
A finales de julio, la joven influencer peruana Lizeth Atoccsa anunció en sus redes sociales la compra de su primer departamento, un logro que relató con emoción luego de años documentando desde la extrema pobreza su experiencia universitaria y sus esfuerzos para salir adelante. La noticia, lejos de pasar inadvertida, desató una ola de críticas, dudas e incluso cuestionamientos sobre la legitimidad de que siga recibiendo el beneficio estatal que le permitió acceder a la educación superior: la Beca 18.
Lizeth Atoccsa nació y creció en uno de los distritos más populares y humildes de Lima: San Juan de Miraflores. Sus primeros años estuvieron marcados por la escasez, el sacrificio familiar y la convicción de que la educación era el único camino para transformar su presente. Cursó toda su primaria y secundaria en colegios estatales y nunca tuvo lujos, pero con disciplina y talento logró postular al programa Beca 18, que ofrece apoyo integral a jóvenes de alto rendimiento académico y bajos recursos.

Gracias a la beca, Lizeth ingresó a la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC) para estudiar Ingeniería Industrial, experiencia que marcó una diferencia radical en su vida. Durante la pandemia, e impulsada por su necesidad de contar la realidad desde su propio barrio, abrió un canal en TikTok donde mostraba su día a día como becaria: tareas, labores domésticas, viajes largos en transporte público, limitaciones económicas y, sobre todo, una sinceridad poco vista en redes sociales. Este enfoque le granjeó una comunidad que hoy supera el millón de seguidores y le permitió comenzar a trabajar con marcas —desde pequeñas pymes hasta multinacionales— utilizando su historia como referente de inspiración.
El sueño cumplido y la reacción en redes
“¡Me compré mi primer departamento! Todavía me cuesta creerlo. Este logro tiene muchas manos y muchos corazones detrás”, contó Lizeth al compartir la noticia. Agradeció a su familia y comunidad, y recalcó: “Gracias a mí también. Por no soltar el sueño, incluso cuando dolía. Por imaginar este momento antes de que fuera posible”.
Sin embargo, tras el anuncio, decenas de usuarios en redes sociales comenzaron a cuestionar el “mérito” detrás del logro. Algunos sugirieron que debería perder la beca, que ya no necesitaba el apoyo estatal y que su caso era un vacío legal dentro de los filtros de programas como Beca 18. Otros la acusaron de haber mentido sobre su situación económica, o de aprovecharse del sistema.

“Ya le quitaran la beca supongo no porque alguien más lo necesita y ella ya gana su dinero”, se leía entre los comentarios. Otro usuario argumentó: “No es desmerecer su logro, sino revisar si su situación actual sigue alineada con el perfil que Beca 18 busca apoyar”.
¿Qué es realmente Beca 18 y por qué la controversia?
El programa Beca 18, gestionado por el Pronabec, busca precisamente que jóvenes en situación de pobreza puedan acceder y concluir una formación profesional que les permita salir de ese círculo. El apoyo es integral: cubre matrícula, pensiones, material de estudio, alojamiento, alimentación y seguro médico, entre otros beneficios. La única condición para mantener la beca es continuar con el alto rendimiento académico y no existe mecanismo de fiscalización que quite el apoyo si el becario mejora su situación antes de graduarse.

Según Alexandra Ames, director ejecutivo de Pronabec: “El objetivo de Beca 18 es que los jóvenes talentosos triunfen económicamente. Lizeth aún no termina la universidad y ha cumplido sueños que muchas personas adultas esperan años para alcanzar. Ella inspira, motiva a postular y es un ejemplo de que la beca cumple su misión: sacar gente de la pobreza”.
El éxito de Lizeth Atoccsa
El caso de Lizeth Atoccsa es singular porque logró conjugar el estudio, el trabajo para marcas y la creación de contenido que ella misma monetizó, sin faltar a sus obligaciones académicas ni tergiversar su pasado. “Mi historia no es un invento, es un testimonio de lucha. A veces leo comentarios que dicen que fingí ser pobre para conseguir una beca... y no saben cuánto duele leer eso. ¿De verdad creen que podría mentir sobre algo así? Si recuerdan mis videos, ¿saben por qué se hizo viral mi historia? Porque mostré una realidad que muchas personas viven en silencio. No busqué lástima, solo compartí mi camino. Este video no es para justificarme, es para invitar a la empatía. Porque antes de juzgar, pregúntate: ¿qué sabes realmente de la historia del otro?“, escribió como contestación a las críticas.
Medios nacionales y extranjeros han resaltado la historia de la joven becaria, la convertida en influyente voz de toda una generación de estudiantes que diariamente sortean la adversidad y la discriminación en una sociedad donde los prejuicios y el clasismo siguen muy presentes.
Fue reconoccomo una de las Top Creators del 2024 por la revista Forbes. En el artículo, la publicación destaca su perfil como estudiante de Ingeniería Industrial y beneficiaria de Beca 18, subrayando cómo logró consolidarse como una creadora de contenidos influyente sobre vida universitaria, a partir de sus primeros videos grabados simplemente con el celular que entonces pudo adquirir.
Más allá de la crítica: entre la envidia social y la inspiración
La reacción negativa —mayormente en redes sociales— también expuso prejuicios de fondo. Muchos comentarios iban más allá de preguntas legítimas sobre la fiscalización del programa o la finalidad social de la beca: criticaban su origen, sus rasgos, su forma de vestir o imaginar que, por ser mujer y joven, solo pudo comprar un departamento con ayuda externa. Al final, la polémica revela tanto las barreras que enfrenta quien rompe moldes y expectativas, como la necesidad de repensar el acompañamiento a los casos exitosos de políticas públicas.
El caso de Lizeth Atoccsa es, sobre todo, un mensaje sobre la posibilidad real de transformación cuando existen oportunidades y se aprovechan. Su historia refuerza la importancia de que nadie sea “castigado” por progresar y cumpla el verdadero objetivo de la beca: convertirse en inspiración y en testimonio de que, a pesar de todo, sí se puede.
