Revelan secretos de un pasado monumental: hallazgo arqueológico transforma la historia pre-Moche en el norte del Perú

Un estudio en Cerro Malabrigo, en el Valle de Chicama, determina la existencia de arquitectura monumental anterior a la cultura Mochica y propone nuevas perspectivas sobre las sociedades prehispánicas costeras.

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Revelan secretos de un pasado
Revelan secretos de un pasado monumental en La Libertad. (Foto: Andina)

El paisaje árido del Valle de Chicama, en la región La Libertad, suma un capítulo relevante a la arqueología peruana con el descubrimiento de una construcción monumental en Cerro Malabrigo.

La investigación, fruto de la colaboración entre el Programa Arqueológico Chicama de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y la Universidad del Sur de Florida, señala una ocupación fechada entre los siglos II a.C. y I d.C., mucho antes del surgimiento de la influencia Mochica en la zona.

Gracias al análisis radiocarbónico, el equipo científico determinó que Cerro Malabrigo fue ocupado entre el 176 y el 50 a.C., periodo breve en comparación con otros asentamientos andinos, pero suficiente para dejar una impronta que descoloca antiguas clasificaciones.

El estudio sitúa el origen del complejo como pre-Moche, descartando su asociación con culturas previas como Cupisnique o Chavín y abriendo nuevas líneas de investigación sobre su función y desarrollo.

Este sitio sobresale por su compleja arquitectura, compuesta por tres plazas monumentales, aproximadamente 120 almacenes y una red de espacios destinados a actividades ceremoniales, sociales y económicas.

La ubicación, estratégica frente al acantilado de la playa Malabrigo (Puerto Chicama), permitió a sus habitantes vigilar la bahía y controlar el acceso a recursos marinos fundamentales para la subsistencia de las poblaciones costeras.

Investigación arqueológica devela pasado monumental
Investigación arqueológica devela pasado monumental en terreno de La Libertad. (Foto: Andina)

Arquitectura, economía y enigmas de poder en la costa norte

Cerro Malabrigo destaca también por sus técnicas constructivas. El uso de piedra acanteada con barro y la presencia de adobes semiesféricos diferencian este sector de otros asentamientos de la época, lo que sugiere una tradición local exclusiva en la arquitectura monumental del valle.

En la parte posterior del complejo, los depósitos conservan vestigios de recursos marinos y agrícolas, lo que apunta a la existencia de un mercado o centro de intercambio para bienes provenientes del litoral y de zonas productivas.

La configuración del espacio sugiere que el sitio funcionó como un nodo político y económico de importancia regional, cohesionando a las comunidades por medio de rituales y proyectos de construcción de gran escala.

El estudio sitúa el origen
El estudio sitúa el origen del complejo como pre-Moche, descartando su asociación con culturas previas como Cupisnique o Chavín y abriendo nuevas líneas de investigación sobre su función y desarrollo.

Al mismo tiempo, los arqueólogos advierten que la monumentalidad pudo actuar como símbolo de poder para las élites, funcionando tanto como un punto de encuentro como de control sobre el acceso a ciertos recursos.

A pesar de la escala del complejo, Cerro Malabrigo fue abandonado en un periodo relativamente breve. No existen evidencias de un desastre natural que explique el declive, pero los estudios plantean que la estructura social y el poder de las élites no lograron arraigarse de manera definitiva. Tras este experimento político y arquitectónico, la región atravesó un vacío en la edificación monumental hasta el desarrollo posterior de la cultura Mochica.

El equipo del Programa Arqueológico Chicama continúa la exploración de la costa de La Libertad, con excavaciones actuales en Puémape y futuras intervenciones en sitios como Licapa II, buscando ampliar el conocimiento sobre la adaptación tecnológica y cultural de las poblaciones prehispánicas. Las investigaciones en Cerro Malabrigo, además de redefinir la cronología y la complejidad de las sociedades antiguas del Perú, abren nuevas interrogantes sobre la diversidad y la identidad en la formación del paisaje humano del norte peruano.