
La ampliación del principal aeropuerto del país se convirtió en un inesperado punto de encuentro entre el presente y las huellas del pasado. Durante los trabajos de excavación y supervisión arqueológica en el Aeropuerto Internacional Jorge Chávez, se descubrieron 52 piezas que revelan una larga historia de ocupación humana en el valle bajo del Rímac, zona donde hoy se levanta la moderna infraestructura aeroportuaria.
El Ministerio de Cultura, mediante la Resolución Viceministerial N° 264-2025-VMPCIC/MC, declaró Patrimonio Cultural de la Nación a estos bienes muebles, que fueron identificados en el marco del Plan de Monitoreo Arqueológico del proyecto de ampliación del terminal aéreo. La colección incluye objetos de distintas épocas, desde vasijas prehispánicas hasta fragmentos virreinales, lo que demuestra la continuidad histórica de la zona y su relevancia para la comprensión del desarrollo cultural del Callao y del país.
Los especialistas que intervinieron en el proceso determinaron que los materiales recuperados pertenecen a contextos diversos, asociados a la vida cotidiana y a prácticas funerarias. Cada pieza aporta información sobre las técnicas, costumbres y formas de organización social de los antiguos habitantes del litoral central. La decisión del Mincul no solo reconoce su valor histórico, sino que refuerza el compromiso institucional con la conservación del patrimonio arqueológico nacional.
Según el informe técnico del Ministerio de Cultura, estos bienes “son testimonio de la ocupación continua de la zona desde épocas prehispánicas hasta el periodo colonial” y ofrecen una perspectiva amplia sobre la evolución tecnológica y cultural de las poblaciones que habitaron el valle bajo del Rímac.
Piezas que narran siglos de historia

El conjunto de objetos declarados comprende 12 vasijas, un instrumento musical, una escultura de cerámica, 27 cuentas, seis artefactos de madera, una aguja, dos instrumentos líticos y dos fragmentos de golletes de la época virreinal. Las piezas más antiguas se remontan al periodo Formativo, mientras que otras corresponden a etapas posteriores como el Horizonte Blanco sobre Rojo, el Intermedio Temprano, el Intermedio Tardío (1000–1400 d.C.) y el Horizonte Tardío (1400–1535 d.C.).
Los cántaros, botellas y esculturas destacan por su tipología y morfología, que permiten vincularlos con las prácticas funerarias documentadas en sitios del valle bajo del Rímac. El informe señala que estos materiales reflejan “la tecnología y las prácticas culturales de las poblaciones locales a lo largo de distintos periodos”, aportando así una visión continua de la transformación de los modos de vida en la costa central.
Las herramientas textiles y las cuentas, por su parte, evidencian la especialización en la producción de fibras y ornamentos, actividades presentes en la economía y la ritualidad de las antiguas comunidades. Estas piezas, además de su valor arqueológico, ofrecen indicios sobre las interacciones entre diferentes grupos y las redes de intercambio que existían en la región.
Evidencias del periodo virreinal

Entre los objetos hallados, destacan dos fragmentos de golletes con sello de la época virreinal. Su valor radica en la combinación de técnicas prehispánicas y coloniales utilizadas en su manufactura. De acuerdo con la información del Mincul, estos elementos “muestran métodos de cocción y almacenaje empleados para la preparación de bebidas como vino y pisco”, lo que permite vincularlos con la producción de las antiguas haciendas del Callao, especialmente la de San Agustín.
Estas evidencias materiales refuerzan la importancia del puerto y su entorno agrícola durante el periodo colonial, cuando el Callao se consolidó como un punto de conexión entre el comercio marítimo y las actividades productivas del valle. Los hallazgos ofrecen, además, una visión complementaria de la transición entre las tradiciones tecnológicas locales y las influencias europeas introducidas durante el Virreinato.
Con la declaratoria de Patrimonio Cultural de la Nación, el Ministerio de Cultura busca garantizar la preservación de los bienes recuperados durante la ejecución del proyecto aeroportuario. La entidad subrayó que esta acción “reafirma el compromiso con la protección e investigación del patrimonio arqueológico del país”, y promueve la valoración del pasado como parte esencial de la identidad nacional.
Los 52 objetos, ahora reconocidos oficialmente, se integran a la colección de bienes que testimonian la riqueza y diversidad cultural del Perú. Su estudio permitirá seguir reconstruyendo las etapas históricas que dieron forma a la actual sociedad peruana y comprender la continuidad de las tradiciones que, aún hoy, permanecen en la memoria del territorio.



