El congresista Edwin Martínez nuevamente en el ojo de la tormenta. Esta vez, por sus declaraciones sobre el rol de las madres durante la interpelación a la ministra de Desarrollo e Inclusión Social, Leslie Urteaga, quien compareció ante el Congreso para responder por los recientes casos de intoxicación en estudiantes tras consumir alimentos del programa Wasi Mikuna.
En su intervención, aseguró que las mamás tienen la obligación de cocinar, especialmente en situaciones donde no puedan adquirir alimentos para sus hijos. “Deberían hacer un programa participativo como antes. Compren productos frescos, venidos de la chacra, leches, verduras, carnes, y las mamás que cocinen como cocinaban antes. La mamá tiene la obligación, si no tiene para comprar el alimento a sus hijos, al menos participar en cocinar y eso lo hacen progresivamente”, mencionó a puertas del Día de la Madre.

Sus expresiones se dan a poco más de un mes de que la Comisión de Ética Parlamentaria aprobara por unanimidad iniciar un proceso de investigación, por haber sugerido que una mujer víctima de violencia sexual sería responsable por haber consumido alcohol.
En el marco de una denuncia de abuso sexual, Martínez afirmó que los implicados “debieron controlar a la muchacha” para evitar que ocurrieran estos episodios, lo que ha sido interpretado como una forma de culpar a la víctima por los hechos denunciados. Además, señaló que el consumo de alcohol puede llevar a que las personas muestren “cosas feas” que tienen escondidas, comentarios que han sido duramente criticados por perpetuar estereotipos y minimizar la gravedad de los hechos.
Posteriormente, el parlamentario reafirmó su postura al señalar que “un hombre tiene que aprender a respetar a una dama y no hacerla beber hasta que pierda la conciencia, y una dama tiene que respetarse a sí misma y no beber hasta perder la conciencia”. Aunque reconoció que “nada justifica una violación”, calificándola como una “fechoría que no solo daña el cuerpo de la mujer, sino la mente, familia, amigos y sociedad”, no admitió errores en su comunicación ni mostró intención de retractarse.
Por el contrario, cuestionó las críticas recibidas y defendió su posición argumentando que sus palabras han sido malinterpretadas. “¿Dónde está la excusa? Lo que yo he dicho claramente es que dos personas no pueden haber hecho beber licor a una dama y no cuidarla”, sostuvo. Además, rechazó cualquier arrepentimiento por sus comentarios, afirmando: “Yo creo que he sido directo y no he querido dar a entender otra cosa, lo que pasa es que la mente va mucho más allá. Mi mente tiene aún valores y principios, hay otras que están degradadas”.
Asimismo, vinculó sus declaraciones con una supuesta intención de recuperar lo que él denominó “los valores de antes”. En este sentido, hizo referencia a la violencia como método de enseñanza y aseguró que inculca estas ideas en su entorno familiar, incluyendo a su hija, a quien aconseja “cuidarse” y no “dejar la ventana abierta para que ingrese el demonio”.
“Vivimos en una sociedad carente de valores, de moral. Los seres humanos estamos tergiversando mucho los sentimientos. Ya no hay gente buena, no podemos ser apasionados a la fuerza buena cuando vivimos en un mundo tan degradado. Hay que saber llamar la atención, uno no puede ser permisible. Hay que enseñar valores en la gente. Hoy vivimos en Sodoma y Gomorra”, explicó entonces y minimizó la denuncia presentada en su contra.
Como se recuerda, el documento fue impulsado por la congresista Susel Paredes, quien consideró que el legislador faltó el respeto a los valores y principios éticos inherente a su investidura. “En sus declaraciones ha empleado frases que ignoran el principio ético de empatía hacia las personas vulnerables, perpetuando estereotipos dañinos que responsabilizan a las mujeres por los delitos que sufren”, expuso.