes: ahora los pescadores pagan a dos bandas distintas para poder trabajar, una local y otra extranjera. Las denuncias son escasas por miedo, y las autoridades, según los testimonios recogidos, parecen ausentes. La piratería dejó de ser un delito aislado para convertirse en un brazo logístico clave del tráfico de cocaína hacia mercados internacionales.

Narcotráfico en altamar: los pescadores forzados a ser parte del negocio

Produce aprobó el plazo para
Produce aprobó el plazo para que las embaracaciones de pescadores artesanales tengan instalado el sistema que se le exige a las embarcaciones más grandes. - Crédito Andina

El tráfico marítimo de cocaína no solo se realiza con grandes buques. Según expertos en crimen organizado, los pescadores artesanales de Tumbes son pieza clave en una compleja cadena de transporte. Pequeñas embarcaciones trasladan cargamentos de droga mar adentro y los traspasan a barcos de mayor tamaño con destino a México, Estados Unidos o Europa. “Se piensa que el tráfico marítimo solo va de un punto A a un punto B, pero también se mueve con embarcaciones artesanales”, explicó Renato Rivera, especialista en crimen transnacional. En esos relevos, los motores robados a pescadores por piratas se reutilizan para equipar las lanchas del narcotráfico.

Una resolución judicial peruana indica que los motores sustraídos en altamar son trasladados a Piura, un punto estratégico en la salida de drogas por el Pacífico. La extorsión, en muchos casos, funciona como un impuesto criminal: quien no paga, es atacado. Los pescadores no solo pierden sus equipos; algunos han sido asesinados durante los asaltos. “Amigos de nosotros han muerto con disparos en la cabeza. Ellos llevan fusiles, buenas armas. ¿Por qué están tan armados? Por la droga. La droga es oro”, relató a Mongabay Latam un pescador de Tumbes.

De acuerdo con la Dirección Antidrogas de la Policía Nacional (Dirandro), las costas del norte son utilizadas como puntos de relevo y abastecimiento para embarcaciones que salen hacia aguas internacionales. En Ecuador, investigaciones recientes revelaron que Los Choneros y Los Lobos aprendieron de los carteles mexicanos a usar flotas pesqueras pequeñas en lugar de contaminar puertos con droga. El modelo se replicó en la frontera peruana, donde ahora Los Lobos extorsionan a pescadores y controlan rutas marítimas de contrabando junto a bandas locales.

Los Lobos cruzan la frontera: extorsiones, reclutamiento y silencio estatal

Fotografía de archivo de aves
Fotografía de archivo de aves en un puerto de pescadores artesanales de Perú. EFE/ Paolo Aguilar

La expansión de Los Lobos hacia el norte peruano es reciente, pero su dominio ya se siente. En Puerto Pizarro, Zorritos y Cancas, los pescadores aseguran pagar entre 120 y 200 soles mensuales para poder salir al mar. Los que se niegan son amenazados o atacados. Algunos muestran credenciales o banderas negras que los identifican como “autorizados” por la banda. “Hace un mes nos quisieron asaltar, pero mostramos la credencial y se fueron”, cuenta J., un pescador que prefiere mantener el anonimato. Otros deben pagar doble: a las bandas locales y a los ecuatorianos.

Los testimonios recogidos por Mongabay Latam apuntan a una estructura criminal que involucra también a agentes corruptos. En 2018, un informe de la División de Alta Complejidad identificó a un suboficial de policía que alertaba a los piratas sobre operativos. Desde entonces, los pescadores desconfían de las denuncias. “Ellos tienen nexos con los policías”, dice un testigo. Pese a los reclamos, la Marina de Guerra y la Policía Nacional mantienen cifras contradictorias: entre 2020 y 2024, la Marina registró 61 denuncias por ataques en altamar, pero la Policía solo reportó seis.

Los Lobos operan directamente o mediante bandas peruanas y venezolanas. En algunos casos, utilizan menores de edad reclutados en Zarumilla para cobrar las extorsiones. Su poder se sustenta en la ausencia del Estado y la precariedad del sector pesquero, donde la sobreexplotación de especies y la crisis económica empujan a los jóvenes hacia el crimen. “La piratería requiere un grado de organización. Está vinculada a redes que prosperan en contextos de gobernanza débil”, explicó Ian Ralby, experto del Programa Mundial contra la Delincuencia Marítima.

Mientras los turistas recorren los manglares de Tumbes sin notar el trasfondo violento, los pescadores siguen zarpando cada mañana, con miedo, para ganarse la vida. Algunos han abandonado la zona. Otros, como J., resisten. Pero todos saben que en el norte, el mar ya no es solo escenario de pesca: es también territorio de Los Lobos.