La organización criminal conocida como ‘DESA II’ acumuló millones de soles mediante una violenta red de extorsiones contra empresas de transporte y gestionó el envío de fondos ilícitos a bancos en el extranjero, según la investigación fiscal y policial en curso.
Las amenazas y asesinatos vinculados a esta agrupación han puesto bajo constante riesgo la vida de conductores y cobradores en Lima y otras ciudades. Para dificultar la labor policial, los dirigentes de ‘DESA II’ comenzaron a crear empresas de fachada. A través de estos negocios simulados, y empleando la técnica conocida como “mesada”, designaban a representantes que recaudaban efectivo proveniente de la extorsión a dueños y operadores de empresas de transportes.
El efectivo se canalizaba mediante prestanombres hasta concentrarse en manos del cabecilla de la red. La siguiente etapa consistía en la sofisticada transferencia de fondos. Autoridades confirmaron que parte del dinero era enviado primero a Ecuador y Colombia, y posteriormente a Venezuela.

De acuerdo con la Unidad de Inteligencia Financiera, el sistema empleaba el método del “pitufeo”: pequeñas sumas eran depositadas en cuentas de siete empresas de fachada, lo que dificultaba el rastreo. Luego, el dinero regresaba “lavado” a empresas radicadas en la capital, cerrando un ciclo para ocultar su origen ilícito.
En el proceso de investigación se lograron congelar 50 cuentas bancarias y se incautaron cerca de 20 millones de soles asociados a este mecanismo. Las autoridades observaron movimientos sospechosos. Es decir, las empresas que solo declaraban capitales entre 2.400 soles, pero recibían transferencias extranjeras por montos de 150 mil hasta millones de soles en cuestión de meses.
Detrás de los homicidios y extorsiones a empresas de transporte
La magnitud de la red ilícita quedó reflejada en la acumulación de al menos ocho carpetas fiscales, con denuncias que involucran a diez empresas de transporte extorsionadas. El caso también está vinculado con al menos cinco homicidios, todos bajo la misma modalidad de violencia y presión mafiosa.
En abril de este año, el crimen del chofer Paul López, ocurrido el 2 de abril en San Martín de Porres mientras trabajaba para la empresa Aquarius, marcó el reinicio de las investigaciones contra la banda.
El homicidio, perpetrado a balazos, evidenció que los ‘DESA II’, también denominados ‘Los Occidentales’, no solo se mantenían activos, sino que operaban con una estructura renovada tras la caída de la generación anterior y sus vínculos con el grupo delictivo liderado por ‘Maldito Cris’.
El cabecilla de la banda criminal era Jhorman Barrios Martínez, un joven de 25 años que, según las investigaciones policiales, organizaba y dirigía las operaciones de extorsión contra empresarios y trabajadores del sector transporte en Lima Norte. Barrios Martínez se volvió conocido por exhibir en redes sociales una vida de lujos, mostrando autos de marcas exclusivas y motocicletas de alto valor, a pesar de no contar con ingresos formales que justificaran ese patrimonio.
La ostentación del líder criminal fue un elemento clave que permitió a la policía seguirle el rastro, ubicar su vivienda e intervenirlo. En los operativos desarrollados por las autoridades, se incautaron vehículos de alta gama y dinero en efectivo cuya procedencia continúa bajo investigación.