
En el Perú, la conectividad digital sigue siendo una deuda pendiente. Según cifras oficiales, uno de cada cuatro peruanos vive aún desconectado de internet, y aunque la cobertura eléctrica se ha ampliado en las últimas décadas, todavía existen comunidades donde el acceso es limitado o inexistente. Hasta hace poco, Laguna Grande, una pequeña comunidad pesquera situada en la costa de Pisco, formaba parte de esa realidad.
Hoy, su historia ha cambiado gracias a un proyecto conjunto del Grupo de Telecomunicaciones Rurales de la Pontificia Universidad Católica del Perú (GTR PUCP) y Waira Energía, que ha permitido que sus habitantes cuenten por primera vez con electricidad e internet asequible y estable.
Una microrred híbrida para el desarrollo
La solución implementada en Laguna Grande es una microrred híbrida que combina energía solar, energía eólica y conexión satelital. La infraestructura, diseñada e instalada por Waira Energía, incluye 16 paneles solares de 575 W, una turbina eólica de tres metros de diámetro capaz de generar 3 kW con vientos de 12 m/s, un banco de baterías de ion-litio con autonomía de un día y un inversor que alimenta una red local con 25 puntos de servicio.
Todo el sistema está integrado con medidores inteligentes que permiten monitorear en tiempo real la producción, almacenamiento y consumo de energía. Esta supervisión constante facilita una gestión eficiente de los recursos y asegura la continuidad del servicio, incluso en condiciones climáticas cambiantes.
Gestión comunitaria e innovación social
Uno de los aspectos más destacados del proyecto es su modelo de administración comunitaria. Un comité local se encarga de la supervisión y gestión del servicio, utilizando un dashboard desarrollado por el GTR PUCP que muestra en tiempo real la producción de energía, el estado de las baterías y el consumo por usuario. Esta información, almacenada en la nube, también puede ser monitoreada de forma remota por los técnicos de ambas organizaciones.
La capacitación es otro pilar clave. La comunidad recibe talleres continuos para garantizar la sostenibilidad técnica y financiera del proyecto. Un ejemplo es Loana Pisconte, joven habitante de Laguna Grande que ahora participa en programas internacionales de formación en telecomunicaciones y energías renovables, lo que le abre oportunidades profesionales antes impensadas.

Internet satelital para romper el aislamiento
La conexión a internet se realiza mediante Starlink, el servicio satelital de alta velocidad que permite que incluso las zonas más remotas puedan acceder a la red global. Esta mejora tecnológica ya empieza a transformar la vida diaria de los 30 hogares beneficiados y de los visitantes que llegan a la zona.
Entre los beneficios inmediatos destacan el acceso a educación a distancia, telemedicina, oportunidades para el comercio electrónico y el impulso al turismo local. En un contexto donde la conectividad se ha vuelto esencial para la competitividad y el bienestar, este avance marca un antes y un después en la historia de la comunidad.
Voces que celebran el cambio
“Con este proyecto se resuelven componentes clave para el desarrollo de las comunidades: desde sistemas de alerta temprana y acceso a información de salud, hasta comercio, turismo y autoeducación”, destacó Leopoldo Liñán, investigador del GTR PUCP.
Por su parte, Franco Canziani, fundador de Waira Energía, resaltó la importancia del trabajo conjunto: “La experiencia de trabajar con el GTR ha sido excelente; ya hay un vínculo de amistad y la expectativa de desarrollar nuevos proyectos que combinen electrificación con telecomunicaciones”.

Un modelo replicable para cerrar brechas
La experiencia de Laguna Grande es considerada un ejemplo replicable para otras comunidades peruanas que aún carecen de servicios básicos de electricidad e internet. Según especialistas, la combinación de tecnología limpia, autogestión comunitaria y capacitación constante es la fórmula que puede ayudar a cerrar las brechas históricas que afectan a zonas rurales y remotas.
En un país con una extensa diversidad geográfica y desigualdades persistentes, este tipo de iniciativas se presenta como una vía para que el desarrollo llegue de manera equitativa. La microrred de Laguna Grande no solo proporciona energía, sino que también abre puertas al conocimiento, la salud y las oportunidades económicas.
Hoy, Laguna Grande es un punto de luz en el mapa del Perú, un ejemplo de cómo la colaboración entre la academia, el sector privado y la comunidad puede transformar realidades. Con electricidad estable e internet de alta velocidad, este pequeño pueblo pesquero mira al futuro con optimismo, demostrando que la innovación tecnológica puede y debe ser un motor de inclusión social.