
Un reciente estudio publicado en The British Medical Journal ha encendido las alarmas sobre los efectos del consumo frecuente de papas fritas. Según la investigación, ingerir este alimento tres veces por semana aumenta en un 20% el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2, cifra que se eleva a 27% cuando la frecuencia alcanza las cinco veces semanales. La preparación, advierten los expertos, es determinante: no todas las formas de cocinar este tubérculo tienen la misma relación con la enfermedad.
En el país, la situación es aún más preocupante. El Ministerio de Salud (Minsa) estima que cerca de 1,4 millones de personas viven con diabetes, pero la mitad desconoce su diagnóstico. Esto significa que cientos de miles de peruanos enfrentan riesgos silenciosos para su salud sin recibir tratamiento oportuno.
El doctor Pedro Kikushima, responsable del Componente de Diabetes en la Dirección de Prevención y Control de Enfermedades No Transmisibles, advirtió que “el momento de actuar es ahora” y subrayó que la prevención depende en gran medida de cambios en los hábitos de alimentación y actividad física.
El impacto de las papas fritas en la salud

El análisis difundido por la revista británica comparó distintos métodos de preparación de las papas. Mientras las papas hervidas, al horno o en puré no mostraron un aumento estadísticamente significativo en el riesgo de diabetes tipo 2, el caso de las papas fritas fue distinto. El proceso de cocinarlas en aceite implica un alto aporte calórico, mayor contenido de grasas y la adición de sal, lo que se asocia directamente a un riesgo elevado.
De hecho, al evaluar todas las formas de consumo de papa en conjunto, el incremento global en la probabilidad de padecer diabetes fue de apenas 5%. Sin embargo, esa cifra se explica casi en su totalidad por la fritura. “La preparación importa: el exceso de papas fritas se vincula de forma consistente con más riesgo de diabetes tipo 2, mientras que hervidas, horneadas o en puré no muestran esa relación o en todo caso es mucho menor”, explicó a la agencia Andina Roger Albornoz, decano de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad María Auxiliadora.
Los investigadores apuntan a una hipótesis clara: el exceso de calorías, grasas y sodio favorece el aumento de peso, el desbalance metabólico y, finalmente, la aparición de diabetes. Aunque el estudio es de carácter observacional y no permite establecer una relación causa-efecto definitiva, la evidencia refuerza la necesidad de prestar atención no solo a lo que se come, sino también a cómo se prepara.
Además, el análisis reveló un hallazgo alentador: reemplazar las papas fritas por cereales integrales reduce el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2 en un 8%, y la sustitución directa por granos integrales puede disminuir la probabilidad hasta en un 19%. “La sustitución no solo reduce calorías y grasas, sino que también aporta fibra y micronutrientes que protegen frente a la enfermedad”, detalló el especialista.
Diabetes en el Perú: cifras y desafíos

Las conclusiones del estudio se conectan con la realidad peruana, donde la diabetes tipo 2 representa el 95% de los casos registrados. Esta condición está estrechamente ligada al exceso de peso, la falta de actividad física y dietas inadecuadas. Según el Minsa, apenas el 30% de quienes reciben diagnóstico logran un control adecuado de la enfermedad, lo que incrementa la posibilidad de complicaciones graves como daño renal, problemas cardiovasculares, pérdida de visión o incluso amputaciones.
La Encuesta Demográfica y de Salud Familiar (Endes) confirmó que más de la mitad de los pacientes ignora su condición, lo que evidencia la urgencia de campañas de prevención y detección temprana. En lo que va del 2025, la Línea 113 del Minsa atendió 271 consultas relacionadas con la diabetes, la mayoría de ellas hechas por adultos, mientras que un 25% correspondió a adultos mayores. Durante 2024, este servicio registró 655 llamadas, lo que refleja un interés creciente en obtener orientación sobre alimentación, salud mental y control de factores de riesgo.
Las recomendaciones de los especialistas coinciden: realizar al menos 30 minutos de ejercicio cinco días a la semana, consumir frutas y verduras diariamente, limitar los azúcares y alimentos ultraprocesados, y mantener un peso adecuado en relación con la talla. También se aconseja evitar el consumo excesivo de alcohol y el tabaco, hábitos que deterioran la función metabólica y favorecen la progresión de la enfermedad.