
Las lesiones óseas y articulares son una causa frecuente de consulta médica en el Perú. Según el Ministerio de Salud (Minsa), las fracturas, esguinces, luxaciones y lesiones musculares se encuentran entre los motivos más comunes de atención en emergencias, especialmente en accidentes de tránsito, caídas domésticas o actividades deportivas. De acuerdo con datos del Seguro Social de Salud (EsSalud), estas lesiones afectan principalmente a adultos jóvenes y adultos mayores, y muchas veces requieren tratamiento especializado para evitar secuelas permanentes.
Sin embargo, no todas las personas que sufren dolores en huesos, músculos o articulaciones acuden al especialista adecuado. En muchos casos, por desconocimiento, los pacientes se automedican o postergan la visita al traumatólogo, lo cual puede agravar la lesión.
El Día del Traumatólogo Peruano, que se celebra cada 6 de agosto, es una excelente ocasión para reconocer el trabajo de estos profesionales de la salud y, sobre todo, comprender cuándo es necesario acudir a ellos y qué tipo de atención brindan.
¿Qué hace un traumatólogo?

Un traumatólogo es un médico especialista en traumatología y ortopedia, rama de la medicina que se encarga del diagnóstico, tratamiento y rehabilitación de las enfermedades y lesiones del sistema musculoesquelético: huesos, músculos, tendones, ligamentos y articulaciones.
Las funciones de un traumatólogo incluyen:
- Evaluar y diagnosticar lesiones traumáticas como fracturas, luxaciones, esguinces o desgarros musculares.
- Tratar enfermedades crónicas del aparato locomotor como la artrosis, las hernias discales o la escoliosis.
- Realizar cirugías ortopédicas como colocación de prótesis, reparación de ligamentos o corrección de deformidades.
- Indicar tratamientos de rehabilitación y fisioterapia para recuperar la movilidad y prevenir futuras complicaciones.
¿Cuándo buscar atención médica en traumatología?
No solo se debe acudir al traumatólogo en casos de accidentes o fracturas. Existen otras señales que indican que es momento de consultar a este especialista:
- Dolor persistente en articulaciones, espalda o cuello.
- Dificultad para caminar, mover los brazos o levantar peso.
- Inflamación o rigidez articular sin causa aparente.
- Chasquidos dolorosos en rodillas, hombros o caderas.
- Lesiones deportivas frecuentes o recurrentes.
- Deformidades óseas o articulares.
Cuanto antes se obtenga un diagnóstico preciso, mayores serán las posibilidades de recuperación completa y sin secuelas.
Riesgos para la salud si no te atiendes con un traumatólogo

Postergar o evitar la consulta con un traumatólogo puede tener consecuencias graves. Entre los principales riesgos que esto implica para la salud del paciente se destacan los siguientes:
- Agravamientos de lesiones: una fractura mal tratada puede derivar en una mala consolidación del hueso, provocando dolor crónico o deformidad.
- Pérdida de movilidad: problemas no atendidos en articulaciones pueden derivar en rigidez permanente o limitación funcional.
- Dolor crónico: lesiones musculares o articulares no tratadas adecuadamente pueden causar dolor constante, afectando la calidad de vida.
- Complicaciones quirúrgicas: en algunos casos, retrasar el tratamiento puede requerir intervenciones quirúrgicas más complejas.
- Recaídas frecuentes: en deportistas o personas activas, no tratar una lesión puede llevar a nuevas lesiones en la misma zona.
Una atención oportuna y especializada evita complicaciones a largo plazo y mejora la recuperación funcional del paciente.
Diferencia entre un traumatólogo y un reumatólogo
Muchas personas confunden a los traumatólogos con los reumatólogos, ya que ambos tratan problemas musculoesqueléticos. Sin embargo, su enfoque es distinto:
- El traumatólogo trata principalmente lesiones físicas o mecánicas, como fracturas, golpes, luxaciones y desgaste articular por uso o envejecimiento. Su intervención puede ser quirúrgica o mediante rehabilitación.
- El reumatólogo, en cambio, se especializa en enfermedades inflamatorias o autoinmunes que afectan las articulaciones, como la artritis reumatoide, el lupus o la fibromialgia. Su tratamiento se basa más en medicamentos y control del sistema inmunológico.
Cabe señalar que en algunos casos, ambos especialistas pueden trabajar en conjunto cuando un paciente presenta una condición que involucra tanto daño estructural como procesos inflamatorios.



