
El rugido del Amazonas no se detuvo ni un solo día. Sus aguas elevadas por las lluvias intensas marcaron el ritmo de una expedición científica que se internó en Pebas, en la región Loreto. Durante dos semanas, un equipo de especialistas buscó rastros del pasado remoto de la Amazonía peruana y, a pesar de las dificultades, el balance resultó alentador. Bajo la dirección del paleontólogo Rodolfo Salas-Gismondi, investigador de la Universidad Peruana Cayetano Heredia (UPCH), se colectaron fósiles que, en sus palabras, “permiten abrir nuevas preguntas sobre el origen y evolución de la biodiversidad amazónica”.
El objetivo no fue sencillo. Las lluvias redujeron la visibilidad de las rocas y muchas permanecieron cubiertas por el río. “Este año la temporada seca no fue tan seca como en otros años: llovió mucho y el nivel del río Amazonas estaba muy alto”, explicó Salas-Gismondi. A pesar de esas condiciones, la expedición logró recolectar restos fósiles de gran valor. “Como balance de esta primera expedición, podría decir que fue un éxito rotundo”, aseguró.
Lo que parecía un obstáculo se convirtió en una prueba para el equipo. Hubo jornadas interrumpidas por tormentas y paradas obligadas cuando la lluvia impidió el trabajo en campo. Sin embargo, la perseverancia dio resultados. “La mayor parte de estas rocas estaba todavía bajo el río Amazonas; todos los días llovía y hubo tormentas tremendas que nos impidieron trabajar en un par de ocasiones. Sin embargo, pudimos sobreponernos a esta situación y encontramos muchos fósiles”, relató el paleontólogo.
Hallazgos en Pebas

La expedición reunió a unos veinte investigadores de distintas especialidades. Entre los hallazgos más relevantes se encuentra un cráneo de Gnatusuchus pebasensis, un caimán singular que habitó el sistema Pebas. Hasta ahora, solo existía un ejemplar registrado y su conservación era limitada. “Ahora tenemos un segundo cráneo, pero este se encuentra en buen estado de preservación; el primero estaba aplastado y no se podía ver la geometría exacta del cráneo. En este sí podemos ver cómo era el hocico elevado, es una delicia, la verdad; estamos muy contentos de haberlo descubierto”, destacó Salas-Gismondi.
Otro descubrimiento inesperado corresponde a un caimán que estaría vinculado con el caimán blanco actual. “Es un hallazgo extraordinario porque no existía registro fósil de caimán blanco. No sabíamos cuándo había aparecido y, al parecer, su aparición antecede a la formación del río Amazonas”, precisó el investigador. Este dato sugiere que la especie habría sobrevivido a transformaciones ambientales a lo largo de millones de años.
Los especialistas trasladaron cerca de 150 kilos de material al laboratorio. “Pudimos hacer colectas importantes. Hemos traído fósiles de vertebrados, algunos invertebrados, troncos de árboles fosilizados y sedimentos”, detalló el paleontólogo. Entre las piezas también figura un hueso de gran tamaño cuya identificación todavía está en proceso. “Hay un hueso en particular que no sabemos a qué pertenece, pero es de un animal de gran tamaño. Tenemos mucha experiencia y somos capaces de reconocer la anatomía de casi todos los animales que vivieron en esa época, pero hay algunos que aún no conocemos”, señaló.
La recolección no solo busca ampliar la lista de especies registradas. Según Salas-Gismondi, estos hallazgos “están probando la hipótesis de que el sistema Pebas sí contribuyó de manera crucial a la biodiversidad amazónica actual”.
Aportes internacionales y análisis en curso

En la expedición participaron también investigadoras como Julia Tejada, del Perú, y Carina Hoorn, de los Países Bajos, reconocida por bautizar a la Formación Pebas. Ambas paleontólogas trabajan en la datación precisa de los fósiles encontrados. “Ha sido realmente un lujo tenerla a ella y a la colega Julia Tejada, quien, con su equipo, ha podido colectar datos para establecer con mayor precisión las edades de los fósiles. Eso es fundamental”, destacó el líder de la investigación.
El siguiente paso será el análisis en laboratorio. “Lo primero que vamos a empezar a preparar y limpiar será el cráneo del Gnatusuchus pebasensis y del caimán blanco o ancestro de este. Luego, comenzaremos a investigar qué es lo que hemos descubierto”, adelantó Salas-Gismondi.
El proyecto, denominado El registro fósil de Loreto: Archivos sobre el origen de la biodiversidad amazónica, cuenta con financiamiento de 500,000 soles otorgados por ProCiencia, del Concytec. Gracias a ese respaldo, las exploraciones continuarán en distintos puntos de la región.
El equipo ya prepara una nueva expedición al río Napo, programada para febrero de 2026. En ese lugar fue hallado el Pebanista yacuruna, considerado el delfín de río más grande del planeta. “Ya lo hemos conversado en el equipo y pensamos que es crucial ir en febrero, que es la temporada seca para el Napo”, explicó el investigador.
En agosto de 2024, el grupo ya había explorado esa zona, pero el nivel del río complicó los trabajos. Esta vez, esperan mejores condiciones. “Vamos a ver qué sorpresas nos ofrece este fantástico lugar paleontológico. Estamos planificando ir al río Napo a buscar delfines. Creo que complementará muy bien el trabajo que hemos hecho en Pebas”, puntualizó Salas-Gismondi.