
La transición hacia un modelo de desarrollo sostenible en el Perú cobra impulso en sectores clave para la economía y la vida cotidiana, como el de las telecomunicaciones. Durante 2024, el país presenció un crecimiento significativo en la adopción de energías renovables, la gestión responsable de residuos y la expansión de los servicios digitales, una dinámica que incide de manera directa en la reducción de la brecha digital y en el acceso más equitativo a la información.
Todavía subsisten retos importantes. La cobertura de servicios digitales presenta diferencias notables entre áreas urbanas y rurales, aspecto que limita oportunidades educativas, de empleo y de desarrollo social para miles de peruanos. A esto se suman los desafíos ambientales asociados al funcionamiento de una infraestructura tecnológica de gran escala, como el consumo energético y la generación de residuos electrónicos, asuntos que han sido señalados por autoridades y organizaciones de la sociedad civil.

Informes recientes sobre energías limpias y conectividad
Bajo este panorama, en septiembre se presentó un décimo Reporte de Sostenibilidad por parte de Claro, uno de los principales operadores del sector. El documento asegura que más del 30 % de la energía utilizada en sus operaciones provino de fuentes renovables, entre ellas centrales hidroeléctricas y paneles solares, lo que permitió reducir el uso de generadores diésel en 95 % en aquellas zonas sin acceso a energía comercial.
El informe, dado a conocer oficialmente en Lima, detalla que se incrementó el alcance en zonas rurales a través del mecanismo ‘Canon por Cobertura’. Gracias a esta herramienta regulatoria, se integró a la red 4G a más de trece mil habitantes que hasta entonces carecían de acceso al internet móvil. Actualmente, el 89 % de la población peruana cuenta con cobertura de al menos una de las tecnologías ofrecidas por la compañía de telecomunicaciones, contribuyendo a reducir la brecha digital y facilitando nuevas oportunidades sociales y productivas.

Gestión ambiental y economía circular en el sector
En el ámbito de gestión ambiental, la empresa recibió dos estrellas en la plataforma “Huella de Carbono Perú” del Ministerio del Ambiente, que reconoce esfuerzos medibles en la reducción de emisiones. La apuesta por una economía circular también se reflejó en la gestión de más de 460 toneladas de residuos —papel, cartón, plásticos y aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE)— durante el año. A través de un programa con quince años de vigencia, se superaron las 2.300 toneladas de residuos electrónicos reciclados en colaboración con más de 200 aliados institucionales.
El informe también destaca la ampliación de una Red de Voluntariado que benefició a unas tres mil personas mediante actividades de educación digital e inclusión de niñas en ciencia y tecnología. La gestión ética y la transparencia constituyeron puntos centrales, incluyendo la mantención de la certificación ISO 37001 en Gestión Antisoborno y la incorporación de cerca de 200 proveedores en un proceso de Debida Diligencia a Terceros, mecanismo que evalúa riesgos laborales, sociales, ambientales y éticos.

En palabras de Elisa Munares, directora de planeamiento estratégico de Claro, cada avance en cobertura y cada tonelada de residuos gestionados representa parte del compromiso con el desarrollo sostenible. El informe apunta a consolidar un modelo de operaciones alineado con los estándares actuales de responsabilidad social y ambiental, sin perder de vista la necesidad de responder a las cambiantes demandas de la sociedad peruana.
Una agenda pendiente en sostenibilidad
A medida que los operadores avanzan en la adopción de criterios ambientales y sociales en sus estrategias de negocio, el rubro de las telecomunicaciones se perfila como un actor relevante para la transición sostenible en el país. Los resultados presentados reflejan tanto el potencial como los límites de este proceso: si bien el reporte evidencia avances concretos en materias clave como energía renovable y reciclaje, también dejan en claro que las brechas de acceso y los desafíos medioambientales continúan presentes.
El balance de 2024 pone sobre la mesa una pregunta crucial para el sector y para la sociedad: ¿será posible sostener este ritmo de innovación y compromiso para que la sostenibilidad deje de ser una meta y pase a convertirse en una realidad cotidiana?