
Décadas antes de que se asomara al balcón del Vaticano con el nombre de León XIV, Robert Prevost jugaba con sus hermanos en las calles de Dolton, un suburbio del sur de Chicago. Tenía apenas cinco o seis años cuando dos madres vecinas hicieron una afirmación que hoy resuena con fuerza inusitada: “Ese chico va a ser el primer papa estadounidense”.
Así lo recordó John Prevost, hermano mayor del nuevo pontífice, en una entrevista para el medio estadounidense WGN, tras la histórica elección del jueves.
“Lo interesante es que, mucho antes, cuando estaba en kínder o primer grado, había una madre al otro lado de la calle y otra al final de la calle. Ambas dijeron que sería el primer Papa estadounidense a esa edad”, relató. Aquella predicción, hecha cuando Robert apenas comenzaba a leer, se cumplió más de medio siglo después, con su elección como 267.º pontífice de la Iglesia Católica.
Una vocación precoz
Según John, su hermano ingresó al seminario directamente después de terminar el octavo grado, lo que marcó un distanciamiento temprano del hogar. “Durante todos los años de secundaria y de universidad, realmente no lo conocíamos más allá de las vacaciones de verano”, contó.
La vocación sacerdotal lo llevó a estudiar en el seminario agustiniano de Michigan, a formarse en Villanova University y a ser elegido como provincial de la Orden de San Agustín.
Un papado con raíces en Perú
En sus declaraciones, John Prevost subrayó que los largos años de su hermano como misionero en el norte del Perú fueron determinantes para su sensibilidad como líder eclesiástico.
“Vio el otro lado del mundo, la pobreza y la exclusión. Como cristianos, ¿no se supone que debemos cuidar a los olvidados?”, afirmó. De ahí que anticipa un papado con un fuerte enfoque en los marginados y una atención prioritaria a temas como la inmigración.

“No quería ser Papa”
Lejos de buscar la elección, Robert vivió el proceso con humildad, según su hermano. “¿Quería esto? Para nada. La responsabilidad es pesada. Es un gran honor, pero mira todo lo que debe sostener”, afirmó. Añadió que, cuando hablaron días antes del cónclave mientras jugaban en línea al Wordle, Robert mencionó el nombre “León”, a lo que John replicó en tono de broma: “No seas León, sería el XIII y eso es de mala suerte”. Finalmente, eligió León XIV.
El perfil familiar del primer Papa estadounidense
Detrás del pontífice que hoy encabeza la Iglesia Católica bajo el nombre de León XIV está el menor de tres hermanos criados en un vecindario de clase media en Dolton, Illinois, en las afueras de Chicago. Su historia, marcada por una vocación precoz y una vida alejada del ruido público, fue relatada con mezcla de orgullo, asombro y cautela por su hermano John Prevost, quien ofreció detalles personales tras la histórica elección.
John describió a su hermano menor como un joven que se alejó del entorno familiar a muy temprana edad. Tras concluir el octavo grado, Robert ingresó directamente al seminario, lo que significó que “durante todos los años de secundaria y universidad, realmente no lo conocíamos más allá de las vacaciones de verano”. La elección de una vida religiosa comprometida lo apartó del día a día familiar, aunque no de sus raíces.
En la vida adulta, los hermanos mantuvieron un contacto frecuente a través de medios simples y cotidianos. En los días previos al cónclave, por ejemplo, seguían compartiendo momentos mediante juegos en línea, como Words With Friends y Wordle, donde incluso surgió la charla sobre el posible nombre papal. Fue en ese contexto informal donde Robert mencionó la idea de elegir “León” como nombre pontificio, un guiño que su hermano respondió con humor antes de confirmar que sería el decimocuarto en llevarlo.
Aunque John se mostró “tremendamente orgulloso” de su hermano, también remarcó la carga de responsabilidad que implica ser el primer Papa norteamericano: “Es aterrador”, dijo. Para él, la designación no fue buscada por Robert: “No creo que quisiera ese honor. La responsabilidad es pesada, está sobre tus hombros”.
Ese equilibrio entre lo extraordinario y lo personal, entre el símbolo religioso y la biografía íntima, es parte del relato familiar que ahora acompaña el inicio del pontificado de León XIV.