El domingo 11 de mayo de 2025, la Plaza de San Pedro volvió a ser el escenario de un momento cargado de simbolismo. Miles de personas observaron al nuevo pontífice, León XIV, desde la Logia de las Bendiciones. Su aparición fue breve, pero significativa: antes de concluir el rezo del Regina Caeli, el Papa dirigió su primer mensaje dominical a los fieles y luego cruzó la puerta que, por tradición, permanece sellada tras la muerte de un Papa. El apartamento papal del Palacio Apostólico fue reabierto oficialmente.
Los sellos habían sido colocados el 21 de abril, pocas horas después del fallecimiento del Papa Francisco. El acto de romperlos no solo implica acceso a los espacios físicos que utilizaba el pontífice anterior, también representa la transición completa hacia un nuevo liderazgo dentro de la Iglesia Católica. Con esa reapertura, Robert Prevost, con su corazón peruano, dio un paso ceremonial que resuena tanto en los pasillos del Vaticano como en los círculos de fieles y analistas religiosos.
La reapertura tuvo lugar en presencia de las máximas autoridades del gobierno vaticano: el camarlengo Kevin Joseph Farrell, el secretario de Estado Pietro Parolin, el sustituto para los Asuntos Generales Edgar Peña Parra, el secretario para las Relaciones con los Estados Paul Richard Gallagher y el regente de la Casa Pontificia Leonardo Sapienza. Todos ellos fueron testigos del procedimiento que sigue normas antiguas de protección y custodia de documentos pontificios.
Su visita al apartamento papal abre un debate que excede la logística: ¿seguirá León XIV la línea de Francisco y mantendrá la vida en Santa Marta, o devolverá al Palacio Apostólico su rol como residencia del Papa?
La custodia del apartamento papal

El protocolo seguido el 21 de abril no fue casual. Desde hace siglos, la muerte de un pontífice desencadena una serie de actos rituales que buscan preservar la documentación, los efectos personales y el legado inmediato del difunto. Uno de ellos es el cierre del apartamento papal, tanto en el Palacio Apostólico como en cualquier otro lugar donde residiera el Papa.
En el caso de Francisco, el protocolo también incluyó la Casa Santa Marta, el lugar que eligió para vivir desde los primeros días de su pontificado. Aunque nunca habitó el apartamento del Palacio Apostólico, Francisco utilizaba ese espacio para actos oficiales, como las audiencias privadas y la oración del Ángelus.
El cardenal Kevin Farrell, en su papel de camarlengo, supervisó ambos cierres. Su tarea fue asegurar el cumplimiento de las normas y mantener el contenido del espacio sin alteraciones hasta que el nuevo pontífice decidiera acceder.
El dilema entre Santa Marta y el Palacio

La elección de residencia de un Papa no suele ser un tema de debate público. Sin embargo, en los últimos años adquirió un significado especial. En 2013, Jorge Mario Bergoglio sorprendió al mundo cuando rechazó instalarse en el Palacio Apostólico. Eligió, en cambio, la Casa Santa Marta, un edificio concebido inicialmente para hospedar a los cardenales durante los cónclaves.
“Estoy acostumbrado a vivir en comunidad, necesito estar con los demás”, explicó en ese entonces el Papa Francisco. Sus palabras marcaron una ruptura con la tradición. A partir de ese momento, Santa Marta se convirtió en un símbolo de austeridad y cercanía con el pueblo. Desde allí, Francisco condujo la Iglesia durante más de una década.
La pregunta que ahora ronda en el Vaticano es si León XIV optará por continuar esa línea o si devolverá al Palacio Apostólico su rol habitual como residencia pontificia.
La función del Palacio en tiempos modernos

El Palacio Apostólico no es simplemente una casa. Es un complejo que alberga oficinas de gobierno, capillas, museos y más de mil habitaciones. Su uso no se limita a la vivienda del Papa. Allí se realizan actos formales, reuniones diplomáticas, celebraciones litúrgicas y recepciones oficiales. Aun cuando Francisco decidió no vivir allí, el lugar mantuvo su relevancia institucional.
Desde esa perspectiva, la reapertura del apartamento papal no implica necesariamente que León XIV se instalará en ese lugar. El Vaticano no ha confirmado si el nuevo Papa vivirá allí o si mantendrá su estancia en la Casa Santa Marta. No obstante, el acto de abrir las puertas cerradas tras la muerte de su predecesor genera expectativas sobre su estilo personal y sus prioridades pastorales.
Por ahora, el Papa mantiene silencio sobre su decisión. Pero los días posteriores a la reapertura del apartamento papal estarán cargados de interpretaciones, tanto dentro como fuera de los muros del Vaticano.