
El entorno digital ha modificado la manera en que los estudiantes acceden al conocimiento. Junto a estas oportunidades, aparecen riesgos invisibles que pueden influir en su desarrollo. La sobreexposición a pantallas, la ausencia de pensamiento crítico ante la información y la disminución de habilidades socioemocionales se han convertido en desafíos para niños y adolescentes en internet.
La prevención de estos riesgos no implica prohibir la tecnología, sino enseñar a los estudiantes a usarla de forma ética y consciente. Establecer límites adecuados, promover la reflexión sobre los contenidos consumidos y fomentar la autorregulación son estrategias clave para que los jóvenes naveguen el mundo digital con seguridad.
Taryn Hidalgo, directora regional en BlinkLearning, sostiene que la clave para un desarrollo digital seguro reside en el acompañamiento responsable tanto en el hogar como en la escuela. Hidalgo explica que el objetivo consiste en lograr que los estudiantes aprendan a tomar decisiones informadas y, al mismo tiempo, desarrollen habilidades académicas y socioemocionales.

Prevención no es prohibición, afirma experta
“La prevención no consiste en prohibir la tecnología, sino en enseñar a usarla con ética y conciencia”, afirmó Hidalgo. La especialista detalla que el fin es que los estudiantes desarrollen un uso responsable de las herramientas digitales y aprendan a reconocer riesgos como el ciberacoso o la desinformación.
Según Hidalgo, un entorno digital seguro demanda la participación activa de docentes y familias. Esta colaboración facilita la definición de límites adecuados, impulsa el diálogo sobre los contenidos y promueve la autorregulación en los jóvenes. Así, surge un aprendizaje integral que une tecnología con desarrollo socioemocional.
Llevar adelante estas estrategias de forma constante permite a los estudiantes fortalecer su pensamiento crítico y sus habilidades sociales. De manera simultánea, brinda a las familias y docentes herramientas precisas para acompañar a los estudiantes en cada etapa de su desarrollo digital.
Tres estrategias para un entorno digital seguro en casa y la escuela
Antes de implementar cualquier medida, es fundamental que familias y escuelas comprendan que la prevención digital exige un enfoque colaborativo. Más allá de definir normas o limitar el tiempo frente a las pantallas, se trata de crear un entorno en el que los estudiantes aprendan a interactuar de manera responsable con la tecnología.
Hidalgo propone tres estrategias que pueden aplicarse tanto en casa como en el ámbito escolar para acompañar a niños y adolescentes en el uso seguro de internet.

Acompañamiento familiar activo
La orientación digital de los hijos es una responsabilidad fundamental de los padres. Mantenerse al tanto de las tendencias y herramientas tecnológicas ayuda a definir tiempos de uso adecuados y favorece el diálogo sobre los contenidos que consumen.
Adicionalmente, enseñar a los jóvenes a identificar riesgos como el ciberacoso o la desinformación fortalece su criterio y seguridad. Este acompañamiento permite que los estudiantes desarrollen una relación equilibrada y responsable con la tecnología desde edades tempranas.
Formación digital en las escuelas
El colegio representa un espacio esencial para fomentar competencias digitales responsables. Programas como BlinkLearning Next permiten diferenciar el uso recreativo del educativo de la tecnología, integrando a las familias en el proceso de aprendizaje.
Además, estos programas brindan a los docentes la capacidad de crear y organizar contenidos educativos, utilizando herramientas digitales e inteligencia artificial. Así, los estudiantes adquieren habilidades para utilizar la tecnología de forma ética y eficiente.

Desarrollo socioemocional como complemento
El balance entre lo digital y lo socioemocional es indispensable para un aprendizaje completo. El fomento de la empatía, la autorregulación y la toma de decisiones conscientes facilita que los estudiantes enfrenten la presión del entorno digital.
La tarea de los docentes en este proceso es acompañar y reforzar tanto el aprendizaje académico como el socioemocional. Así, los estudiantes emplean la tecnología de manera ética y responsable, dentro y fuera del aula.