Juan McKniff, el padre agustino que tocó corazones en Chulucanas y podría ser canonizado por el papa León XIV

El sacerdote estadounidense dejó una huella imborrable en Piura con su entrega a los más pobres. Hoy, su legado vuelve a cobrar fuerza con el reciente nombramiento del papa Robert Prevost, también agustino, quien podría canonizarlo

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Con más de 80 años,
Con más de 80 años, McKniff no dejó de participar en las labores comunitarias y pastorales. Su vida fue testimonio de entrega incondicional. Créditos: ANDINA/Jhonel Rodríguez Robles

A veces, la historia se entrelaza con la fe de formas sorprendentes. En Chulucanas, un pequeño rincón de Piura, la posible canonización de Juan McKniff —el padre agustino que caminó entre los pobres con más de 80 años a cuestas— se cruza con la elección del primer papa agustino: León XIV, quien podría elevarlo a los altares. Dos caminos paralelos que hoy conmueven profundamente a esta comunidad norteña.

El encuentro de dos agustinos: Prevost y McKniff

Según la Agencia Andina figura del padre Juan McKniff resurgió con fuerza en Chulucanas tras el nombramiento del cardenal Robert Prevost como papa León XIV. Ambos pertenecieron a la Orden de San Agustín y coincidieron en el Perú en 1988. Mientras McKniff, ya con 85 años, llegaba a Chulucanas, Prevost regresaba al país para incorporarse a la misión de Trujillo como director de formación de aspirantes agustinos de los Vicariatos de Chulucanas, Iquitos y Apurímac.

Fray Fidel Alvarado Sandoval OSA, párroco de la Parroquia San Agustín de La Matanza y vicario pastoral de la Diócesis de Chulucanas, resalta la dimensión histórica de este momento: “Si llega a ocurrir, sería la primera vez que un papa agustino canoniza a otro miembro de la misma orden. Es algo que marcaría un hito en la Iglesia”.

El padre que caminaba con los pobres

A pesar de su avanzada edad, McKniff nunca dejó de andar entre la gente. “Aunque era muy viejito, él caminaba y se acercaba a los más necesitados. Incluso llegué a ayudarle a cargar colchones. Siempre estaba dispuesto a ayudar a que los demás salgan adelante”, recuerda Fray Fidel con afecto.

Uno de los momentos más conmovedores ocurrió en 1990, cuando McKniff le dio la unción de los enfermos a la madre de Fidel en plena madrugada. “Eran las 2 a. m., nosotros —siete hermanos— llorábamos. Y él nos dijo algo que no entendimos en ese momento: ‘No se van a quedar solos’. Era como una locura porque mi madre se estaba muriendo. Pero después entendimos que él nos enseñaba a vivir unidos y a confiar en Dios”.

Fray Fidel Alvarado, actual vicario
Fray Fidel Alvarado, actual vicario pastoral de Chulucanas, lidera el proceso de canonización de McKniff y guarda vivencias personales con él. Créditos: ANDINA/Jhonel Rodríguez Robles

Esta vivencia marcó profundamente a Fray Fidel, quien decidió un año después ingresar al centro de formación agustino. En 1992, comenzó su vida religiosa en Trujillo, donde conocería a Robert Prevost, comentó a la Agencia Andina.

Un puente entre pueblos: de Cuba a Chulucanas

La vida del padre McKniff también estuvo marcada por su paso por Cuba. Fue el único estadounidense aceptado por Fidel Castro para quedarse en el país, gracias a su labor en escuelas y su incansable ayuda al prójimo. “Fidel le cogió tanto cariño que le dijo: ‘Usted se va a quedar’”, cuenta Fray Fidel.

McKniff ayudó a los cubanos a encontrar empleo, a viajar a Estados Unidos y fue clave en la creación de una universidad en Miami para atender a migrantes. Sin embargo, cuando viajó a EE. UU. y quiso regresar a Cuba, se le negó el ingreso. Afligido por este rechazo, decidió viajar a Chulucanas, donde pasaría sus últimos años.

El último adiós y el inicio del camino a la santidad

Juan McKniff falleció el 24 de marzo de 1994 en Miami. Había salido de Chulucanas rumbo a un retiro en Canadá y debía tomar un avión desde Miami para regresar al Perú, pero una gripe que se convirtió en neumonía se llevó su vida.

“El padre Juan quiso quedarse con nosotros”, dijeron los cubanos que lo habían acogido. Años después, en Chulucanas, su recuerdo sigue tan vivo como cuando caminaba por sus calles.

Camino a los altares

Actualmente, McKniff es considerado “siervo de Dios”, el primer paso hacia la canonización. El próximo 22 de junio, sus restos serán trasladados a la Parroquia San José Obrero de Chulucanas. Ese mismo día llegarán autoridades eclesiásticas de Roma y de otros países para declarar oficialmente su título de “venerable”.

El proceso de canonización consta de cuatro etapas: siervo de Dios, venerable, beato (lo cual requiere un milagro científicamente comprobado) y, finalmente, santo (tras un segundo milagro).

Un obrero alista la cripta
Un obrero alista la cripta donde descansarán los restos del padre Juan McKniff, dentro de la Parroquia San José Obrero de Chulucanas. Créditos: ANDINA/Jhonel Rodríguez Robles

Fray Fidel, quien preside este proceso, detalla que recibieron instrucciones desde Roma sobre cómo construir la cripta donde reposarán sus restos. “Nos dijeron cómo deben estar colocadas las luces, de qué material debe ser la gruta, las medidas. El 15 de este mes tendremos una reunión con los obispos de Miami y Chulucanas, y con enviados de Roma para cuidar todos los protocolos”.

Una oración que pudo ser un milagro

Antes del cónclave que eligió a Robert Prevost como papa León XIV, Fray Fidel le escribió: “Sería emocionante que Dios nos dé un papa agustino”. Prevost, entonces cardenal, le respondió con humildad: “Eso queda en el espíritu y en la voluntad de Dios”.

Fidel recuerda haber rezado entonces: “Le diré a Juan McKniff que nos haga el milagro”. Días después, el milagro —o la coincidencia divina— ocurrió.

Retrato del padre Juan McKniff,
Retrato del padre Juan McKniff, declarado Siervo de Dios, acompañado de flores en señal de homenaje en la Parroquia San José Obrero de Chulucanas, donde impulsó su labor pastoral. Créditos: ANDINA/Jhonel Rodríguez Robles

Para Fray Fidel, no hay duda de que el papa León XIV canonizará a Juan McKniff. “Sería hermoso ver que un agustino se convierte en el primer santo de esta tierra. Cuando uno se dispone a servir a los pobres, cuando uno deja su comodidad y descubre a Dios, es posible alcanzar la santidad”, afirma con esperanza.