¿Por qué se le dice ‘Ciudad Blanca’? El sillar y la identidad arquitectónica arequipeña

El sillar es una roca ígnea de origen volcánico, formada a partir de ceniza y lava solidificadas tras las erupciones de los volcanes que rodean Arequipa, especialmente el Misti, el Chachani y el Pichu Pichu

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Ruta del Sillar
Ruta del Sillar

Arequipa es conocida mundialmente como la “Ciudad Blanca”. Pero más allá del apodo poético, esta denominación tiene una raíz tangible y poderosa: el sillar, una piedra volcánica blanca, porosa y resistente, que ha sido la materia prima de su arquitectura desde el siglo XVI. Esta roca no solo ha definido la estética de la ciudad, sino que también ha forjado parte esencial de su identidad cultural, económica y turística.

En esta nota exploramos el origen geológico del sillar, cómo llegó a ser el alma de la ciudad, y por qué su uso sigue siendo clave para comprender a Arequipa en su historia, su urbanismo y su proyección al mundo.

El volván Misti engalana a
El volván Misti engalana a Arequipa y es uno de los atractivos más importantes de la Ciudad Blanca

El sillar: herencia del volcán

El sillar es una roca ígnea de origen volcánico, formada a partir de ceniza y lava solidificadas tras las erupciones de los volcanes que rodean Arequipa, especialmente el Misti, el Chachani y el Pichu Pichu. Su color blanco —a veces con tonos rosáceos—, su bajo peso y su capacidad para aislar del calor y el frío, la convirtieron rápidamente en un material ideal para la construcción en una ciudad propensa a los sismos.

Las principales canteras de sillar se encuentran en Añashuayco, al noreste de la ciudad, y Culebrillas, al este. Desde tiempos coloniales, los canteros arequipeños han extraído y tallado esta piedra con técnicas artesanales, muchas de las cuales se mantienen vigentes hasta hoy. A pesar de la mecanización, el corte del sillar sigue siendo en muchos casos un oficio familiar transmitido por generaciones.

El sillar es el material
El sillar es el material que se usó para la construcción de lo que ahora es el Centro Histórico de Arequipa

Una ciudad que se construyó en blanco

Desde su fundación en 1540, Arequipa adoptó el sillar como el principal material de construcción. La mayoría de las edificaciones coloniales y republicanas —iglesias, casonas, claustros, muros, arcos, patios— fueron levantadas con este material. La facilidad para trabajarlo permitió crear fachadas esculpidas con altorrelieves, molduras y decoraciones de estilo barroco mestizo, una corriente artística que floreció en la región en los siglos XVII y XVIII.

Iglesias emblemáticas como la Catedral de Arequipa, la Iglesia de la Compañía de Jesús, el Monasterio de Santa Catalina y decenas de casonas virreinales del centro histórico son testimonio del protagonismo del sillar en la historia urbana de la ciudad. Incluso construcciones más recientes, como la Biblioteca Regional Mario Vargas Llosa o sedes universitarias, mantienen el uso del material, reforzando su valor como símbolo arquitectónico local.

Mirador de Yanahuara, en Arequipa
Mirador de Yanahuara, en Arequipa

Resistencia sísmica e identidad cultural

Arequipa ha sido golpeada por numerosos terremotos a lo largo de su historia. Uno de los más devastadores ocurrió el 13 de agosto de 1868, con magnitud estimada de 9 grados, que destruyó buena parte del centro histórico. Sin embargo, muchas edificaciones de sillar resistieron, o fueron reconstruidas utilizando las mismas técnicas tradicionales.

Los especialistas han destacado que el sillar posee propiedades antisísmicas: es liviano, absorbe energía sísmica y permite la flexibilidad de las estructuras. Esta cualidad fue reconocida por la UNESCO, que en el año 2000 declaró al Centro Histórico de Arequipa como Patrimonio Cultural de la Humanidad, en gran parte gracias a su arquitectura de sillar.

Según la declaración oficial del organismo internacional, Arequipa “representa un ejemplo sobresaliente de integración creativa de características europeas y nativas” y “su arquitectura ornamental es un ejemplo excepcional del mestizaje artístico en América Latina”.

El viaje por la ruta
El viaje por la ruta del sillar: la cantera emblemática de piedra

Canteros de hoy: guardianes del patrimonio

Hoy, el trabajo del sillar no es solo una práctica constructiva, sino también una actividad cultural viva. Las canteras de Añashuayco se han convertido en un atractivo turístico bajo el nombre de “Ruta del Sillar”, donde los visitantes pueden ver a los canteros en plena faena, tallando bloques de roca con cinceles, combos y palancas.

Allí, los guías explican cómo se extraen los bloques, cómo se seleccionan y qué diseños se pueden realizar. También se exhiben esculturas y murales tallados directamente en las paredes de las canteras. El recorrido ofrece una experiencia que mezcla geología, historia y cultura viva.

“Trabajar el sillar es arte. Cada piedra tiene su forma, su dureza, su color. Uno la va conociendo como si hablara con ella”, comenta Luis Cahuaya, maestro cantero de tercera generación, en declaraciones recogidas por el portal de turismo regional.
Ubicada en las afueras de
Ubicada en las afueras de la ciudad, la Ruta del Sillar se extiende por más de 2 km en el distrito de Cerro Colorado.

Del apodo al ícono

El nombre de “Ciudad Blanca” se asoció popularmente a Arequipa desde el siglo XIX, y aunque algunos lo han interpretado también por el color de la ropa tradicional de las damas de la aristocracia arequipeña, el consenso histórico es que el sillar es la razón principal.

Hoy en día, el apodo se ha convertido en una poderosa herramienta de identidad, promoción turística y hasta de marketing urbano. “La Ciudad Blanca” es marca registrada de la municipalidad provincial y aparece en campañas oficiales, eventos, ferias internacionales y publicaciones académicas.

(Composición Infobae)
(Composición Infobae)

Además, su uso sigue presente en la arquitectura contemporánea local, que combina el sillar con concreto armado y vidrio, manteniendo la tradición sin renunciar a la modernidad.

Más que una piedra

Arequipa no se entiende sin el sillar. Es más que un material: es símbolo de resistencia, de belleza, de tradición. La “Ciudad Blanca” no solo brilla por su luz volcánica reflejada en las fachadas centenarias, sino por una historia construida —literalmente— piedra sobre piedra.