La vida diaria de millones de limeños se complica cada vez que deben trasladarse por la ciudad. El transporte público enfrenta altos niveles de informalidad, inseguridad y saturación, lo que obliga a los ciudadanos a invertir tiempo y dinero que podrían destinar a otras actividades. El Metropolitano y el Metro ofrecen soluciones parciales, pero representan apenas una fracción de los viajes que se realizan en Lima.
De acuerdo con especialistas, el problema no solo afecta la movilidad, sino también la economía y el bienestar de las personas. Paola del Carpio, economista de la Red de Estudios para el Desarrollo, destacó en Latina Noticias que gran parte de los transportistas formales son extorsionados y que los usuarios pierden horas valiosas en viajes diarios que podrían aprovechar de manera más productiva.
Extorsión y violencia afectan a empresas formales
Según datos del ENITRA, aproximadamente el 70% de las empresas de transporte formal en Lima son víctimas de extorsión. Algunos transportistas reciben amenazas de más de un grupo criminal al mismo tiempo, lo que incrementa los riesgos y el temor a la hora de operar. La economista aseguró que este escenario genera presión económica y personal sobre quienes dependen del transporte como fuente de ingreso y sustento.

La inseguridad no solo limita la operación de los vehículos, sino que también impacta directamente en los usuarios. Muchos ciudadanos abordan combis o coasters con miedo y desconfianza, mientras la informalidad del servicio impide que los viajes sean seguros y predecibles.
Pérdidas de tiempo y dinero para los usuarios
El estudio realizado por Redes para el Desarrollo revela que los limeños pierden más de la mitad de su jornada laboral en el tráfico. Entre los afectados, un 10% destina hasta cuatro horas diarias para trasladarse, lo que equivale a media jornada laboral perdida cada día. Además, un 20% de los usuarios reconoce que ha tenido que reducir sus horas de trabajo debido a retrasos provocados por el tránsito.
Desde el punto de vista económico, cada ciudadano deja de percibir aproximadamente 3.800 soles al año. Paola del Carpio explicó que este cálculo considera el tiempo invertido en viajes, así como las oportunidades laborales y académicas perdidas por los retrasos constantes en la ciudad.

Beneficios limitados de sistemas formales
El Metropolitano y el Metro representan apenas un 15% de los desplazamientos en Lima. Para quienes utilizan estos servicios, la experiencia mejora: el tiempo de viaje se reduce en un 23%, y aumenta la posibilidad de cumplir con horarios de trabajo o asistir a entrevistas de empleo.
Sin embargo, la mayoría de la población continúa dependiendo de vehículos informales, en condiciones de inseguridad y con horarios poco confiables. Paola del Carpio destacó que la falta de un sistema de transporte integral limita el desarrollo laboral y educativo de los ciudadanos y mantiene a la ciudad en un estado de movilidad deficiente.
Necesidad de políticas públicas centradas en el ciudadano

La economista subrayó que las soluciones deben enfocarse en el usuario y el transportista, quienes constituyen el núcleo de cualquier política pública efectiva. Mejorar la planificación, garantizar seguridad y reducir la informalidad permitiría no solo recuperar tiempo y dinero, sino también mejorar la calidad de vida de los limeños.
“Necesitamos que la ciudadanía sea el centro de las decisiones. Hasta ahora, las acciones del Estado no han logrado reducir la violencia ni optimizar los viajes en la ciudad”, afirmó la especialista.